Capítulo 04

1004 Words
ANELL ESTABA PARADA ENFRENTE DE ÉL y Peter se preguntaba: —¿De dónde sacaste esa ropa tan genial, Annie? Te asienta realmente bien, me encanta. Sí, a veces el cerebro de Peter Jensen no funcionaba correctamente. Por eso la lista de la relación era Anell, hija de Atena diosa de la sabiduría. La Anell misteriosa rió y a Peter le pareció aún más encantadora. —¿Te parezco bastante linda, eh, semidios? —Ella no me llamaría semidios así como así, ni se preocupa por ser linda. — Peter pensó que la verdadera Anell le golpearía cuando se lo contara. — Usted no es Anell, ¿Quién es? —Vaya, pero que inteligentes resultaron ser los descendientes de los griegos. — la mujer volvió a reír — Mi nombre es Izanami, probablemente no sepas quien soy. —Creo que es un poco obvio. Si lo supiera no la hubiera confundido con Anell. —Soy una diosa. — prosiguió Izanami — Una diosa japonesa. Izanami; reina, ama y señora del Inframundo. —Soy bastante lento para entender cosas, pero usted dice que es reina del Inframundo. ¿Se lleva bien con mi tío Hades o algo así? —Es una divertida pregunta, querido. Pero si, nos llevamos bien. Ya nadie controla por completo sus dominios, es como... una ayuda mutua. —¿Y qué hace aquí? Si es que puedo preguntar. ¿No debería estar en j***n? —j***n no es el único lugar donde aún se mantiene viva la cultura japonesa. Estamos en el mismo caso de los griegos. —¿Y qué quiere de mí? Nadie viene del otro lado del mundo solo para hablar, tal vez quiera matarme ¿verdad? —Oh no, querido, aún no. Todo a su tiempo. Estoy aquí desde hace un buen tiempo, pero he venido a ti a advertirte que no te acerques a Alison. Soy alguien muy bondadosa y te doy la oportunidad de retirarte. No quiero problemas con los griegos. Peter se quedó perplejo. Una diosa solo había ido a por él para que deje a Alison. O sea, él no tenía nada con ella pero ya lo estaban amenazando. —No entiendo bien. —Alison Phelps es mi protegida. Ella acudió a mi templo pidiéndome que la ayudara a esconderse de su padre Dionisio y voy a cumplir mi promesa. —Dionisio dijo que es Hécate quien la está ayudando. —Si, bueno, Hécate y yo la estamos ayudando. Dos es mejor que uno ¿no? —No se ofenda, señora Izanami, pero ¿Por qué usted? —¿No lo sabes? Claro que no. Solo eres un niño ignorante. Alison es mi descendiente. — Izanami sonrió ligeramente — Y al parecer su padre es un dios griego. Lo que convierte a Dionisio en mi yerno. —Vaya sorpresa la que me llevo ahora. —Como sea. — dijo Izanami — Te pido que te alejes de mi nieta. Ella no quiere volver a ese lugar y estoy dispuesta a todo para ayudarla. —Lo siento, señora, pero eso lo decidirá ella. —Muy bien, que así sea. Se me acaba el tiempo, Peter Jensen. Pero nos volveremos a encontrar y ya veremos con quién se queda mi nieta. Izanami/Anell desapareció y la gente estática volvió a sus labores como si nada hubiera pasado. La noche estaba cada vez más cerca y Peter buscó un ATM para retirar dinero e ir a buscar alojamiento. Extrañamente, todos los hoteles estaban repletos. Seguro Izanami haría lo posible para que se vaya del lugar, pero no lograría tan fácilmente. Peter fue al supermercado a comprar un poco de comida con lo que tenía de dinero. Compró una bebida energizante y unos snacks para pasar la noche. De vuelta en el parque se acomodó en una banca y observó a la gente pasar por la calle. Una señora llena de enormes paquetes del supermercado captó su atención. Estaba por cruzar la pista mientras hablaba por teléfono y la enorme cantidad de paquetes no la dejaba ver bien. —Ya estoy en camino, cielo. Sí, sí, estoy llevando todo lo necesario... La mujer cruzaba la pista y no se percató de un carro a toda velocidad. Peter salió corriendo ya que la vida de la mujer dependía de su reacción. La empujó con todas sus fuerzas hacia atrás y saltó antes de que el carro impactara contra él. —Gracias, joven, me ha salvado. —Debería tener más cuidado, señora. —Eileen, mi nombre es Eileen y de nuevo gracias, muchacho. — El estómago de Peter rugió al ver una manzana en el suelo. Qué vergüenza pasó. — Parece que mueres de hambre; ven a mi casa y te invito algo de comer. —No quiero incomodar, señora, mejor no. —Insisto. — la señora Eileen sonrió y a Peter le recordó a Alison por sus razgos facciones. —Usted gana. Ambos caminaron un par de cuadras y llegaron a una casa relativamente grande de dos pisos color perlado. La señora abrió la puerta y un olor a vino provino de ella. —Oh lo siento por el vino. Es que suelo ser un poco... alcohólica. —Bueno, no se preocupe por eso, no me incomoda. —¡Mamá! ¿Trajiste la cena? La voz provenía del segundo piso y se escuchaban fuertes pasos bajando de la escalera. —Siéntete como en tu casa... ¿Cómo te llamas? —Peter, Peter Jensen. — le dijo él y Eileen le sonrió —Peter, es un bonito nombre. Ahora bajan mis hijas para ayudarme, tu aguarda aquí. —Gracias. — Peter se sentó en un sillón. —Mamá, Heidi tiene hambre. Las pisadas de las escaleras se detuvieron en el primer escalón. Peter se volteó a mirar de quien se trataba y su mirada se entrecruzó con la Alison... una Alison en pijamas. Alison se sonrojó terriblemente y Peter apartó la mirada culpable. —¡¿Qué estás haciendo en mi casa, Jensen?! — Peter presintió una muy larga noche.
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