SOLA Y BORRACHA

1207 Words
XIMENA — ¿Ximena, qué fue lo que hiciste? —Mia, lo que te conté y eso que me contuve. —Creí que ibas a hacer lo que planeamos. —No soy capaz de seguir con esta farsa, solo para conocer sus verdaderos motivos. —Ximena, deberíamos irnos un tiempo del país, evitándolo a toda costa. —No, Mia, eso sería estúpido, no podemos huir para siempre. Además, tengo los asuntos con la empresa y la mina, y es que me falta algo más que contarte. —Huy, no, amiga, cómo puede ser que no me cuentes las cosas. —Es que me sentí rara, Dudé sobre Ángelo, tuve un momento de debilidad, antes de irme volví a buscarlo. Entre al salón de profesores y se encontraba con la profesora Daniela, ella estaba cabalgándolo. —¿Estás segura de que era Ángelo? —Si debió de serlo, te conté que ya había visto algo parecido. Aunque oí eso “de que no quiso”, no sé la razón; no escuché bien detrás de las paredes. —No estás segura, apuesto a que ni siquiera le viste la cara. —O sea que debí de ser como tú y quedarme a observar bien, eso no es correcto, apenas la vi a ella encima como un resorte, aunque no sé si ella me vio; parecía como si fuera a explotar o a desmayarse; yo me salí enseguida, no todas podemos ser imprudentes. —Mi Ximena, yo quedo con la duda, no creo que Ángelo sea de esos; aunque lo fuera, no culpo al pobre, después de todo tú no le diste nada, ni siquiera cuando estuvieron casados; todos tenemos nuestras necesidades y además esa ninfómana tiene un cuerpazo, debe de tener más operaciones que el álgebra de Baldor. —No sé, Mia, tengo la cabeza hecha un revuelto, el corazón apachurrado y mi mundo al revés. Yo soy un desastre. —Ximena, eso se arregla con una dosis de rumba, vámonos a mi bar, a cantar a todo pulmón, desocupando aguardiente y tequila, mañana amaneceremos con resaca, pero te sentirás mejor que ahora. —No, Mia, mañana son los parciales. —Como quieras, Ximena, si cambias de opinión me llamas, estaré con mi nuevo novio. —¿Ya cambiaste de novio otra vez? —Por supuesto, en la variedad está el placer, no sé cómo te complicas sufriendo por uno solo cuando hay millones por doquier. Lloras por un pez dorado cuando el océano está lleno de estos. Sé que cada uno es especial, por eso buscaré hasta que encuentre mi premio mayor, como en la lotería es el truco de comprar varios boletos, ampliando las posibilidades de ganar el sorteo. —Mia, eres una loca o una cualquiera o algo combinado, te vendes mal; recuerda que las princesas son rescatadas por caballeros que se enfrentan con dragones. —Ximena, no te entendí. —No, pues, yo tampoco, mejor vete, déjame sola, voy a dormir un rato o me voy a la clase de jiujitsu, es que ni siquiera sé qué hacer. —Chao, amiga, cuídate, cualquier cosa me llamas o me escribes, como quieras. —Hasta luego, Mia, Decidí ir a clase de jiujitsu; el profesor me llamó invitándome a que van a ir unos maestros de capoeira; de pronto hay alguno bueno, que me enseñe a olvidar a Ángelo. De camino al gimnasio, creyó ver a Ángelo, casi estrella el auto en que se desplazaba, todos los hombres se le parecían al verlos de reojo; divisó un bar sintiendo que el olor a cerveza la llamaba, y paró el carro para internarse en ese sitio. —Una cerveza, para la sed, por favor. —Sí, señora, aquí está, es de la mejor de la casa. Y eso se repitió varias veces, hasta perder la cuenta. Las cervezas ahogaron su razonamiento, apagaron su orgullo; todas las objeciones para llamar a Ángelo se resolvieron mirando la pantalla del celular, buscando su número y marcando. Puede que surgiera alguna, solo que Ángelo contestó de inmediato, ya que tenía el celular en la mano, aguantándose las ganas de llamarla. Ella le dijo con su voz enredada de ebria: —Eres un perro, miserable; te vi hoy con la maestra Daniela, la mujer del cantante chimbo. —Te equivocas, no tuve nada con ella, sí se me insinuó, pero no pude. Es que no me puedo quitar tu cara de mi mente, es como si me tuvieras embrujado. —Mentiroso, yo vi que te usaba como poni, eres despreciable, te odio, me has jodido la vida otra vez, perro. —¡cálmate! ¿Estás borracha? ¿En dónde estás? Por favor, dame tu dirección, te recogeré, ¿estás con Mia? —Mia se fue con su novio de esta semana, yo no quería tomar, es solo que tú me obligaste apareciéndote en todos lados, como te atreves a no salirte de mi mente, te odio, —le colgó el teléfono y pidió otra cerveza. —Todos los hombres son iguales, aunque yo me enamore del peor. Él es un infame que me enamoró debido a que no soportó que yo no quise seguir con su juego de ser la esposa de mentiras y que no quise su fortuna. Yo le demostré que no todo en el mundo es dinero. Claro está que tener riquezas es maravilloso, pero no es lo máximo. El amor mueve al mundo y el dinero nos brinda comodidades, techo y comida. De seguro, uno no compra la salud o a los amigos sinceros, aunque consigue la atención de los mejores hospitales y puede hacer las mejores fiestas donde de sentado puedes conocer gente amigable y de pronto sincera. No como mi esposo, que no sé qué esperar de ese señor, si me amara o si solo decidió enamorarme porque le rompí su orgullo de macho—. Ximena lloraba. Sus lágrimas se le deslizaban por las mejillas, cayendo a su copa, mezclándose con su bebida, las cuales tragaba de un solo sorbo, intentando apagar el fuego del desamor en su interior. … ÁNGELO —Luis, por favor necesito que me rastrees este celular, Ximena esta borracha sola, le puede suceder algo. —tranquilo Ángelo, muchas mujeres se embriagan solas, eso no quiere decir que les pueda pasar algo malo. —por favor Luis, te lo estoy pidiendo, no creo que me toque repetírtelo, aunque te considero como un padre, recuerda que eres mi empleado. —está bien, lo que digas, no tienes por qué colocarte brusco, por favor trata de calmarte. Luis sacó su computador especial y empezó a triangular la posición del celular de Ximena. —mira Ángelo, en efecto tienes razón, se encuentra en un bar que no es un buen sitio. Además, que, si se va en auto, ella está lejos de su casa y puede sufrir un accidente o si la cogen en un retén de la policía la pueden echar a la cárcel por conducir bajo los efectos del alcohol, me parece que son tres años de cárcel. —por favor Luis llama a ese bar, diles que la protejan, averigua quién es el dueño y cuadra con ellos, si es el caso compra ese negocio, yo ya voy a ese sitio.
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