Tenía el labio partido, los ojos hinchados y una especie de venda en la nariz. ¿Qué diablos había pasado? Caín me miró y entró al ascensor. - Gusto en verte, Basil. Los dejo para que se pongan al día. – el ascensor se cerró y el se marchó. - No sabía que vendrías hoy.- miró hacia los lados, evitando mi mirada. - ¿Qué hubieras hecho si lo supieras? ¿Cerrarme las puertas de la empresa para que no viera tu desastre? ¿Dónde está Alex? - ¿Por qué tendría que saberlo? - ¿Por qué tendrías que saberlo? ¿El te ha hecho eso? - Eso no importa. Vayamos a mi oficina. - ¿La que no tiene secretaria? – Lo seguí mientras iba mirando con mala cara a todo el que se detenía a observarnos. Cuando llegamos a su oficina todavía no había ninguna secretaria. - ¿Y bien? ¿Qué le hiciste a Alex para