PERO A PESAR DE QUE ESA ERA LA VERDAD, Peter no lo iba a admitir. Si alguna vez terminaba diciéndole a Alison lo importante que era para él, ella sería capaz de golpearlo, noquearlo y mandarlo de vuelta al refugio sin haber obtenido su objetivo. Alison posiblemente pensaría que era una tonta broma o un intento desesperado de su parte para convencerla de regresar con él y su padre. Peter no quería arriesgarse a malentendidos… al menos aún no.
Peter llevaba ya un rato mirando a Alison y Ryo conversar muy a gusto… y eso no le gustaba para nada. Las manos del semidios pasaron inconscientemente a su bolsillo y se pusieron a juguetear con una moneda dorada especial, aquella que se convertía en su espada de bronce. Cuando él obtuvo su espada, su padre le dejó en claro que esa arma no podía herir personas comunes, pero en ese momento Peter quería probar la teoría con Ryo Campbell.
—Alison~ Tengo hambre. — Ryo se acurrucó en el hombro de Alison como si fuese un pequeño niño que necesitaba mimos — ¿Tienes un poco de comida…?
—Mmm creo que tengo galletas en mi mochila… Déjame ver.
Peter sabía bien que Ryo estaba haciendo eso con el propósito de molestarlo. Esto era porque desde hace algún tiempo Peter estaba siendo más cercano a Alison de lo que Ryo había logrado en el tiempo que ellos se conocían. Ahora cada vez que podía, Ryo utilizaba estrategias para tratar de complacer a Alison y conquistarla… y eso Peter no lo iba a permitir.
—Alison. — Peter la llamó desde su asiento a lo que ella volteó — ¿Puedes venir un segundo?
Alison se sorprendió de que él la llamara pero decidió ir. Se deshizo del agarre de Ryo y caminó hacia Peter pasando entre los asientos del bus. Cuando Alison estuvo a su lado, él la jaló del brazo haciendo que ella se sentase sobre su regazo y la abrazó para que no huyera. Ryo ardió de furia y fulminó a Peter con la mirada, a lo que este solo se limitó a burlarse con una mueca infantil.
—Jensen, maldito seas… — Alison forcejeó pero no pudo desprenderse de su agarre fácilmente pues Peter era claramente más fuerte que ella y sus musculosos brazos no iban a ceder — Debo volver a mi asiento, suéltame.
—No quiero. Además creo que Mark dijo que quería ir a hablar con Ryo ¿verdad?
Peter miró a Mark con clara de complicidad. Mark no entendía nada, pero aún así obedeció. A él tampoco le gustaba la idea de que Ryo acaparara a Alison para sí mismo. Así, Mark se levantó de su asiento y se sentó con el jugador de basquetbol mientras que Alison se sentó en su lugar a regañadientes.
—¿Qué? — dijo Alison un poco irritada
—¿Qué de qué?
—¿Que para qué me llamaste, Jensen?
—Vaya. No me gusta cuando me llames por mi apellido. ¿Será que puedes llamarme por mi nombre o tal vez puedas llamarme “Pete”?
—No digas tonterías. — dijo ella sonrojándose sin motivo aparente — Déjame volver con Ryo si no tienes nada coherente que decir.
—No me hace gracia que pases mucho tiempo con él, Alison. Lo haces sabiendo que a él le gustas. ¿No estás dándole falsas esperanzas?
—¿AH? Tú no decides lo que debo hacer. No eres nadie para prohibirme pasar tiempo con él.
—Ryo Campbell no es tu novio. — Peter se cerró con esa idea.
—¡Y tú tampoco! — le gritó Alison molesta, luego sus mejillas se tornaron rosadas y Peter se rio por lo bajo —No es gracioso, Jensen.
—Hubieses visto tu cara. “Tú tampoco” — dijo él imitando la voz aguda de Alison y riendo — Es gracioso.
—Idiota.
—Y es por eso de que somos amigos.
—¿Ah? ¿Amigos? No somos amigos.
—¿Entonces qué somos?
Peter acorraló a Alison contra la ventana del bus haciendo que se reduzca un poco el espacio entre ellos. Alison se sonrojó y empujó rápidamente al semidios.
—Peter Jensen maldito seas… Vuelves a hacer algo como eso y se lo diré a Anell Cox, te lo juro.
Él se rio de su expresión. Peter no estaba buscando nada más con esa acción, tan solo sacarla de sus casillas y ver su cara sonrojada que era fácil de conseguir. No había segundas intenciones o al menos Peter intentaba convencerse de eso.
—Tienes caras graciosas, Alison. Estabas toda roja y tus ojos irradiaban furia. En serio, es muy divertido molestarte.
—Me vengaré, Jensen. Se lo diré a mi padre y ya verás lo que te va a hacer.
—¿Se lo dirás a Dionisio? ¿Es decir que volverás al Refugio? — los ojos de Peter estaban brillando.
Alison solo desvió la mirada hacia el paisaje evitando ver los ojos entusiasmados de Peter.
—No lo sé. — dijo por fin
Así ambos estuvieron callados por un largo rato hasta que Peter se aventuró a preguntar:
—¿Por qué huiste del refugio?
—¿No hablamos de esto ya? La culpa es de mi padre. Para empezar se demoró demasiado en reconocerme como su hija y una vez que logró su cometido de llevarme al Refugio con los demás semidioses y legados nunca me dejó en paz. Siempre me seguía a todos lados o mandaba a los Stallart a seguirme. Ese par de hermanos chismosos solo hacían que me sintiese como una prisionera. Luego vino lo de Ryan que te conté. Ryan murió, mi madre colapsó y se puso inestable emocionalmente. Con mi madre así quién iba a cuidar de ella y Heidi. Le dije a Dionisio que me dejé ir, se negó y me escapé. Pronto me estuvo persiguiendo y le pedí ayuda a Hécate para hechizar el área de la ciudad donde vivimos para que no que él no lograse encontrarme. Estuvo funcionando bien hasta que tú llegaste.
—Como yo lo veo tu padre se preocupa y quiere lo mejor para ti, Alison. Él te está protegiendo porque te quiere. Te persigue quizá porque se siente culpable de no pasar más tiempo contigo y quizá mandaba a los Stallart a ver si estabas bien o a gusto con las cosas ahí.
—¿Dionisio quererme? Yo lo dudo. Dionisio seguro tiene muchos hijos alrededor del mundo y quizá muchos descendientes y protegidos. No creo que se preocupe por mi ni por ellos. Apuesto que ni siquiera sabe que existen.
—Estás siendo muy dura con él. Dale una oportunidad de ser un buen padre. Te está buscando y eso no es algo que muchos dioses hagan.
—Quizá.
Alison se quedó mirando la ventana por un largo rato perdida en sus pensamientos. A Peter le gustaba pasar tiempo con Alison, incluso si estaban en silencio no era un silencio incómodo sino más bien reconfortante.
Por fin el traslado hacia las montañas acabó y todos bajaron del bus para dirigirse con los profesores respectivos. Caminaron hasta tarde bajo un sol incandescente subiendo la montaña a pie y anocheciendo lograron alcanzar el hotel en la cima el cual tenía una preciosa vista a la única catarata de esa montaña.
Los profesores dejaron que sus alumnos se agruparan como quisiesen pues no eran muy controladores en ese tema. Así muchos estudiantes se amontonaron en la recepción rápidamente para poder inscribirse con quienes deseaban. Alison revisó el folleto del hotel y por mucho que quisiese hospedarse en una habitación individual, las habitaciones doblas eran mucho más económicas. Con esto en mente, Peter le sugirió la gran idea de registrase juntos.
—Olvídalo. Me niego. Prefiero quedarme en la misma habitación que Ryo que contigo. — le respondió ella secamente.
—No hay forma. Me niego. No irás a hospedarte con Ryo.
Peter tomó el folleto de Alison y fue directo a la recepción a pedir una habitación doble para ellos. Sin mucho esfuerzo le dieron las llaves y Peter estuvo más tranquilo. Peter arrastró a Alison hasta la habitación 604 que era el número que marcaban las llaves.
—Olvídalo, Jensen, no dormiré aquí contigo.
—Son camas individuales. Nada de qué preocuparse.
Alison se quedó sin palabras, Peter había ganado. Resignada se instaló en la cama más cercana a la ventana para contemplar la hermosa luna llena que se veía reflejada en las aguas de la catarata. Peter se recostó sobre su cama dispuesto a dormir, mientras que Alison se puso a tararear una canción mientras tomaba fotos desde la ventana.
—Alison. — dijo él de repente y ella por fin le prestó atención — Me preguntaba… por qué me odiabas cuando nos conocimos.
—¿Hmm? ¿Por qué preguntas eso tan de repente? — ella se sentó sobre su cama y lo miró muy intrigada.
—Bueno… ese día yo no te conocía. Horas antes ni sabía que existías, pero entonces tú ya me odiabas. ¿No es así?
—Eso fue porque no te conocía tan bien. ¿No fue hace poco que terminó la guerra contra los titanes? Las noticias del Olimpo viajaban bastante rápido y todo de lo que hablaban era que había un semidios que se había vuelto “un héroe”. Yo aborrecía al Olimpo y a los dioses. No tenía ninguna intención de llevarme bien con alguien que se movía bajo las órdenes de estos. ¿No es razonable?
—Yo no tenía la culpa. No me considero un héroe.
—Puede que tú no lo veas así pero fuiste toda una sensación en esa época y eso me daba rabia. Puede que no sea enteramente tu culpa, pero aún así… no lo sé. Muchas preguntas por un día, Peter. Buenas noches.
Ella se cubrió rápidamente con las sábanas blancas de su cama, apagó la lámpara de su mesa de noche y le dio la espalda al semidios. Peter sonrió para sí pues era la primera vez que ella lo llamaba por su nombre sin ninguna hostilidad. Peter imitó su ejemplo y también se preparó para dormir.
—Alison…
—¿Qué? — respondió ella sin voltear a darle la cara
—¿Todavía me odias? Porque he hecho hasta lo imposible para que dejes de odiarme… Así que responde por favor.
Alison se mantuvo en silencio por un segundo para pensarlo bien. Ella sabía muy bien que no odiaba a Peter, en realidad era todo lo contrario, pero estaba claro que no se lo iba a decir.
—No te odio, Peter.
Pete apagó la luz de su mesa de noche y se acomodó entre sus sábanas. Se durmió con una sonrisa al recordar las palabras de Alison: “No te odio, Peter”. Aquello había sido lo mejor que le había pasado en toda la semana.