Liam se miró en el espejo retrovisor, ajustándose el cuello de la camisa, intentando convencerse a sí mismo de que aquella cena con Luz era lo que necesitaba para distraerse. Bianca es solo la niñera de Leo, se repetía, como si las palabras pudieran disipar el torbellino de emociones que lo atormentaba cada vez que pensaba en ella. El eco de la sonrisa de Bianca, sus ojos brillantes, y su risa suave parecían haber echado raíces en su mente, y por más que intentaba, no lograba sacársela de la cabeza. Solo hacía unas horas, Leo le había contado emocionado cómo habían pasado la tarde jugando juntos, y el orgullo y la gratitud que sentía hacia Bianca por cuidar tan bien de su hijo solo intensificaban su atracción. —¡Liam! —Luz lo sacó de sus pensamientos cuando llegó, sonriéndole con nervios