CON EL ALMA ROTA.

1612 Words
—Jessica ¿estás segura? —Es mejor que hablemos con ellos, ahora y no cuando sea demasiado tarde. —Tienes razón, pero no quiero hablar con ellos sin tener un plan. Al menos necesito tener un trabajo y que entiendan que voy a responder por ti y el bebé. Que no voy a dejar que nada en tu vida cambie. —Steven, estoy segura de que todo saldrá bien —su delicada y pequeña mano me acarició. Tampoco le habíamos dicho a mi madre y estaba seguro de que ella enloquecería con la noticia, porque nuestra situación económica es muy diferente a la de los padres de Jessica, la diferencia radicaba en varios millones de dólares. Aún así, yo tenía la certeza de que mi madre me apoyaría en cualquier situación. Pero mi error fue creer que los padres de Jessica actuarían de igual forma. Mi presencia no era del agrado de su madre, pues para ella yo no era más que un arribista interesado, aunque su padre me trataba con toda la amabilidad del mundo y era respetuoso de nuestra relación, sabía que sentía cierto recelo. —¿Estás lista? —Sí —me contestó tan firme y segura sin tomar mi mano, que avanzamos por los grandes pasillos de su inmensa casa, para finalmente llegar a la puerta del despacho de su padre. Tres golpes a la fina madera y la respuesta aceptando nuestro ingreso al lugar hacía que la ansiedad y los nervios me atravesaran como flechas directo al cerebro, estaba muerto en vida. —¡Qué placer verlo! —nos saludo el hombre, alto y firme que siempre había sido el padre de Jessica. —Papá, hola. No te vi en el desayuno. —Tuve que salir temprano esta mañana, una reunión con los socios. —¿Y mamá? —se tuvo que aclarar la garganta, estaba a punto de llorar. Afirme mi mano en la suya para que no tuviese miedo— Creí que estaría aquí como siempre, junto a ti. —Estaba aquí hace unos minutos pero... La puerta se abrió nuevamente y nos dejó ver la escultural e imponente figura de su madre, esa mujer era tan sensual como terrorífica en iguales proporciones. Sus ojos me miraron con el mismo desprecio de siempre, creo que si yo tuviese el rostro de una cucaracha me abrazaría, pero no, simplemente era pobre y eso para ella era suficientemente malo. —Lo trajiste —dijo mientras se acercaba a su esposo. —Es mi novio, madre —Jessica estaba a punto de colapsar y eso no era conveniente en nuestra posición. —Hija, te he dejado en claro que... —Tenemos que decirles algo y se que no es fácil, ni lo van a tomar bien y tal vez me odien pero... —¡NO! —gritó la mujer inclusive antes de que Jessica continuará— No voy a permitir que te cases con esta alimaña de barrio bajo, eres mi hija y como tal debes unir tu apellido al de alguien importante —estaba roja de ira y parecía querer matarme. —Tranquila querida, estoy seguro que nos van a contar que irán juntos al baile o a una excursión. Y no porque te crea poca cosa para mi hija —aclaró el hombre, que era tan amable como siempre—. Si no, porque estoy seguro que aunque están profundamente enamorados no son tan estúpidos como para atar sus vidas tan pronto. Tienen un futuro por delante y tú —dijo señalándome directamente a mi—, tendrás uno muy grande, eres talentoso y dedicado. —Gracias señor, pero creo que debemos hablar con honestidad y debo ser yo quien responda ante ustedes. La mujer al escuchar mis palabras y el tono de voz tan serio que estaba usando, se enderezo camino frente a mi y se detuvo a pocos pasos. Parecía estar lista para lanzarse sobre mi y cortar mi garganta. —Jessica está embarazada y es mío, el bebé —las palabras salieron un poco pegadas, torpes, arrebatadas en mi lengua y casi parecían no tener sentido. Pero eran una realidad. Sin embargo la respuesta no llegaba, de ninguno de los dos. Parecían haber sido suspendidos en el tiempo y sus rostros congelados. Ni un músculo se movió en ellos. —Papá, mamá... —susurró Jessica con los ojos llenos de lágrimas, se había quebrado por completo. —¿Es una broma, verdad? —su padre fue el primero en hablar y aunque su voz continuó siendo firme, sus ojos estaban tristes, apagados y con una gran mancha de decepción en ellos— Es una cruel manera de decirme que la llevaras al baile de tu graduación. —Yo quisiera que la realidad fuese otra —continúe, pero mi voz ya era un hilo—. Fue un error y... —¡Es un error! —entonces la furia en forma de mujer había hablado, su madre estaba allí para decir todo lo que se había tenido que callar por siempre— Ese... eso es... un bastardo y es un error —me puse de pie molesto—. No me importa que tanto quieras enfrentar mi posición, pero es un bastardo y no es más que un error, un error fulminante para ambos, porque aunque te detesto eres brillante y mereces más que esto. Te lo dije —esta vez estaba mirando a su esposo—, te dije que no debían estar juntos. Toda esa estúpida fantasía del amor adolescente terminó como lo que fue desde un principio, ¡Un m*****o error! —Ya tengo otro trabajo —por supuesto que mentí— y pueden tener la certeza de que nunca les va a faltar nada, me voy a esforzar tres veces más por... —Vacaciones en los alpes Suizos —dijo la madre de Jessica. —¿Qué? —yo estaba confundido. —A Jessica le gusta tomar sus vacaciones en los alpes suizos, otras veces ama estar en las playas de Brasil, o en el rancho de sus abuelos en texas. También le encantan los postres de la pastelería francesa y hacer cenas con Chefs privados para sus amigos. Eso por decir lo poco a lo que ella está acostumbrada. ¿De verdad crees que con un trabajo puedes darle todo eso? Yo estaba allí mudo, con la cabeza a punto de hundirla en el agujero más grande de la tierra y no volver a salir. Pero la voz de Jessica poniéndose de pie a mi lado fue una sensación reconfortante. —Eso no me importa. Lo amo, los amo —puso una mano en su vientre—. Y aunque no parezca suficiente, lo es. Sólo quiero su apoyo para terminar la secundaria y la universidad, no pido demasiado, yo... —No —su padre fue tajante y aquello no lo esperaba—. Nunca tuve recelo contra ti, por tu condición económica, es lo que menos me importaba, pero me han defraudado, han defraudado mi confianza y eso no se puede reparar. Quieres tener el bebé, lo tendrás lejos de mi casa y lejos de mi apellido. Si quieres terminar la preparatoria lo harás lejos de mi casa y de mi dinero. Ya no eres mi hija y espero por tu bien que tomes la desición correcta. —¡Papá! —Jessica se acercó a su padre e intentó abrazarlo, pero el hombre estaba como un hielo. —Señor, yo no creo que sea justo, ella tiene uno de los mejores promedios de su clase y... —Puedes regresara a casa, pero solo tu. No tenemos espacio para nadie más. El hombre se retiró del lugar de inmediato, sin dar espacio a una súplica, una petición o algo parecido. Pero por parte del hombre no tendríamos nada. —Hija —repentinamente su voz pasó de ser de una villana a la de una hada madrina—, escuchame. Se que puede ser dificil ver el panorama completo, pero tienen más opciones, tener un bebé no es la única y tampoco la más idónea. Pueden darlo en adopción o... —O no tenerlo —Jessica estaba molesta y sus ojos llenos de lágrimas, estaba odiando a sus padres. Y odiándome a mi. —O no tenerlo —repitió la mujer, que se puso de pie y me miró—. Steven, nunca me has agradado, por muchas razones y no solo tu dinero. Soy mujer y se perfectamente lo que causas, tu cuerpo, tu sonrisa, tu inteligencia y carisma, eso confunde y más en la adolescencia, eres el primer amor de mi hija y siempre será así, no pude evitarlo aunque me esforcé por hacerlo. Se supone que eres el hombre que una mujer debe conocer cuando ya se ha cansado de besar sapos porque eres como un príncipe azul, sin dinero, pero serás un príncipe. No le hagas esto a mi hija, no te lo hagas a ti. —No voy a abortar —Jessica tomó mi mano y aunque el llanto no la dejaba ponerse en firme, su alma estaba rota—. Steven, debemos irnos. —Jessica, piensa bien tus opciones. Una vez salgas por esa puerta... —No pienso regresar, no pienso dejar a mi familia porque la mía me acaba de abandonar. Mi cerebro estaba contrariado en miles de maneras diferentes, pero al mismo tiempo estaba emocionado y feliz porque Jessica me había elegido a mí y a nuestro bebé. Había dicho familia y eso era algo que yo no había tenido, no de una forma normal. Pero estaba dispuesto a entregarle el cielo y la tierra a la que acababa de formar.
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