Nicholas
Nunca salió de mi mente, ese pequeño momento que habíamos compartido se había quedado grabado a fuego en mi cabeza, y necesitaba tenerla, hacerla mía. Ese encuentro con ella fue demasiado para mi cordura y ahora tenía una leve idea de todo lo que podíamos hacer juntos.
Porque, desde que la había disfrutado en ese baño, quería más… mucho más.
No podía dormir bien y mi concentración estaba por el piso, no podía entender que había en ella que me ponía así, pero, tampoco podía parar, esta vez quería sentirla y probarla, quería meterme dentro de ella tan profundo, que yo iba a ser en lo único que pensara.
Anoche no pude contenerme, saque mi teléfono y le mande un mensaje.
Nicolás [ 22:30]: Mañana, 16 horas en mi consultorio… el no, no es una opción
Lila [22:35]: ¿Acaso eso es una orden?
Nicolás [22:36]: Si.
Lila [22:40]: No me gusta que me den ordenes, no soy una mujer que siga reglas, pero, si estoy de acuerdo en que debemos vernos, tenemos cosas que terminar usted y yo.
Joder, saber que le pasaba lo mismo que a mí fue como un shock de adrenalina que me sacudió por completo, esta mujer iba a ser mi muerte.
Tenía mil cirugías, mis días siempre eran una locura de horarios, pero hoy había dispuesto todo para terminar cerca de las cuatro de la tarde, no quería que nada ni nadie nos interrumpiera.
Baje a mi consultorio y unos minutos después de entrar tocaron la puerta, estaba nervioso, no iba a mentir y me asombre conmigo mismo por eso, jamás una mujer había logrado tan efecto en mí y eso me confundía sobremanera. Siempre busque ser yo el que llevara el control y dominara, sobre todo y especialmente en la cama, ahora el solo hecho de saber que estaba detrás de esa puerta me ponía en un estado que no sabía manejar, era como si ella tuviera pleno control de mi cuerpo y apenas y nos conocíamos.
—Adelante— dije, acomodándome sobre el escritorio.
Cuando entro, su aroma inundo el lugar, su frescura y despreocupación por todo era algo que me fascinaba, nos miramos fijamente, no habíamos mediado una sola palabra, pero ya iba notando como su respiración se aceleraba a medida que me iba acercando a ella.
La empuje con mi cuerpo contra la puerta y le susurre en el oído
—Te quedo algo por terminar— estampé mis labios sobre los de ella y la besé, con pasión desmedida, abrió la boca y pude sentir nuestras lenguas encontrándose, mientras ella tiraba de mi pelo atrayéndome más hacia ella. Eso me encanto, en un momento se separó de mí y me miro intensamente a los ojos.
—Usted y yo todavía ni empezamos— eso, termino por hacerme caer.
Me fue llevando lentamente, sin dejar de mirarme, hasta tenerme sentado sobre el escritorio. Se abalanzo sobre mí, besándome el cuello y mordiendo mi oreja mientras con sus manos desabrochaba mi pantalón, sus intensos ojos negros penetraron los míos cuando la escuche susurrar:
—Doctor, me toque mucho pensando en usted— mi respiración se atoro en mi garganta, la mire perplejo. Algo dentro mío me gritaba que esto, iba a arrasar conmigo de una manera brutal.
Era jodidamente buena haciéndome calentar, a este punto la tenía dura como una piedra, me quemaba por dentro y ni siquiera le había hecho nada, mucho menos la había desnudado aún. Volví de mis pensamientos cuando sentí su boca lamer despacio mi m*****o y sin poder contenerlo más lancé un gemido, la miré lamer, chupar y saborear extasiada de placer.
Se sentía malditamente bien, pero todavía no quería acabar, la levante mirándome desconcertada.
—Arriba, siéntate en el escritorio
—Creo haberle dicho, que no me gusta que me den ordenes— su mirada un desafío puro.
Eso, me calentó mucho más, porque si había alguien que sabía jugar demasiado bien ese jueguito, ese era yo.
—Pensé que había sido claro cuando dije que el no, no era una opción— le susurre cerca—. Escritorio, ahora.
Se sentó sobre el mueble mirándome y casi como si adivinara mis pensamientos abrió las piernas para mí.
Eso fue simplemente hermoso.
Corrí su ropa interior de encaje mientras besaba y mordía sus muslos para luego acercar mi lengua a su clítoris, pude saborear su humedad y notar lo caliente que estaba. Un gemido de placer se escapó de mi boca, cuando la probé.
Era perfecta, como algo celestial.
—Tu sabor es increíble— dije, mientras escuchaba como gemía para mí—. Creo que a partir de ahora será mi favorito.
Lamí con fuerza cada parte, lento, de arriba hacia abajo, ella se retorcía con mi toque y apretaba sus manos contra el borde del escritorio hasta que introduje mi lengua dentro suyo para ser testigo de cómo se deshacía en mi boca.
Me levante viendo como su respiración era un caos, su pecho subía y bajaba con fuerza y las pupilas de sus ojos estaban dilatadas
Era una imagen sublime.
—Date la vuelta, ahora— ordene y ella obedeció de forma inmediata, baje su tanga y la guarde en el bolsillo de mi pantalón y sin poder contenerme ante la vista que me producía ver su hermoso y perfecto culo parado frente a mí, después de ponerme un condón la penetre con fuerza. Como si quiera descargar todos esos días que había pasado atormentado pensándola, entraba y salía de ella con fuerza, la estaba cogiendo duro y Lila solo gemía de placer ante cada embestida mía.
La incliné contra mi pecho y mordí su cuello, me extasiaba ver como su cuerpo y su piel respondía ante mí.
Estaba siendo casi, como una droga.
—Estoy seguro, que nadie te cogió así antes.
—He tenido mejores— me dijo entre risas y eso hizo algo dentro mío, fue algo molesto que me enojo tanto, no entendía porque, pero lo había hecho.
—Nunca deberías haber dicho eso, nena— y volví a embestirla ferozmente, casi de forma animal. Me hundía en ella profundo, nuestros gemidos nos estaban llevando al éxtasis.
Entraba y salía sin poder parar, ella era como esa primera probadita de algo que te gusta tanto que no quieres dejar de probar. Sentí como tensaba su cuerpo, sabía que iba a correrse asique puse un dedo sobre su clítoris y comencé a masajearlo circularmente mientras seguía follandomela.
—Dios, no puedo más…voy a acabar— gimió y la sentí correrse, segundos después sin poder evitarlo, acabé dentro de ella.
Nos quedamos unos segundos quietos recuperándonos de lo que había pasado, lentamente salí de ella mientras tiraba el preservativo en un tacho de basura, me levante el bóxer y me abroche el pantalón. Ella se incorporó en silencio, se bajó el vestido, agarro su bolso y camino a la puerta.
sin embargo, esa actitud suya no me había gustado, yo no quería que se vaya, pero por alguna razón no podía emitir palabra.
Antes de salir se dio vuelta y con una sonrisa me dijo
—Doctor ¿y mi ropa interior?
—Esa se queda conmigo hoy— respondí, con una sonrisa maliciosa en los labios.
—Entonces úselas, cuando se toque pensando en mi— dio media vuelta y se fue dejándome completamente aturdido.
Me di cuenta que detrás de esa apariencia de chica buena y esa cara angelical, era jodidamente perversa, tanto o más que yo y eso era peligroso.
Pero ya había caído en sus redes y no estaba seguro de querer salirme.