Tentación Prohibida

Nicholas Mi vida se había convertido en un infierno. Corrección, ella era mi infierno…. Desde que la había visto por primera vez, no había podido dejar de volver a ese preciso instante en el que, entro a mi consultorio, justo cuando estaba ordenando mis papeles para comenzar a atender. Sin saber que esa, sería la primera vez de muchas otras veces. Hace más de diez años, ejerzo como médico clínico y cirujano en una reconocida clínica en Londres, y lo que pensé iba a ser, un típico día lunes de mi vida lleno de pacientes y cirugías, se paralizo en cuanto entro. — Sinclair, adelante— dije mientras miraba mi iPhone. —Permiso doctor. —Pase, tome asiento— levante la vista y quede paralizado, algo que nunca me había pasado. Estaba parada en la puerta acercándose hacia la silla, tímida y nerviosa. En otras circunstancias no estaba seguro de haberla notado, pero la tenía frente a mí y había algo en toda su persona que me había deslumbrado en ese instante. No era muy alta, tenía el pelo castaño muy por encima de los hombros que enmarcaba un rostro perfecto con unos ojos grandes, negros e hipnóticos y su boca... su boca, eran unos labios carnosos, notables a la vista y simplemente perfectos. Estaba vestida de una manera muy casual, pero podía notar que tenía unas curvas que volverían loco a cualquiera y en particular, estaban embobándome a mí. Estaba plenamente seguro que nunca, ninguna mujer me había dejado estático solo con su sola presencia y menos sin conocerla de nada. Me desconcertaba saber porque ella lo hacia. Ahora, sin dejar de observarla, sabía que iba a rondar en mi mente al menos las siguientes horas, semanas, días o hasta que la tuviera en mis brazos. De nuevo ¿Qué tenía que la hacía tan hipnótica? —Siéntese— le indique mientras la miraba fijamente a los ojos—. ¿Que la trae por acá? —Necesito hacerme un chequeo médico— me dijo, mirándome con esos pozos casi como si fueran dos orbes color ónix, desafiando la manera en que, casi de forma inconsciente la estaba viendo—. Lo común de rutina, hace un año que no me controlo. —De acuerdo, entonces— murmure—. Empecemos. Comencé a hacerle las típicas preguntas de rutina y le pedí que se subiera a la camilla para tomarle la presión y sentir sus latidos y respiración, por lo general no solía hacer este tipo de cosas ya que era trabajo de las enfermeras, pero tenía la necesidad de acércame. Me pare y fui hasta ella, tenía un aroma tan frutal que te embriagaba de forma instantánea y de alguna manera me las arregle para tocarla suavemente. Salí de mi fascinación para volver a mi escritorio. —Señorita Sinclair, le hare unas órdenes para que se realice esta serie de estudios y una vez que los tenga todos, vuelva a verme. Sin embargo, le daré mi numero para que me avise si pudo hacerlos o no, ya que por estos días el tema de los turnos es un caos. Por supuesto era mentira, pero quería tener su número y no se me había ocurrido otra manera de obtenerlo sin delatarme, lo escribí y le pasé el papel. —Perfecto doctor, yo me comunicare con usted cuando tenga todos los estudios listos— dijo, me dio su mano y se fue, dejándome en una nube. Desde ese día no he podido dejar de pensar en ella y habían pasado más de dos semanas de ello, no ocurrió nada trascendental entre nosotros, pero soy un depredador, siempre lo fui y cuando alguien se metía en mi cabeza nada me paraba. Nunca.