XIMENA
Al otro día no fue capaz de ir a dar clase a la universidad, sus alumnos lo extrañaron especialmente Mía y Ximena, aunque la primera tenía otro asunto que la atormentaba, el cual quiso contarle a Mía para descargar su preocupación.
—Amiga, tengo un problema verraco.
—Ximena, déjame adivinar, ¿está embarazada del profesor?
—No, eso no, no hicimos nada de nada, aún, quién sabe si el fin de semana, pues él me invitó a su finca en la ciudad de Melgar.
— ¡Huy!, te vas de plan completo a nalguear.
—Ja-ja-ja, pero me da miedo.
—¿De qué? Ni que fueras una niñita.
—Es que hace mucho que no estoy con un hombre.
—Huy, Ximena, no sé cómo puedes vivir así, ¿y hace cuánto?
—Pues la verdad, desde siempre, yo nunca he estado con un hombre, qué vergüenza contarte eso.
—Huy, no te lo puedo creer, amiga mía, me estás mamando gallo, si hasta estuviste o estás casada.
—Eso fue una farsa, con ese señor ni nos besamos o bueno, supongo que sí, pero no hicimos el amor ni nada parecido, fue algo que estaba pactado por mis padres y su abuelo.
—Como las bodas de antes, ¿y qué sucedió?, ¿Era gay?
—No, no supongo, era un idiota, dejémoslo en eso.
—Yo escuché que necesitabas casarte.
—Sí, Mía, lo necesitaba con urgencia, después te lo cuento, primero te comentaré lo que tengo entre pecho y espalda, que me incomoda, que siento que me parte en dos.
—En dos es que te va a partir el profesor el fin de semana.
—Viste que en la mina de Muzo hubo un derrumbe, eso salió por la televisión.
—Tu mina Ximena, tienes que decir mi mina de esmeraldas.
—Las minas son del gobierno, simplemente mi compañía tiene la concesión para explotarla, mi padre consiguió la administración, por eso debo cuidar eso, además de que mi tío, asqueroso, originó muchos problemas con la comunidad, cosas que me ha tocado curar, ahora este accidente lo agrava todo, ya un ministro me insinuó que nos podrían quitar la concesión.
—Pues te toca untarlos de billete, Ximena. Así funcionan las cosas en este país y en muchos´más.
—Si desde luego, aunque también el gobierno envió a investigar a un detective de renombre, cada rato es nombrado en los medios, se llama o le dicen “Das”, este me envió un correo electrónico ayer que había encontrado unas pruebas de que el derrumbe había sido provocado por alguien, que estaba siguiendo las pistas de los culpables, estaba revisando la bandeja de entrada y me llegó un correo anónimo que me dejó estupefacta, decía que si seguían investigando el derrumbe de la mina, a la próxima que le caería tierra encima sería a mí, y por paladas, me adjuntaron un catálogo de ataúdes, bonos funerarios y un poco de esas cosas, la verdad me preocupé mucho.
—Ximena, desde luego que te comprendo, deberías trastearte, yo me enteré de que encontraron unos carros llenos de muertos cerca de tu casa, ¿qué está raro que, aunque les quitaron los documentos y los celulares, les dejaron el dinero y las joyas, por favor amiga por lo que más quieras vete a vivir conmigo y contratemos a unos guapos guardaespaldas, pero no dejes de ir este fin de semana con el guapo Ángelo o Profesor D?
—Mía, tengo una inquietud, que se me olvidó de preguntarle ¿por qué es profesor D?
—Es de Doug, es como harina en inglés, escuché que le gusta mucho preparar pizza, eso creo.
—Ojalá, con tal de que no sea de la harina que se mete por la nariz, todo bien. Mía, tú sabes que no soporto a la gente que tiene que ver con el narcotráfico.
…
Llego el esperado fin de semana, Ximena sentía miedo e indecisión, no se sentía capaz de irse con un hombre a solas un fin de semana. Si bien era cierto que ya no era una adolescente, con escasos 24 años, tiempo en que aún se consideraba joven, aunque no una niña, le costaba trabajo prepararse para lo que eso consistía. Es imposible considerar que ese hombre no intentaría tocarla y que, con eso, ya se estaba pasando de tiempo. Todas sus amigas ya habían tenido muchas relaciones, la mayoría desde los quince años. Ya estaba atrasada diez años, se acostó en la cama apretando la cara contra la almohada, de solo imaginar a Ángelo desnudo, se dijo: «sería delicioso verle ese cuerpo desnudo y más sentirlo».
Quizás debería intentarlo, aunque no debería ser tan fácil, ni siquiera eran novios, apenas unos besitos. Aunque su fallido matrimonio sin consumar le había enseñado que la espera desespera, se carcajeó al darse cuenta de qué estaba pensando como una chiquilla, se paró viéndose al espejo y se formuló:
—Ximena, ya eres toda una mujer, es tiempo de que este cuerpo descubra lo que puede hacer y sentir, lo que un hombre le hace, es hora de calmar sus ansias que solo calmaba, manteniéndose ocupada o con duchas frías, ¿qué tal tenga telarañas? ¿O está dura y no puede entrar? Debo saber cómo sea ir y aprovechar, en caso de que se quiera dar de respetuoso, tomaré la iniciativa y lo violaré, me quitaré el traje de morronga, el de monja y me disfrazaré de gata en celo, me iré de Bogotá virgen y volveré sabiendo que se siente degustar el postre al que tienen acceso los ricos y pobres.
Se alistó bien vestida y perfumada, empacó trajes de baño, tres mudas de ropa y toda su sexi ropa interior, se emocionó cuando sonó el teléfono y era un número desconocido, —es Ángelo, —pensó, solo que una voz aguda le anunció:
—Señorita Ximena, la necesitamos con urgencia en la clínica Reina Sofía, sé que no debo decirle esto por teléfono, lo que pasa es que sus padres fueron traídos porque sufrieron un accidente automovilístico.
Casi se desmaya, su mente quedó por unos segundos en blanco y luego se le vino un chorro de recuerdos, cómo sus padres biológicos habían muerto en un carro. Recordó ese espantoso día en que sobrevivió con su hermana, en que sus padres al chocar contra un muro ya estaban muertos. Unos tipos con uniformes verdes, les dispararon desde unas motos. La remembranza era cortada por un símbolo de unos huesos en forma de D.
—Señora Ximena, ¿está bien? —sonaba la voz chillona por el teléfono sacándola de su reflexionar.
—Sí, señora, ya voy para allá.