La tarde regalaba sus hermosas tonalidades rojizas un día más, el manto de la noche pronto lo cubriría todo, Hades, observaba a Alice jugando con su pequeño hijo, Dante Pines, una escena casi idéntica era lo que había cambiado su manera de ver a aquella hermosa chica, y no solo eso, en realidad, había cambiado su panorama por completo, la felicidad que desbordaba Alice al estar con su hijo, la hacía brillar como el sol, y el, se sentía iluminado por ella. – Bien, ¿Quién quiere un helado? De chocolate, de fresa, vainilla o de los tres juntos, tenemos de todo – dijo Hades mirando al pequeño Dante. – ¡Yo quiero! ¿Puedo mami? – cuestiono Dante con su infantil y dulce voz. – Por supuesto que puedes, anda, vamos a por uno – respondió Alice con una sonrisa. – Dime algo campeón, ¿Por qué