ALISON SE QUEDÓ DORMIDA AL LADO DE PETER. Alison no suele soñar demasiado pero esta vez no pudo evitarlo.
Se encontraba en el Refugio, un gran campamento lleno de semidioses y legados que corrían de un lado a otro. Todos los refugiados debían portar pañoletas rojas alrededor del cuello para ser identificados, pero esta vez algo era diferente. La mitad de los bungalows donde se hospedaban los semidioses y legados estaban destruidos por completo, a otros les falta el techo o un par de paredes. El bungalow de Poseidón y el muelle estaban ardiendo en llamas. Los refugiados corrían a ayudar a sofocar el fuego pero era inútil y las llamas se alzaban cada vez más.
Alison corrió hasta su bungalow esperando que sus hermanos estuviesen bien, pero lo único que encontró fue otro desastre. Uno de sus hermanos, Darius, había quedado atrapado debajo de los escombros del derrumbado bungalow. Desesperada, Alison corrió a ayudar. Hizo crecer una vid rápidamente y la enredó por la viga y tiró de ella como si fuese una soga. Al ver que no pudo levantarla, siguió gritando y haciendo aparecer más vides para tener más agarre. Pronto la viga se movió y pudo sacar a Darius de los escombros. La sangre de Darius manchaba sus cabellos pelirrojos y no daba señales de estar consciente. Sin saber que hacer, Alison lloraba sobre él y lo zarandeaba de un lado a otro con la esperanza de que despertase, pero no pasó.
Con mucho esfuerzo y determinación, cargó el cuerpo de su hermano en su espalda y caminó directo hasta la gran casona donde vivía su padre y su tío Hermes. La gran casona estaba intacta lo que hizo enojar mucho a Alison. Dejó a Darius sobre un sofá y fue a buscar a su padre, pero no lo encontró. Hermes tampoco estaba presente y Alison sentía que iba a enloquecer. Salió corriendo de la gran casona en busca de ayuda y fue directo al bungalow más cercano, la división de Atenea. Anell Cox, la novia de Peter, estaba ahí dirigiendo a los demás refugiados en diversas labores para sobrellevar la tragedia. La rubia se veía muy tensa pero daba seguridad y confianza, y eso era lo que necesitaba en ese momento. Alison se acercó a Anell y pidió una explicación a lo que lo único que Anell le dijo fue: “¿Qué no lo sabes? Dionisio y Hermes fueron arrestados en el Olimpo. Si Peter no hubiera muerto… nada de esto hubiera pasado”.
Alison se despertó en shock sintiendo una falta de aire. Cuando sus ojos captaron la luz del sol y el entorno era el del bosque, pudo comprender que solo fue un sueño. Uno muy aterrador. Hacía mucho tiempo que no tenía sueños como este. Cuando ella dejó el Refugio y le pidió ayuda a la diosa Hécate, esta colocó una barrera de disuasión de quince kilómetros alrededor de su hogar donde nunca sería atacada por monstruos ni tendría sueños típicos de un semidios tan vívidos. Dentro de esa barrera ella y su familia estaban a salvo de todo (incluso de Dionisio) pero ahora que estaba de viaje estaba completamente desprotegida.
Lo primero que Alison hizo fue buscar a Peter con la mirada. Aún estaba un poco asustada por el sueño donde Anell le decía que estaba muerto. Para su mala suerte, Peter no se encontraba por ningún lado. Esto hizo que el corazón de Alison latiera mucho más rápido, con miedo y preocupación de que el sueño pudiese cumplirse.
Caminó un par de minutos entre los árboles y encontró a un lado la camiseta de Peter hecha jirones, como si la hubiese arrancado un animal con mucha fuerza.
—Jensen… ¿Dónde te has metido? —Alison comenzó a murmurar y a lanzar maldiciones.
Y entonces como si fuese por arte de magia, Peter Jensen apareció por detrás de un árbol con el torso descubierto dejando todo su marcado y bronceado cuerpo a la vista.
—¿Llamabas?
—Tápate, exhibicionista.
Alison le lanzó la manta que tenía cuando despertó y Peter sonrió por que ella se veía increíblemente tímida en ese momento.
—¿Y esas heridas? — preguntó ella — Esos rasguños en hombro no estaban ayer.
—Que buen ojo tienes. Fueron los monstruos. Saben que estamos aquí y toda la noche estuvieron molestando.
—Vaya problema. Debemos salir de aquí.
—Le saqué información a una furia que me atacó. Dijo que el camino no está muy lejos de aquí.
—¿Y te lo dijo así tan sinceramente?
—Bueno, era decirme la verdad o matarla.
—¿Y la dejaste vivir? — exclamó ella sorprendida
—Claro que no. No soy idiota.
Alison y Peter tomaron sus mochilas y se pusieron en marcha por el camino que señaló la furia. Caminaron sin decirse nada hasta que por fin, entre unos arbustos, encontraron el camino de piedra que los había traído en primer lugar.
—Pensé que moriríamos por ahí. —bromeó Peter
—Ni siquiera lo digas.
Siguiendo el camino de piedra, subieron la montaña y llegaron de vuelta al resort. En la habitación Peter se tiró sobre su cama muy feliz y Alison recogió su ropa y se metió a dar una ducha.
—¿Cuáles son los planes para hoy? — preguntó Peter cuando salió del baño aún con el cabello mojado pero completamente sano y sin heridas visibles.
Pero antes de que Alison pudiera responderle, Ryo irrumpió en la habitación dando un golpe en la puerta. Estaba claramente molesto.
—¡Alison! ¿Dónde diablos estuviste anoche?
De pronto Damian también irrumpió en la habitación y sostuvo a Ryo entre sus brazos para que no se acercara a dar ni un solo paso más.
—Fuiste tú, ¿verdad? Te la llevaste y aprovechaste de ella anoche. Te romperé las piernas y te mataré, Jensen. Te juro que te mataré.
Ryo estaba completamente loco y se esforzaba por soltarse del agarre de su amigo. Damian no podía detenerlo por completo y estaba sufriendo en silencio.
—Ryo, ¿se puede saber qué rayos estás diciendo? — reclamó Alison molesta y confundida.
—No voy a dejar que este tipo se aproveche de ti así de fácil. Lo mataré.
—¡Tonterías! Él no se aprovecha de nada. Es un amigo. ¿Qué no es lo que entiendes? — Alison le dio un golpe en la cabeza y Damian soltó una risotada.
—Él… él me dijo otra cosa. — Ryo murmuró un poco avergonzado.
Alison se detuvo a pensar y comenzó a unir las piezas mientras miraba acusadoramente a Peter que estaba abriendo la ventana y sacando una pierna por la escalera de emergencias.
—Él dijo… dijo que él te iba a hacer solo suya y eso me hizo encabronar, Al.
Alison apretó los puños y un aura aterradora cubrió su rostro.
—Bien. No te preocupes por eso, Ryo. Yo misma lo mataré.
Peter ya se había escapado. Había salido corriendo del lugar como si su vida dependiera de ello, porque en realidad si dependía de ello. Alison tomó las llaves de la habitación y salió corriendo por el pasillo más rápido que un rayo.
Ryo y Damian se quedaron en la habitación sin saber que era lo que estaba pasando. Damian estaba aliviado porque Ryo demasiado fuerte y ya estaba agotado. Ryo, por su parte, estaba feliz porque Alison iba a golpear a Peter, pero a la vez se sentía increíblemente triste.
—¿Crees que Lucy Luna me haga caso? — le preguntó Ryo a Damian.
—¿Te rendirás con Al? — Damian lo miró sorprendido, no era propio de él anunciar algo como eso.
—Ya no hay nada que pueda hacer. Está claro que Jensen ya me la quitó.
La sonrisa triste de Ryo le causaba sentimientos encontrados a Damian. Sabía que al menos ahora Ryo ya no recibiría más daño emocional, pero a qué costo… Querer a Alison lo estaba matando.
*
—¡VUELVE AQUÍ, COBARDE! — Alison perseguía a Peter a toda velocidad para acuchillarlo con su espada.
Peter, desesperado corrió aún más rápido adentrándose en un callejón entre un edificio y otro del resort planeando escapar. Alison de apresuró y también entró en el estrecho callejón.
—¡Vid! — gritó ella con las manos en la tierra
Una plata de vid se materializó saliendo de la tierra, furiosa, enorme y descontrolada. Parecía como una enorme ola verde que se tragaba todo a su paso. La gran planta se ramificó por las paredes y se entretejió como una pared gruesa cerrando la salida de Peter.
—Estás muerto, Jensen.
Ella tomó su espada y apuntó directo a Peter.
—Duelo a muerte con espadas. Anda, saca tu espada.
—No lo haré.
—Como quieras.
Ella se lanzó al ataque precipitadamente sin calcular nada. Dos segundos antes de que la espada atravesara el cuerpo de Peter, este se agachó rápidamente y levantó a Alison sobre su hombro haciendo que su espada se cayera al piso. Peter piso su espada cuando vio que la vid intentaba devolverle la espada a su dueña.
—Maldito seas…
—No soy bueno con las estrategias, pero esto es lo básico.
La espada de Alison volvió a su forma de collar y volvió a las manos de Alison. Peter comenzó a caminar con ella aún colgando sobre su hombro.
—¿Por qué le dijiste eso a Ryo?
—Mmm. — Peter se quedó callado por un momento pero luego sonrió ampliamente — Porque tú sí eres mía.
Alison se sonrojó salvajemente y por un momento agradeció que desde ahí Peter no pudiese ver su rostro.
—¡Que descaro el tuyo! No soy un objeto. No soy de nadie. Solo soy mía.
—No es cierto. — respondió él.
Peter se detuvo y bajó a Alison de sus hombros.
—Yo lo sé.
Aquellas palabras dieron como resultado que Alison se sonrojase aún más. Estaba avergonzada y claramente no podía decir palabra alguna. Ella se mantuvo callada y cubrió su rostro con sus manos para evitar la mirada divertida de Peter. Él estaba contento con lo que había logrado así que se apresuró y antes de que pudiese recibir un golpe fue y le dio un beso en la mejilla a Alison.
—Regresemos. — susurró.
Alison sentía que su rostro iba a explotar. Él causaba que muchas cosas se salieran de control a su alrededor y ahora incluso sus emociones. ¿Cómo podía Peter Jensen ser capaz de aturdirla de tal manera? Ella estaba enamorada de ese idiota semidios hijo de Poseidón… y él lo sabía. ¿Cómo? No tenía ni la más remota idea.
*
De vuelta en el hotel, cuando Alison pensó que nada podía ser peor, entraron en el vestíbulo y vio algo que la dejó en shock. Era Ryo Campbell, su mejor amigo, besándose apasionadamente con Ruby, una de las muchas chicas fáciles que inicialmente estaban detrás de Peter.
No entendía que estaba pasando. No podía dar crédito a lo que veían sus ojos. Ryo había sido su mejor amigo por años y jamás se imaginó que alguien como él pudiese rebajarse a ese extremo. Alison estaba aturdida y todo esto la había afectado mucho.
Peter tomo su mano y en silencio la llevó hacia el ascensor. Ella tenía la mirada perdida y a Peter le dolía verla así. Él apretó su mano para hacerle saber que él estaba ahí para ella, pero ni aún así podía hacerla reaccionar.
El ascensor se abrió y caminaron hasta la habitación compartida. Ella se limitó a sentarse sobre su cama con una mirada perdida entre sus pensamientos.
—¿No quieres comer algo? — preguntó Peter desde la puerta
—No. Gracias. — su voz era triste
Alison estaba deprimida y Peter quería animarla... pero no sabía cómo.
—Hey…
—Solo… Cállate ¿sí?
A Peter se le partió el corazón. Alison se acomodó entre las sábanas y hundió su cabeza entre sus dos almohadas. Peter cerró la puerta de la habitación y se acercó a la cama de Alison para abrazarla.
‘Tan cálido.’
Un solo abrazo podía hacer que todo mejorara.