UNA TORMENTA DEL PASADO

1737 Words
XIMENA —Jefa Ximena le presentó al nuevo tallador, se llama Leonel, es el mejor del Sena de joyería, se graduó con honores y será uno de los que estén encargados de la nueva colección de joyas de esta temporada. —Hola, Leonel, mucho gusto, espero que te luzcas—, miro a los ojos a ese joven, que se ve lleno de sueños e ilusiones, a pesar de que tiembla, debe ser que se siente intimidado por su jefa, o sea yo, incluso me contesta tartamudeando: —Sí, sí, señora, para mí es un honor trabajar en su empresa, que sin duda alguna es de las mejores del mundo. —Excelente, Leonel, ojalá que seas así de bueno para diseñar como lo eres para lisonjear. —Señora Ximena, mire aquí traje unos prototipos, mírelos—, me alcanza un catálogo en los que tenía unas hermosas joyas pegadas a unas hojas de cartón. —Guau, son muy hermosas, de verdad que tienes bien merecido tu título. —No solo eso, señora Ximena, en el Sena, también nos dan formación empresarial y tengo muchísimas ideas innovadoras; me gustaría invitarla a almorzar para que las conozca. —Me parece conveniente; justo estaba que hacía maña por no comer sola y mis escoltas al parecer solo comen comida chatarra y esteroides. —Sí, jefa, los vi ahorita, estaban comiendo hamburguesa. Es curioso que digan que es comida chatarra; si el pan es un cereal, la carne, proteína, los vegetales reguladores, y el queso, un constructor, es una dieta balanceada. La pirámide alimenticia echa bola. —Buen punto. Leonel, de pronto lo dirán por las salsas o por el hecho de que se acompañen de bebidas gaseosas; no lo sé; viéndolo de ese punto, ningún alimento lo es, tampoco los paquetes de papas o los chitos que son maíz molido. —Señora Ximena, Es que los extrudidos del maíz son un producto que goza de mala reputación; alguna gente ha infundido el rumor de que son de plásticos por el hecho de que si se les acerca un fósforo arderán. —Si eso es una bobada, incluso si le adicionas aceite al agua la puedes prender; la grasa es un combustible. —Señorita Ximena, tengo una granja orgánica cerca de la ciudad; me encantaría que viniera a conocerla. —Me gustaría conocer una de esas fincas. En algún lugar escuché que la idea es que sean autosuficientes. —Sí, jefa, lo principal es tener un cultivo de lombrices rojas que transformen el estiércol en abono; de resto, ya es lo que se le agregue. Mi padre la ingenió para el turismo, aunque se molestaba cuando muchos extranjeros solo querían drogarse. —Es lo complicado de algunos turistas que creen que en Colombia todo es drogas, y ¿tu papá qué hizo? —Pues molesto, tumbó un cultivo de zanahoria, sustituyéndolo por uno de mariguana. —Le tocó adaptarse a pedido del público. —Hasta que el ejército agarró preso a un vecino por cultivar coca, esa tarde nos tocó acabar con esas hectáreas, por eso mejor me puse a estudiar, aunque todavía la tenemos, así que podemos ir. —Me tocaría sacar tiempo y decirle a mi marido que fuéramos. —Lo complicado es que no hay mucho espacio, tendrías que ir sola. —En ese caso será imposible; no puedo ir a ninguna parte sin mi esposo; yo lo amo muchísimo. —Es raro encontrar una mujer fiel hoy en día, ojalá que tu marido también lo sea. —Por supuesto que lo es, nos amamos mucho, somos tal para cual. —Qué envidia, me gustaría conseguir a alguien que me amara de esa manera. —Ten fe que lo conseguirás, tienes que empezar por ser más apático. —En eso tienes razón. Mi padre dice que primero uno tiene que cambiar el universo interno, purificarlo para que atraiga perfección, —Tu padre es muy sabio, debes de tratar de pasar la mayor cantidad de tiempo con él y, hablando de tiempo, ya me toca irme a donde mi lindo y amado esposo, hasta luego, Leonel, que seas el delantero estrella de la joyería con el que goleemos a la competencia. —Hasta luego, señora Ximena, fue un placer almorzar con usted; nunca me imaginé tener tan grande honor. Regrese a mi casa a ver a mi marido, sin que las palabras de ese muchacho me hicieran eco, hasta que llegue y lo vi acompañado de esa modelo que veía en casi todas las revistas; vaya que era realmente hermosa; de seguro, los que le editaban las fotos o los maquilladores no necesitaban hacer mayor cosa. Incluso pensé que su larga cabellera rubia que se rizaba desde la mitad se trataba de una peluca; de cerca vi que era de verdad. Mi mayor sorpresa era que estaban allí sentados tomando café como un par de viejos amigos. —Hola, amor, ¿cómo te fue? —Al menos me ha saludado bien; recordé una vez a mi tío que estaba con una hermosa aspirante a secretaria, que al llegar la esposa la saludó como abuela, despertando su ira que terminó con la pobre chica saliendo corriendo toda arañada. —Bien, amor, y ¿tú?— comento mientras miro a la modelo con cara de asombro, detallándole cada rasgo, buscando un defecto o algo que me muestre, que es producto de operaciones… Nada, ella es perfecta, su cara parece tallada por los dioses y su cuerpo es un poema; creo que hasta me hace dudar de mi heterosexualidad. —Te presento a Natalia, ella es una amiga con la que crecí en Sicilia—, ella me da la suave mano, contestando: —Hola, mucho gusto, tenía curiosidad de conocerte, la mujer que logró hacer que Ángelo sentara cabeza y claro es que eres muy hermosa. —Muchas gracias, pues las cosas se dieron y terminamos juntos; de seguro él te habrá contado todo eso—, le digo sintiéndome bien por el piropo que me ofrece una mujer que vive y triunfa por su imagen. —Estábamos recordando anécdotas de cuando éramos niños; es que Ángelo era un verdadero diablillo, una vez orino en la sopa de una fiesta que dieron en honor a una tía. —En mi defensa diré que esa señora me caía mal; me molestaba cuando me apretaba los cachetes, diciendo “tan lindo el sapito este”—, gesticula Ángelo mientras ambos se ríen, a la vez que yo siento que desentono, que sobro; es verdad que tres son multitud. —Ángelo, te acuerdas de cómo le llenábamos la maleta al señor que le decíamos perro buldog por los cachetes escurridos—, lo comenta riendo como una tonta. —Sí, Natalia, recuerdo que a ese señor se le hacía chistoso picarnos con su barba—. Ángelo se ríe mirándola y yo estallo por dentro, me imagino sacudiéndola del cabello; de nuevo recuerdo a mi tía lanzando por la puerta a la secretaria. —Desde luego, lo que nunca he podido olvidar y a veces me río sola en la calle como una loca, fue la vez que les amarramos a todos los cordones al comedor y cuando se levantaron se fueron de bruces unos contra otros. Eso fue la tapa—, la rubia se agarraba su pequeña barriga como si se fuera a orinar. —No fue tan chistoso cuando mi abuelo me molió a palos—; Ángelo se sobó la cola haciendo una cara chistosa, que me fue imposible aguantarme una carcajada. —Recuerdo que en mi orfanato, con mi hermana, hacíamos también toda clase de travesuras con las hermanas superiores, quienes también nos apaleaban para corregirnos, como varias veces—. Intento inventar algo y no logro conectar el cerebro. Los celos me están nublando; no sé cómo harán las esposas de los árabes quienes comparten a su marido; yo exploto tan solo cuando ella lo mira. —Es interesante, me recuerda las veces que nos escondíamos encima de los tejados para que no nos castigaran—, añadió Natalia, como si quisiera sacarme de la conversación. —Acuérdate el día que resbalamos y quedamos colgando de unas gárgolas, qué miedo, no creo que hubiéramos sobrevivido a esa altura—. Ángelo parece que se divierte, recordando su infancia, mientras yo me muelo de los celos y tampoco logro integrarme a la charla. Soy una violinista, la tercera en discordia, sin dudarlo, yo sobro, aunque no quiero hacer una escena de insegura, mejor quiero dar una imagen de que confió en mi marido, así que decido marcharme. Me despido dándole un beso a mi hombre diciendo: —Mejor los dejo, tengo que ir a hacer un trabajo. Salgo de esa sala mordiéndome la lengua, apretando las manos, incluso me rompo una uña, y por poco casi choco con Vivían, a la que llevaba tiempo sin verla, que les lleva tinto con pan, lo que me indica que ella se va a quedar más y me informa: —Señora Ximena, también le llevaba un tinto; no se puede marchar, no puedo considerar que sea capaz de dejarlo a solas con ella. —¿Qué quieres decir?, supongo que la conoces—, le pregunto a la perra que se le sale su mueca diabólica. —Es que ella fue el primer amor de Ángelo, la que lo desfloro; él nunca la pudo olvidar; lo que sucedió es que su abuelo Joseph les impidió estar juntos por eso de la promesa a tus padres—, entonces la estúpida ya se enteró lo de mi pasado y el matrimonio por contrato. —Lo único que me dijeron que habían crecido juntos. —Señora Ximena, es como le dije el otro día, Ángelo es un hombre que no le conviene, es un mujeriego mentiroso, manipulador; usted debería de huir mientras pueda, cambiar de identidad, de país; es que sé uno de los hombres más peligrosos del mundo. Le aseguro que no tienes ni idea en qué vaca loca se metió. La muy maldita me acaba de llenar la cabeza de cucarachas; por un momento pienso en ir a sacudir a esa rubia y llenar el aire de gritos; subir a llenar mis maletas para marcharme por siempre. Solo que mejor respiro y me encierro a mi habitación, donde coloco música a alto volumen para tapar el sonido de mi llanto desesperado.
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