El invierno todavía no acababa y una delgada capa de nieve cubría el jardín, Liluina recordó una melodía que practicó por años, se llamaba: ¡mi dulce y despiadado prometido!
O tal vez el título era otro, no importaba.
Andrés Texiran pasaba a través de la entrada de la mansión e iba al quiosco como si fuera suyo y no de la familia Kreigos, la señora Sabin acomodaba personalmente las sillas y los platillos, y Liluina llegaba poco después para escuchar sus problemas – ah, ¿qué debería ser?, no puedo decidirme, ¿qué opinas?, mi lado agresivo – posó – mi lado amable – bajó la mirada y sonrió – mi lado autoritario – frunció el ceño y levantó la barbilla – o mi lado seductor – tomó una flor y la besó – ¿cuál crees que sea el mejor para el retrato?
Liluina tomó una taza en completa calma, agregó té, agua caliente y dos cucharas de azúcar, al terminar de prepararlo Andrés extendió las manos y ella bebió dejándolo con las palmas abiertas – ¡aterrorízalos y te temerán, y en la oscuridad planearán tu muerte, complácelos y te usarán, y en la luz te traicionarán, muéstrales la gloria y te seguirán por siempre!
– Ajá, lo entendí, pero solo para estar seguros.
– Un rey tiránico es temido, sus súbditos lo seguirán por temor, no por amor y ese mismo temor los hará revelarse. Un rey bondadoso y amable es querido, pero nadie quiere un rey endeble, lo convertirán en una marioneta y cuando ya no tenga uso será asesinado, lo que los súbditos quieren, es la gloria, un rey fuerte y ambicioso que les recuerde su grandeza como país sin ser tiránico y que resuelva sus problemas sin ser complaciente, un rey que les de lo que quieren.
Andrés torció la boca en una sonrisa y se echó hacia atrás contra el respaldo de la silla – ah, cuando muera iré a buscar a mi hermano y lo golpearé – regresó y eligió una galleta – tengo sed.
– Sírvete.
Andrés hizo un puchero – un rey, ¿tomaría como esposa a la mujer que le recomiendan o a la mujer que ama?
Liluina no tuvo deseos de seguir con esa conversación – ¡entre más alto subes, menos libertad tienes, hasta que llega el momento en el que no sabes si estás al principio o al final de la escalera!
– ¿De dónde sacas esas citas?
– Leo.
Andrés siguió comiendo.
– Alteza, usted ya tiene la respuesta que busca, mi consejo será siempre el mismo, conviértase en la clase de hombre al que todos quieren ver feliz.
Era un camino muy largo si quería desposar a la mujer de la cual se enamoró – ¿qué pasa si me tardo mucho y ella se enamora de otro?
– En ese caso no era amor verdadero – miró su rostro afligido – alteza, ¿conoce el sistema de apartado? – por su expresión asumió que no – existen personas que desean un artículo, pero no pueden pagar el costo en su totalidad, así que lo apartan.
O, como dicen en mi mudo, ¡sí la quieres, ponle un anillo!
Andrés lo pensó seriamente – tengo que irme, vendré cuando pueda, nos vemos Lilu – extendió la mano para alborotar su cabello y ella sujetó su muñeca.
– Requiere de mucho trabajo lucir de esta forma alteza, le suplico que no lo arruine.
– Bien, ya no lo haré, cuídate – se escabulló y alborotó su cabello desde atrás – nos vemos la próxima vez.
El peinado que tomaba horas estaba arruinado y Liluina ni siquiera sintió deseos de desquitar su rabia.
[Estimada clienta, su destino ha sido unido al del villano, lamentamos mucho que el desarrollo no haya sido el esperado]
– Tú lo lamentas – sonrió – no deberías, no es la primera vez que pasa, este es…, el resultado esperado.
Tocar el piano se volvió su terapia y para no preocupar a sus padres probó con una melodía nueva, una que demostrara que su humor había mejorado, llenó la habitación con el sonido y la siguió repitiendo hasta dominarla.
El mayordomo fue a buscarla – señorita, el duque la llama.
Dejó de tocar y bajó la tapa del piano azotándola, lejos de transmitir calma, todos en la mansión escuchaban lo fuerte que golpeaba las teclas y estaban asustados.
El duque Johan Kreigos y su esposa la duquesa Angela Andes la recibieron al llegar, los dos tenían expresiones serias y sobre la mesa se encontraban varias carpetas.
El duque soltó un suspiro y abrió la primera carpeta – esta es la hoja de inscripción a la Academia de música de Krita, tu mamá me comentó que traduces sus libros como pasatiempo y tu profesora ha dicho que eres muy talentosa, no tendrás problemas en ingresar – tomó la siguiente carpeta – este es un boleto para un crucero a la isla Topacio, te quedarás en la mansión de tu tío el Barón Guinda, ellos te alojarán sin hacer preguntas – tomó la siguiente carpeta – el norte con tu abuela y tus tíos – dejó las tres opciones – acordamos que respetaríamos tu decisión.
Angela sujetó la mano de su esposo.
Como duque, Johan Kreigos no podía desafiar una orden directa del rey y negarle el acceso a la mansión al príncipe heredero, tampoco tenía motivos, el príncipe valoraba el consejo de su hija, tal hecho debía llenarlo de orgullo. Lo único que podía hacer para evitar su sufrimiento era enviarla lejos.
Liluina lo comprendió y miró sus tres opciones – al norte, iré con la abuela y el tío Antonio, mamá dijo que la mina de plata estaba en números rojos y que no era creíble, si alguien pregunta diremos que fui a investigar la situación y ayudar en la recuperación de la mina como preparación para el día en que me convierta en duquesa.
Angela rodó los ojos – no fuiste una niña ni siquiera cuando eras pequeña, hija, tienes que ponerle un alto a esa manía tuya, no lo tomes como una responsabilidad, ve allá, date algo de tiempo, por amor de dios, descansa y olvida la mina – respiró profundamente – necesitas silencio sí quieres escuchar tus pensamientos.
– Estoy de acuerdo con tu madre, tienes que descansar.
Liluina sonrió – gracias, pero cuando hay silencio a mi alrededor mi cabeza se vuelve muy ruidosa, es mi forma de descansar.
Angela le dio un beso – mi pequeña, ven, hay que empacar todos tus abrigos.
*****
La siguiente visita de Andrés a la casa ducal fue diferente, en lugar de ser llevado al quiosco se encontró en la oficina del duque Kreigos quien lo miró fijamente – alteza, debo informarle que mi hija Liluina inició un viaje por el ducado en preparación para su futuro papel como mi heredera.
Se sorprendió al escucharlo, en sus visitas anteriores Liluina jamás mencionó que se iría – ¿a dónde fue?
Johan frunció el ceño – alteza, en mi posición no tengo derecho de impedir sus visitas, sin importar que tan frecuentes se volvieron era mi deber darle la bienvenida, pero ya no estoy dispuesto a permitir que su falsa ignorancia afecte a mi familia. A mi hija jamás le gustaron los caballos ni mostró interés por ellos, hasta que usted le regaló uno y ella aprendió a montar, cuando se conocieron usted era un segundo príncipe sin responsabilidades y mi hija una futura duquesa y aun así puso sus estudios en pausa para dedicarle un día completo a la semana, hace varios años vestía en colores oscuros, usted le dijo que se veía hermosa de blanco y ella empezó a usar ese color todo el tiempo, los arreglos, los peinados, los vestidos, los accesorios, todos los detalles que una joven de su edad usaba para ser mostrado en sociedad mi hija lo gastaba en usted, pasaba horas frente al espejo refinando cada detalle para verse hermosa únicamente para sus ojos, alteza, sí me dice que después de todos estos años no se ha dado cuenta de sus sentimientos, estaré preocupado por el futuro del reino.
Andrés bajó la mirada, tal vez de forma inconsciente descubrió que ella lo seguía con la mirada, pero se sintió tan natural que no quiso pensar mucho en ello.
– Como duque conozco los hilos que mueven el reino y las implicaciones de la búsqueda de una reina, y si usted quisiera tomarla como esposa con gusto me enfrentaría a cada hombre y mujer en el reino para que mi hija sea coronada reina, por el bien de su felicidad traería a mis sobrinas para elegir a una de ellas como mi heredera y quitarle ese peso a Liluina, sí usted quisiera tomarla como esposa y amarla, nada me detendría, pero esa, no es su intención, ¿cierto?
Andrés negó con la cabeza.
– En ese caso, la petición que le haré no será en calidad de duque, sino como padre, mi hija inició un viaje por el ducado, alteza, le suplico que no la siga – bajó la cabeza en actitud humilde.
Andrés sintió que temblaba – lamento mucho lo que mis acciones causaron, puede quedarse tranquilo, no la buscaré.
– Se lo agradezco, alteza.
El duque respiró aliviado y despidió al príncipe con la esperanza de no volver a verlo, a menos que fuera en un asunto formal, después caminó hacia el jardín sin atravesar la puerta principal y miró el quiosco – Pietro, busca una compañía de construcción, este lugar será perfecto para una fuente, el quiosco estorba.
– Si, señor.
Dejando atrás la mansión y sin escuchar las palabras del duque, Andrés miró una última vez hacia el quiosco imaginando a Liluina detrás del barandal con una pose elegante – te habrías sentido orgullosa, me disculpe – por primera vez se enfrentó a la idea de que no volvería a escuchar sus consejos y encontró el sentimiento muy extraño.
*****
Liluina respiró profundamente y estiró los brazos para acomodarse en el asiento del tren, según los informes el norte del ducado era muy frío, el invierno duraba medio año y solo tenían un mes de verano, y eso significaba nieve, mucha nieve. Era perfecto.
La otra noticia que le interesó fue la mención del imperio de Krita, muy parecido a su sistema anterior Qritea, debía ser una coincidencia porque el imperio de Krita era enorme y en su sistema anterior se trataba de un reino muy pequeño, sonrió y apartó esos pensamientos – sistema, quiero cambiar mi paquete.
[Estimada clienta, me temo que no es posible]
– Aprecio tu optimismo, pero la única forma en que podré embarazarme del villano es cometiendo un acto de violación en cuyo caso acabaré en prisión.
[Estimada clienta, ¿a qué clase de cambio se refiere?]
Según su sistema ella debía quedar embarazada y dejar que Sirey cargara con la culpa, ese esquema se complicó porque Sirey estaba en un instituto para señoritas, lo ideal era esperar por lo menos un año a que se graduara antes de usarla como chivo expiatorio y el otro detalle era que la niña debía ser parecida a ella.
Es decir, con ojos azules – lo he estado pensando y esa parte puede lograrse sin la intervención del príncipe, todo lo que necesito es conseguir a un espécimen del sexo opuesto, alto, atractivo, fornido y con los ojos azules, es por eso que voy a quedar embarazada del personaje de apoyo, ¿qué dices?
[Es mi deber informarle que los riesgos son muy altos]
Bufó – no hay forma de que sea peor que ser apuñalada catorce veces, confía en mí, encontraré al indicado, lo contrataré y le pagaré muy bien por sus servicios, lo tengo todo bajo control.
*****
Johan kreigos miró su reloj de bolsillo, era el tercer día desde que Liluina inició su viaje al norte y estaba a la mitad del camino, faltaban otros tres días para que ella llegara y otros dos para recibir noticias, personalmente habría preferido que ella decidiera ir a la isla Topacio, pero era de esperar que eligiera el norte, por la nieve.
Al llegar la mansión Le Mar, el marqués se mostró nervioso – duque Kreigos, no esperaba su visita, si es sobre la fábrica de té debo decir que todo está en orden.
– No es por esa razón – pasó de largo y se dirigió al estudio donde se sentó como si ese fuera su hogar – es sobre tu hijo, Lucas Le Mar.
El marqués Aiden Le Mar tuvo un mal presentimiento – Lucas siempre ha sido un chico muy correcto y muy disciplinado, si lo ha ofendido de alguna forma.
– Estoy considerándolo para ser el esposo de mi hija.
Aiden deseó escuchar mal – bueno, Lucas es como dije antes, un buen chico, ha trabajado duro, sus calificaciones son excelentes, estoy seguro que cualquier rumor ha sido malintencionado – los jóvenes a menudo tienen la sangre caliente, ya los conoce.
El duque asintió – los conozco, actualmente mi hija inició un viaje de estudios y volverá en un año, para entonces me gustaría tener un acuerdo arreglado, quiero convertir a su hijo en mi yerno.
– Aprecio el honor.
El duque apoyó el peso de su cuerpo sobre el bastón se levantó para irse dejando a un marqués muy preocupado. Lucas Le Mar ya había declarado sus intenciones de superar a su hermano mayor y convertirse en su heredero, él jamás estaría de acuerdo en ser el consorte de la hija de un duque, ese chico testarudo probablemente preferiría la muerte – y ahora, ¿qué voy a hacer?