—No, solo soy su maestra. Del colegio nos enviaron a mi y a la enfermera, solamente es mientras sus padres llegan. —De acuerdo —dijo el médico finalmente y algo resignado. Lo vi marcharse hacía la enfermera del colegio que supongo le estaba explicando las circunstancias de Sofía en ese momento. La niña estaba demasiado roja en sus mejillas, sus labios temblaban y aunque ya tenía los medicamentos conectados por medio de la intravenosa, aún se veía mal. Yo me encontraba terminando de cerrar mi salón de clases, revisando que las cosas quedaran tal y como lo exigían el protocolo del colegio y fue entonces cuando la vi al salir de mi salón. Estaba sentada junto a una de las ventanas del amplio pasillo con pisos de madera, el colegio era tan decadente en su arquitectura como el valor de las