Diana.
Estaba en una gran disyuntiva, no sabía si matarme con uno de los almohadones del sillón, o tomar uno de los libros y golpearme en la cabeza hasta quedarme completamente inconsciente, morir asfixiada no resultaba tan atractivo como podía serlo un golpe duro y fuerte en la cabeza.
Nunca me pareció tan atractivo este asunto.
Estaba en un punto donde mi mente prácticamente colapsaba, la mujer que se encontraba frente a mí no paraba de parlotear y parlotear, nombraba todas las cosas que yo ya sabía, pero le hacía creer que no, me gustaba que perdiera el tiempo.
Acababa de darme cuenta del grado de maldad que tenía mi suegra, esto era peor que torturarme físicamente, ella estaba tratando de matarme de aburrimiento, quizás quería que entrara en un bucle psicótico y luego simplemente m
