—Llegaste temprano —Martina estaba en la cocina. —Hola. Yo... —me detuve a mirarla porque su nariz estaba demasiado roja— Estas llorando. —No —dijo y metió su cabeza aún más entre su pecho. —¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras? —me acerqué inquieta, Martina nunca lloraba. La conocía desde el jardín de infantes y ella nunca lloraba, no lloró cuando la niña más linda de todas Courtney le cortó sus hermosas trenzas, tampoco lloró cuando su ropa se ensució con pudin de chocolate y todo en la escuela se mofaron de ella diciendo que se había hecho en sus pantalones, no lloró cuando sus padres se separaron y tampoco cuando su mascota Fluffy murió. Martina en definitiva no lloraba. —Ven aquí —la rodee con mis brazos y la abrace. Porque Martina tampoco era esa clase de persona que le gustaba qu