Después de que Leo se quedara dormido, tanto Liam como Bianca pudieron finalmente relajarse. La sala estaba en un suave silencio, interrumpido solo por el sonido ocasional de la respiración tranquila del niño en su habitación. Bianca se sintió aliviada al ver que había logrado calmar a Leo y que, aunque el día había comenzado con desafíos, había terminado en armonía.
—Creo que es hora de irme —dijo Bianca, levantándose del sofá y estirando los brazos con un ligero suspiro de satisfacción.
Liam la miró, sintiendo que, aunque habían compartido solo unas pocas horas juntos, había algo especial en la conexión que estaban formando.
—Gracias por todo, Bianca —respondió, genuino—. No solo por la leche de banana, sino por ser tan genial con Leo.
Bianca sonrió, pero antes de que pudiera salir, dudó y se volvió hacia él. Había algo que quería decirle, algo que había estado pesando en su mente desde que llegó esa mañana. Sabía que era una extraña, pero tal vez un consejo no le vendría mal.
—Liam, antes de irme, me gustaría hablarte sobre algo —dijo, el tono de su voz volviéndose un poco más serio—. Creo que deberías considerar establecer algunas reglas en casa con Leo.
Liam frunció el ceño, un poco sorprendido por la sugerencia.
—¿Reglas? —preguntó, intentando entender su punto—. ¿A qué te refieres?
Bianca se acercó un poco más, buscando el mejor modo de expresar sus pensamientos.
—Mira, Leo es un niño amoroso y divertido, pero a veces puede confundirse sobre lo que está bien o mal. Creo que establecer límites claros podría ayudarle a entender mejor su comportamiento —explicó—. No estoy diciendo que no lo estés haciendo bien, solo que tal vez unas reglas simples podrían hacer que sea más fácil para ambos.
Liam asintió, reflexionando sobre sus palabras. Ella tenía razón, y en su interior sabía que había estado dando prioridad a la felicidad inmediata de Leo sin pensar en las consecuencias a largo plazo.
—No sé cómo hacerlo —admitió, su voz honesta—. No tengo un manual de cómo ser padre. A veces, creo que al darle todo lo que quiere, sin que le falte nada, podría estar malcriándolo.
Bianca sintió una punzada de empatía por él. No era fácil ser un padre soltero, y la carga de esa responsabilidad podía ser abrumadora. Sin pensarlo, se acercó y lo abrazó, sintiendo la tensión en sus hombros y cómo se relajaba al contacto. Era un gesto sencillo, pero cargado de comprensión.
Liam se sorprendió al principio, pero luego correspondió el abrazo, sintiendo que la calidez de Bianca le brindaba un poco de alivio. En ese instante, ambos comprendieron lo abrumado que podía sentirse el otro.
Cuando finalmente se separaron, ambos tenían las mejillas rojas, un poco sonrojados por la intimidad del momento. Había algo reconfortante en esa conexión, y la vulnerabilidad compartida los unió un poco más.
—Entonces, trabajaremos juntos para que Leo sea un mejor niño —dijo Liam, sintiendo que había una nueva determinación en su voz.
—Sí, definitivamente —respondió Bianca, sonriendo—. Podemos apoyarnos mutuamente. No tiene que ser un proceso solitario.
Con un ligero aire de camaradería, ambos se despidieron. Mientras Bianca se alejaba, Liam se sintió aliviado, como si un peso se hubiera levantado de sus hombros. Había algo prometedor en la idea de formar un equipo, no solo por el bienestar de Leo, sino también para su propio crecimiento como padre.
Mientras la puerta se cerraba tras Bianca, Liam se dio cuenta de que su hogar estaba empezando a transformarse en un lugar más estable. Tal vez la ayuda de alguien como Bianca no solo beneficiaría a Leo, sino que también le permitiría a él encontrar un camino más claro en la paternidad. Estaba decidido a establecer esas reglas, a ser un mejor padre y a crear un ambiente donde Leo pudiera prosperar.
Esa noche, antes de irse a la cama, Liam se quedó mirando a su hijo mientras dormía. La tranquilidad de Leo lo envolvió en un manto de amor y responsabilidad. Sabía que aún había mucho por aprender, pero estaba listo para enfrentarlo, con la certeza de que no estaba solo en esta aventura. La vida tenía sus altibajos, pero ahora había una nueva luz en su camino.
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El día siguiente amaneció con un brillo especial. Liam se despertó sintiendo que la vida había adquirido un matiz diferente. Había una ligera ligereza en su corazón y una nueva energía en su interior. No solo él lo sentía; al llegar al trabajo, sus compañeros de oficina también notaron el cambio.
—¡Mira quién se ve radiante hoy! —exclamó James, acercándose con una sonrisa amplia—. ¿Qué ha pasado, Liam? ¿Te has ganado la lotería o algo así?
Liam sonrió, sintiendo que la energía de James era contagiosa.
—No, nada de eso —respondió, sintiéndose un poco incómodo con la atención—. Solo... tengo algunas cosas buenas sucediendo en casa.
James lo observó con una mirada inquisitiva, como si intentara descifrar el enigma que era su amigo.
—¿Como qué? —preguntó, apoyándose en la mesa de Liam con un aire de complicidad.
Liam se encogió de hombros, intentando mantener la conversación ligera. Sin embargo, la verdad era que se sentía más seguro en su papel de padre, especialmente con Bianca ayudándolo.
—Bianca ha sido increíble con Leo. Me ha dado algunos consejos sobre cómo manejar ciertas cosas, y eso ha hecho una gran diferencia —dijo, dejando escapar una sonrisa al pensar en ella.
James levantó una ceja, notando la chispa en el tono de voz de su amigo.
—Parece que no solo eres un mejor padre, sino que también estás disfrutando de la compañía de la niñera —bromeó—. Deberías decirme más sobre esto.
Liam se sintió un poco incómodo. La última cosa que quería era que su entusiasmo por Bianca se interpretara de la forma equivocada.
—No, no es eso. Solo me parece que es una buena persona, eso es todo —respondió, intentando mantener la calma mientras su corazón latía un poco más rápido.
James no se dio por vencido.
—Vamos, Liam. Todos sabemos lo hermosa que es. No me digas que no te has dado cuenta de eso —dijo, con una sonrisa cómplice—. A veces, un poco de romance no le hace daño a nadie.
Liam sintió que su rostro se encendía. La idea de que sus compañeros pudieran darse cuenta de su creciente interés por Bianca lo ponía nervioso.
—No quiero que se malinterprete, James. Ella es la niñera de Leo. No sé si es correcto... —dijo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
James lo interrumpió, levantando las manos en señal de rendición.
—Está bien, está bien. Solo quiero asegurarme de que estés considerando tus opciones. No es como si estuvieras haciendo algo malo. Todos merecemos ser felices, incluso tú —respondió, su tono más serio y comprensivo.
Liam asintió, aunque aún se sentía un poco dividido. Había algo en Bianca que lo atraía, algo que lo hacía sentir vivo nuevamente. Pero la idea de comenzar algo con ella mientras era la niñera de su hijo lo hacía dudar. No quería complicar las cosas, especialmente cuando finalmente sentía que había logrado un poco de estabilidad en su vida.
En ese momento, Clara se acercó al grupo, escuchando parte de la conversación. Con una sonrisa traviesa, interrumpió lo que parecía ser un intercambio profundo entre Liam y James.
—Ya que nuestro querido Liam está más libre, podríamos organizar una salida —sugirió, su tono lleno de picardía—. Y quién sabe, tal vez le abra las puertas al amor.
Liam se quedó pasmado, sintiéndose expuesto ante la idea de salir y conocer a alguien nuevo. Su corazón dio un vuelco al pensar en la posibilidad de una cita, pero también se sintió incómodo con la idea. ¿Era realmente el momento para eso? Había estado tan enfocado en ser un buen padre que no recordaba la última vez que había estado con alguien en la cama, y esa realidad lo hizo reflexionar aún más.
—Clara, no sé si eso es lo que necesito en este momento —respondió, tratando de mantener la compostura, aunque su mente estaba en desorden.
James se rió, disfrutando de la reacción de su amigo.
—¿Por qué no? ¿Desde cuándo es malo salir y divertirse un poco? —dijo, incitándolo con un guiño—. Todos sabemos que has estado atrapado en tu papel de padre. A veces, un poco de diversión no hace daño.
Liam se pasó la mano por el cabello, sintiéndose atrapado entre sus deseos y sus responsabilidades. Quería ser un buen padre para Leo, pero también había una parte de él que anhelaba una conexión, un momento de felicidad más allá de la rutina diaria. Sin embargo, el dilema seguía presente: ¿estaba bien explorar esa posibilidad mientras tenía a Bianca en su vida?