MI UNICA HERMANA

1719 Words
EMILY La decepción de enterarme de que el hombre que me enamoró estaba con mi hermana me carcomía. Hubiera habido un hilo de probabilidad, si estuviera con cualquier otra mujer, incluso con otro, pero no con mi única hermana, mi Ximena, quien técnicamente era mi única familia. No puedo soportar esta sensación que es como si tuviera un enjambre de cangrejos que me carcome por dentro, solo me quiero dormir para despertar en sus brazos y que no sea el hombre más prohibido. Ojalá esto fuese una cruel pesadilla, es que incluso rezo para tener alguna oportunidad; tengo mi altar con figuras de varios santos, a los cuales les pido mucho contando que ni siquiera parpadean mientras lloro. No sé cómo se le atribuye tanto a un objeto. Cuestiono cómo puede haber un creador justo, si me hizo con un corazón que a cada rato se empeña en quedar parado, que parece ser mi enemigo. Debe ser por eso que no merezco tener un amor con este órgano huelguista que de seguro no soportaría tanta carga emocional. Aunque no debo perder la fe, el hecho de que él esté con ella no quiere decir que se fusionen o que la puerta de la posibilidad remota desaparezca. Puede que se aburran o peleen, o que se disuelva el velo de la belleza de mi hermana en sus ojos y se fije en mí, aunque sea buscando el parecido familiar. Todo puede suceder. Aún tengo un atisbo de ilusión, un destello de una realidad en donde seamos esposos, envejeciendo juntos. “Tranquilízate, cálmate”. Me controlo a mí misma; siento que mi corazóncito se quiere revelar. No sé la razón o el porqué se empeña en querer descansar en una tumba fría por toda la eternidad. —Por favor, funciona. —le susurro intentando que sirva por la buena. No quiero tener que ir al médico a que nos llenen de chuzones. Intento relajarme, y el teléfono suena para empeorarlo todo, es Ximena. Le contesto modulando mi voz para sonar bien; si me invita a alguna parte, esta vez no me negaré de la forma en que lo he estado haciendo para evitarlo, al contrario, aprovecharé la ocasión para conocerlo, verle la cara cuando sepa que somos hermanas y fingir que soy la mejor cuñada del mundo. La que algún día le va a prestar su pecho para consolarlo por la perdida, que surja de pronto un sentimiento de agradecimiento o cariño, que poco a poco lo moldearé hasta transformarlo en amor. De nuevo el corazón me salta de un lado a otro, queriendo salir de mi ser. Mejor contestó la llamada diciendo: —Hola, hermanita. ¿Cómo estás? —Estoy preocupadísima, vuelta nada. —Y ¿eso que te sucedió, mi Ximena? —Pues ya no te dejas ver. —Es que he estado ocupada. En cuestión de los estudios, estoy en parciales, aunque te quería llamar para que salgamos a almorzar y de paso actualizamos el lavadero. —Por supuesto, hermanita, te llamaba para lo mismo y no pensaba recibir un no como repuesta, esta es una ocasión muy especial, quiero que conozcas a mi futuro esposo, si así es, me voy a casar y necesito que me ayudes a planear los preparativos de la boda, además de que serás la dama de honor. Me suelta esa bomba nuclear sin piedad; ya sé que ella no se imagina que su futuro esposo es el hombre de mis sueños. De nuevo mi corazón se quiere salir de mi pecho, es como si fuera uno de esos ancianos sindicalistas que quieren acabar la empresa a punta de paros. Parece que se resquebrajará en miles de pedazos y un enjambre de cangrejos me devorará por dentro. Desearía poder arrancarme las entrañas para no sentir este dolor. En el teléfono escucho la voz de mi hermana que grita: —¿Estás bien? Dime algo, sé que eso te emocionaría, ¿por favor contéstame? ¿Cómo estás? —Estoy bien, te felicito, es un día muy especial, espera, ya te marco, es que me ocupe en algo—, le cuelgo tirándome al piso, arrastrándome en busca de mi medicina, una sustancia a la que está ligada mi vida, algo que prueba que mi existencia es solo una burla a los designios divinos, una aberración científica que trata de violar las leyes naturales. Es que no es justo que mi hermana lo tenga todo, quizás también me robó la salud en el vientre y ahora me roba el amor. Siento un ardor que quiere explotar mi cabeza, esa debe ser la envidia que me quema viva; abro un cajón con gran dificultad, saco mis pastillas, que me las paso sintiendo su amargo sabor, que me parece dulce comparado con el sinsabor que me deja la llamada de mi hermana. Me la imagino riéndose abrasada con el galán quien le cuenta que una niña boba le coqueteó descaradamente y ella burlándose de la ilusa que no sabía que su hombre estaba marcado con sus besos. Pero es que se trata de eso; ella tuvo suerte de verlo primero, de lanzarle sus redes antes, quién sabe hace cuanto; de seguro se tuvo que agarrar de las greñas con otras, pudo haber luchado una guerra con sus encantos y después de todo era mi hermanita a la que amaba. Así que yo tenía que desearle los mejores éxitos; ella se merecía al mejor hombre, con verla feliz es suficiente premio, así que mejor decido llamarla de nuevo para felicitarla como se debe: —Hola, quién es—, esta vez me contesto un hombre que se escuchaba respirando con dificultad, le colgué de inmediato con mi imaginación que volaba a alturas insospechadas, visualice a mi hermana devorando a mi macho, antes no lo creía posible. De nuevo, un torbellino de emociones me querían destruir desde adentro; apenas digería que eran pareja y ya tenía que soportar, que fundieran sus seres, que sus cuerpos desnudos se complementaran, lo que yo fantaseé en mis momentos solitarios. Este fue otro motivo para que mi corazón decidiera echarse a la protesta. No comprendo su afán por empujarnos a una tumba fría para toda la eternidad; quizás el problema es que no quería ser mi centro. De pronto se preparó para ser riñón y le tocó meterse de corazón porque ya encontró los puestos ocupados. Otra vez el celular suena, sacándome de mis estúpidos ensimismamientos. —Hola, Emily, ¿estás bien?—; es Ximena quien también se escucha agitada, tomo aire tratando de que mi voz suene normal, incluso recuerdo el truco de sonreír antes de contestar un teléfono: —hermanita, es que colgué porque supuse que había marcado mal, lo que pasa es que llamé en mal momento, deben de estar haciendo ejercicio, ya que te escuchas fatigada—; le digo con ganas de morderme un codo, deseando que me diga que no es lo que yo pienso, que estaban en un trasteo, no en un jaleo y ella solo me responde: —estoy muy preocupada por ti, incluso te escucho rara, ya voy para allá—, comenta y yo la conozco, sé que no demorará en llegar a mi nuevo departamento. Así que solo me queda mentirle, la verdad no quiero verla, de imaginar que ella me quitó la posibilidad de tener algo con mi enamorado y será peor si huelo su perfume en ella, de seguro me desesperaré peor y no habrá medicamento que me salve. De forma que le contesto alguna patraña: —no, hermanita, todo está bien, es que tengo mucho sueño, por eso ya me voy a acostar a dormir, mejor nos vemos después—, le cuelgo sin esperar su despedida y me desquito con el celular arrojándolo a la pared donde se estalla de la misma manera que mi corazón, y eso no me desahoga, aunque siento algo de refresco. Entonces tiro las lámparas, unos vasos, el televisor; parezco un huracán destruyendo las cosas que me pase horas escogiendo; vuelvo añicos lo que mucha gente desearía tener, y cuando no encuentro que más romper, rompo en llanto. Me desquebrajo sintiéndome impotente, maldigo mi suerte por ser una mujer defectuosa de fábrica, me acuesto en la cama, envolviéndome en las sabanas, deseando que me ahorquen, que me lleven de este mundo para uno donde pueda encontrar la felicidad. Muchas veces me han dicho que si nací con este impedimento, de seguro tendría otras cualidades desarrolladas en compensación de la manera como un ciego tiene mejor desarrollados los otros sentidos… Eso hasta ahora no lo descubría, pues mi vida ha sido un caos, desde que mis padres los mataron en esas balaceras de mafia. Luego, cuando nuestra tía nos metió en ese orfanato para protegernos del degenerado de nuestro tío, donde los demás niños se burlaban de mi debilidad, que de no ser por Ximena, de seguro me le hubiera tirado a un carro o terminaría ahogado en una alberca. Tal vez mi don especial era buscar problemas o tener penurias, una vez vi una película de un superhéroe cuyo poder consistía en saber de qué color tenía la ropa interior una persona, por supuesto una cualidad estúpida, aunque el sujeto la utilizaba muy bien. Mientras que a mí no se me ocurría emplear lo mío y de verdad que ya estaba cansada de despertar lástima. Odiaba que me menosprecien, que me minimicen. Solo quiero ser como mi hermana, que la gente la admire, que le hagan calle de honor por donde anda. Yo soy fuerte, es que este corazón me salió flojo, altanero y además con mala suerte, ya que siempre me enamoro del hombre equivocado, a poco ese es el problema. Tal vez debería dejarme llevar por la moda y todas esas películas nuevas donde nos muestran que una relación con el mismo sexo es algo muy dulce, incluso heroico. Puede ser que el amor de mi vida use tacones y me deje untada de colorete. Mejor decido irme a dormir, ya que prometí ir en la mañana al orfanato, eso haré y sospecho que me ocuparé de tal manera que no pueda asistir al almuerzo con la feliz pareja, lo siento por mi hermana que le fallaré de nuevo, ya me estoy pareciendo a mi corazón con tanta falladora.
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