Invitación

2181 Words
Viola hizo sus maletas muy temprano a la mañana siguiente al cumpleaños de Liluina y se paseó por el salón, los arreglos eran recogidos, las cortinas dobladas y en el transcurso del día no quedarían huellas de que hubo una fiesta – la mía será más grandiosa – anunció y dio la vuelta.  El desayuno fue tranquilo con pequeños bocadillos y en una habitación bañada por la luz del sol. La mansión Andes era más pequeña y en lugar de montañas había edificios a su alrededor, pero Viola prefería vivir en la capital con las fiestas, las reuniones y en medio de la exposición social, aunque entendía porque la familia de su tía elegió vivir en el campo.  Angela interrumpió sus pensamientos – preparé algunos paquetes para mi hermano y mi cuñada, los acomodarán en el carruaje, diles que pueden visitarnos cuando quieran.  – Muchas gracias tía.  Después de la comida Viola se tomó un momento para caminar por el jardín y visitar el quiosco cubierto de flores, detrás suyo Liluina cruzó los brazos y Viola resopló – en fin, el abuelo cuenta con tu cooperación, no es bueno que dos mujeres de la misma familia se peleen por el mismo hombre.  Pedirle que apoyara la relación entre su prima y el hombre que supuestamente sería su esposo era una prueba, a su abuelo le interesaba saber si ella sería capaz de seguir sus órdenes y de esa forma tener los ducados Andes y Kreigos en sus manos – no soy responsable de una relación en la que no formo parte.  Viola apretó los dientes – necesitas tener un toque más suave.  Mamá usó esa misma frase, ¿qué significa?, ¡tengo que golpearlos con guantes de seda!, porque suena como connotación s****l – no quiero que me responsabilices por tus acciones, convertirte en su prometida es tu trabajo, no el mío.  – Cumplí con mi parte al avisarte, y ya en serio, te vendría bien tener amigas.  Las villanas no tenían amigas, tenían un sequito, mujeres con gustos similares a los suyos o seguidoras inocentes que compartirían su tragedia, ella jamás le haría eso a otra persona – nos vemos prima, visítanos cuando quieras.  Sobraba decir que no estaba en los planes de Viola volver al ducado Kreigos a menos que fuera necesario, finalmente dejó la mansión y Liluina tuvo tiempo para distraerse, durante la tarde le gustaba ayudar a su mamá con las cuentas, aunque no ayudaba mucho, Angela Andes era una mujer muy organizada y tenía un increíble olfato, lo que le decía que algo estaba pasando – mamá, ¿todo bien?  Angela se forzó a sonreír – nada importante.  Liluina se levantó para ver el nombre escrito en la carpeta – es por el tío Antonio.  Antonio Kreigos era el hermano menor de su padre y también el hijo favorito de la abuela, estaba casado y vivía en el norte administrando una mina de plata, fríamente hablando su tío Antonio no tenía lo que se necesitaba para administrar un negocio, pero fue una petición de la abuela Magnolia Guinda y su padre tuvo que aceptarlo, era de esperar que lo hiciera mal y Angela perdía la paciencia – realmente no sé qué hacer con este hombre, tu padre debería ponerle un alto a sus estupideces.  El duque estaba en su derecho de exigirle hacer un buen trabajo, pero cada vez que lo intentaba la abuela salía a su rescate recordándole que él era el hijo privilegiado, quien heredó el ducado y que lo menos que podía hacer era ayudar a su hermano.  ¡El necesitado!  Según la abuela, su hijo Antonio era merecedor de todo mientras que su otro hijo quien lo tenía todo, debía pagar por ello, como si antes de nacer los dos se encontraran en el cielo y Antonio lo dejara nacer primero a cambio de hacerse responsable de él por el resto de su vida.  ¡El derecho del primogénito!  Así lo llamaban y debido a demasiados casos en los que el primero en nacer no era el más fiable, un noble podía elegir entre cualquier de sus hijos o hijas, como hizo su abuelo al elegir al más capacitado de sus hijos, que casualmente fue el primogénito.  Angela cerró la carpeta – lo hablaré con tu padre cuando regrese, no te agobies, ¿quieres planear la salida del fin de semana?  Liluina tomó la carpeta y fue a sentarse para elegir el menú de postres y las bebidas.  Angela siguió revisando sus pendientes y encontró algo que llamó su atención – esto es interesante – Liluina volteó a verla – es esa mujer, Verónica Miras solicita trabajo para su hija en el área de jardinería.  Al ver la hoja de petición Liluina tuvo el presentimiento de que la heroína estaba haciendo de las suyas, colándose en el jardín para mirar las flores o pasando el tiempo en la mansión cuando se suponía que no debía hacerlo y antes de que alguien más la encontrará, su madre le dio una razón para ocupar su tiempo, muy astuta.  Alguien tocó la puerta – duquesa, perdón por interrumpir – habló el mayordomo Pietro – su alteza el príncipe Andrés está aquí.  Liluina se paró de golpe. Al final de las escaleras pasando el recibidor hacia la entrada y llegando al umbral del jardín junto a una escultura con la imagen de una virgen se encontraba Andrés Texiran. Liluina corrió de prisa y al llegar a la entrada se detuvo para acomodar su cabello, retocar su maquillaje y afinar los detalles de su vestido, para cuando salió era la imagen misma de la serenidad y la calma – alteza – hizo una reverencia.  – Lilu – respondió Andrés y le alborotó el cabello – felicidades por tu cumpleaños.  Su cumpleaños fue el día anterior, pero no valía la pena mencionarlo, todo lo que importaba era que él apareció – me siento honrada.  – Te traje un regalo – le entregó un sobre.  Liluina acomodó su cabello detrás de la oreja y abrió el sobre para leer la invitación, en tres meses Andrés Texiran sería nombrado oficialmente príncipe heredero al trono de Gouta y ella estaba invitada, sostuvo la carta con fuerza y supuso que el príncipe no entregaba todas las invitaciones en persona, lo que la hizo sentir especial – no faltaré, alteza.  Andrés le sonrió – grandioso, entonces te veré en el castillo – volvió a alborotar su cabello antes de irse junto a Teodoro Handel que saludó a Liluina desde el jardín.  Una fiesta en la capital con las familias nobles de todo el reino, Liluina acercó la invitación a sus labios imaginando cómo sería esa fiesta y dio la vuelta para encontrarse con el ceño fruncido de su padre, ese en el que se formaban una línea justo entre sus cejas – el príncipe nos invitó.  El duque no se veía muy feliz – su alteza es muy amable.  Liluina apretó los labios y subió a esconderse en su habitación.  La visita a la capital, la fiesta y los problemas en la mina de plata, todo lo que pasaba a su alrededor podía estar relacionado y significaba que había llegado el momento – voy a embarazarme – era aterrador y no estaba mentalmente preparada, pero se trataba de su sistema y cosas malas pasaban cuando lo ignoraba, si el sistema le exigía que tuviera una hija con el villano, tenía que hacerlo y pronto, antes de que sus padres le buscaran un prometido.  Con los latidos de su corazón apresurados se dejó caer recargada sobre su puerta – estaré bien, Andrés es muy gentil, no va a lastimarme, entenderá y cuando todo termine le recordaré que su deber es casarse con una de las candidatas elegidas por la reina, no tiene que saber que quedaré embarazada, será una despedida, solo eso, todo estará bien.  Respiró profundamente para calmarse.  La fiesta sería un evento social trascendental y el vestido debía ser perfecto, el broche de rosas blancas salió de su estuche junto con un tocado y el color elegido para el vestido fue azul marino, para completarlo Angela llamó al artesano de la familia para confeccionar joyería basada en diamantes y zafiros que combinaran con el vestido, su cabello fue grafilado y probó diferentes maquillajes.  El día de campo se canceló, quedaban solo tres meses para la fiesta, tenían que darse prisa o no estarían listas a tiempo.  *****  Johan Kreigos siempre tuvo intenciones de comprar una mansión en la capital, pero siempre postergó esa decisión porque no quería que dicha compra lo limitara, si tenía un lugar a donde llegar en sus visitas, ya no tendría motivos para regresar a casa pronto y se quedaría por más tiempo.  Tiempo que no tenía.  Un duque no podía atender los asuntos a distancia, siempre había una discrepancia entre lo que contaban los libros y la realidad y por eso prefería quedarse en el ducado, pero cuando Angela le dijo que necesitaban quedarse por varios días porque Liluina debía estar descansada para la fiesta, no tuvo alternativa, buscó una propiedad e inició la remodelación para que todo estuviera listo para su visita.  Mirando a su hija dar vueltas por la casa Johan se sintió apesadumbrado, de haber sabido que el acuerdo de compromiso terminaría tan mal, jamás habría aceptado que el príncipe Andrés visitará la mansión o que conociera a su hija y a causa de sus decisiones tuvo que ver el corazón roto de su hija y escuchar esa tonada, la melodía sin nombre que su hija tocaba siempre que estaba deprimida, de haberlo sabido…, pero era tarde para lamentaciones, solo esperaba que en esa fiesta Liluina pudiera superar su relación y encontrar a un hombre digno, uno para quien su hija fuera lo único importante.  *****   Tres meses después el carruaje se detuvo y la familia Kreigos llegó a su nueva mansión, el clima era ventoso y Liluina se cubrió los hombros con una chalina verde que combinaba con su vestido y que se abotonaba al frente con un broche – es una hermosa mansión.  Angela estuvo de acuerdo – debiste tener problemas para comprarla.  – En absoluto, estaba disponible y la conseguí a través del marqués Lea Sira, es una muy interesante propiedad.  Liluina estuvo de acuerdo, era el tipo de mansión en cuyo sótano se ocultaba el medallón dorado con el mapa para la tumba del emperador de las sombras.  Ni bien llegaron Angela recibió una carta – Elena Lea Sira te invita a una fiesta de té, es una buena oportunidad para darte a conocer y solo habrá jovencitas de tu edad, tu prima Viola debe estar invitada, más tarde iré a ver a tu abuelo y hablaré con ella para que esté a tu lado.  Ya que la duquesa lo decidió no había mucho que decir, pero internamente supo que sería una tortura, una fiesta de té junto a su prima en casa de la familia Lea Sira.  La familia Lea Sira se consideraba una de las más antiguas y de mayor fama en la historia del reino y también tenía una historia sangrienta.   El duque Octavio Lea Sira era uno de los hombres más respetados de su época, su poder militar y su fortuna lo colocaban en una posición privilegiada, más tarde se casó con la hermana del rey como su segunda esposa y su poder e influencia creció, lo colocó en el ojo de muchas conspiraciones e inició la tragedia de su familia.  Los dos hijos de su primera esposa fueron asesinados y hubo rumores de que su esposa, la princesa Laguna Texiran fue la responsable, para que de esa forma fuera su hijo quien heredera el ducado, tal rumor cobró fuerza e impactó al rey quien castigó al duque por manchar el buen nombre de su hermana y separó a la pareja.  Todas esas acciones fueron tomadas para callar los rumores y el rey le dio a ese caso mucha seriedad, tanta, que en pocas semanas nadie recordaba que los hijos del duque fueron asesinados y la investigación se condujo de manera muy pobre, el tema del que todos hablaban era la separación de la princesa Laguna y el duque Octavio Lea Sira, siendo que el divorcio no estaba permitido para la realeza, la historia se convirtió en un escándalo.  Años más tarde un incendio mató a muchos de los sirvientes y soldados más queridos para el duque, la mansión debió ser restaurada y en el proceso muchas reliquias de la familia se perdieron, su tragedia continuó y fue acusado de actuar contra la familia real, su título fue degradado y se convirtió en marqués.  Desesperado el nuevo Marqués Octavio Lea Sira se fue de la capital, se casó con una plebeya, tuvo un hijo que lo heredaría y regresó después de algunos años para construir una nueva mansión, se convirtió en un ermitaño e instauró la costumbre de desposar mujeres de clase baja para todos sus descendientes.  La mansión construida por el Marqués Octavio Lea Sira, era el actual hogar de la familia Kreigos.
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