Mis manos dolían, había intentado tomarlas y abrirlas y no tengo ni puta idea de dónde había sacado tantas fuerzas para evitar que me las abriera, el quería volver a ver las cicatrices, él quería volver a humillarme y eso no se lo iba a permitir. Luego de esa noche cambié mis prendas ligeras o camisetas, aunque estábamos en invierno, por prendas con mangas largas y cuellos altos, solo pantalones. Sin embargo cuando no le di lo que quería, volvió a arremeter con fuerza, sus manos firmes me arrancaron del suelo y me empujo con fiereza dentro del armario del salón y allí mi espalda chocó con el estante, sus manos rodearon mi t*****o y me levanto abriendo mis piernas, podía sentir su erección y de nuevo estaba excitada. Sin tener que estarlo. Lo deseaba, pero la rabia era más grande. ¿Qué