Diferentes

2405 Words
¡Mejor amiga!  Las lágrimas son privilegio de las plebeyas, las mujeres nobles lloramos y somos tachadas de perversas  Casi podía reírse al escuchar esas palabras, nadie sentía pena cuando la villana lloraba, sus lágrimas eran falsas porque ella no podía sentir, así que, no tenía caso hacerlo. Respiró profundamente y levantó su mano para limpiar la humedad en su rostro, su maquillaje debía ser perfecto al regresar al salón – me debes un baile, no llegaste a mi cumpleaños.  Andrés giró la cabeza – tienes razón – todavía estaba preocupado por Sirey, pero sabía que le falló a su mejor amiga – señorita Kreigos, ¡me concedería la siguiente pieza!  – Será un placer, alteza – hizo una reverencia.  Bajaron los escalones y volvieron al salón, Liluina sintió el picor en sus ojos y vació su mente para olvidar el motivo del llanto, después de suficientes novelas con esa temática y dos sistemas fallidos conocía muy bien la diferencia entre una villana y una heroína.    La villana era perfecta, cada detalle desde su atuendo, arreglos, comportamiento, modales, lenguaje y maquillaje, ella era desde cada ángulo un reflejo de la sociedad existente y un ejemplo de lo que una mujer noble debía ser, todas las mujeres la admiraban y querían imitarla. En todo entorno social tales dotes la convertirían en una mujer sobresaliente, pero para un héroe o un villano, la villana era…  ¡Más de lo mismo!  Una muñeca de porcelana sin vida expuesta en una vitrina en la parte central de una tienda con cientos de muñecas exactamente iguales y en esa estancia la única persona viva, era la heroína.  La primera torturaba sus pies con zapatillas altas, la segunda caminaba descalza, una llevaba vestidos finos, accesorios caros y fragancias artificiales, la otra usaba vestidos sencillos, sin maquillaje y olía a primavera, una era presumida y falsa, la otra autentica, honesta y original. La heroína trepaba árboles, se vestía como hombre, entrenaba con una espada, cabalgaba y defendía inocentes atacados en callejones o encabezaba una venganza.  La villana hacía todo lo que la sociedad y la moda dictaran sin tener opiniones propias y vivía ensimismada sin preocuparse por los menos afortunados o por cualquier otro ser vivo que no fuera ella, la villana podía saber que un hombre sería castrado y desangrado hasta la muerte por su esposa y no intentar evitarlo.  El héroe y el villano estaban cansados de ese comportamiento artificial porque lo veían a diario y secretamente perseguían a aquella mujer que era diferente.  Esa noche, entre todas las mujeres que tomaron la mano del príncipe, solo una no sabía bailar y necesitaba que él la guiara, solo una se veía perdida y se aferraba a él buscando luz en la oscuridad, todas las demás eran bailarinas expertas repitiendo los mismos movimientos sin algo que resaltara entre ellas y en ese entorno, la villana era…  ¡Olvidable!  – Estoy agradecida, su alteza – hizo una reverencia al finalizar la pieza, dio la vuelta y se retiró – adiós.    No había tiempo para sentimentalismos, su familia tenía su propio conflicto, cuidar de Sirey Miras fue responsabilidad del duque Kreigos y que ella se presentara en el salón podía ser considerado una traición, por esa razón el duque le pidió a su hija que apartara al príncipe y atrajo a Sirey para llevarla a una habitación privada. Por el bien de la familia real nadie podía saber que el príncipe Eduardo tuvo amantes antes de su matrimonio y que había hijos ilegítimos esparcidos por el reino.  Después de su baile con Liluina Andrés buscó a Sirey y no pudo encontrarla, el número de solicitantes aumentó y su vista se vio nublada cuando Cadmia Le Mar sujetó su mano para llevarlo a la pista. El nombramiento se adelantó y la familia Kreigos dejó el salón.  Al llegar a la mansión Angela despidió a los sirvientes y se reunió a solas con su esposo – vas a decirlo ahora, ¿qué está pasando?  El duque Johan Kreigos respiró profundamente – arreglaré esto y hablaremos mañana.  – Lo hablaremos ahora – alzó la voz y él simplemente se marchó – en días como estos, quiero golpear a tu padre.  Liluina no respondió, estaba agazapada sobre el sillón abrazando sus rodillas con lágrimas en los ojos y cuando Angela se dio cuenta la abrazó.  *****   El Duque Kreigos mantuvo la cabeza baja y la mano derecha sobre su corazón al momento de presentarse con el rey – majestad.  El rey estaba sentado hacia un costado sin mirar de frente al duque – hablé con mi hijo, conoció a Sirey a las afueras de tu mansión y usó sus influencias para asegurarse de que estuvieran a solas.  Como duque, Johan no era omnipresente y no tenía forma de saber lo que ocurría, pero era una vergüenza que pasara en la puerta trasera de su hogar.  – Por el momento lo convencí de que necesita prepararse y que lo mejor es enviar a la chica de vuelta a casa – golpeó el escritorio ligeramente con los dedos – por amor a mi hijo Eduardo, era mi deseo darle a esa mujer una vida digna y respetable, pero si esta es su forma de proceder no me deja alternativa, ellos no volverán a encontrarse.  Johan agradeció la oportunidad – no lo decepcionaré, majestad  Después de él, fue el turno del teniente Teodoro Handel de rendir su declaración y a diferencia de la vez anterior, llevaba cadenas en sus muñecas cuando entró a la habitación – majestad.  – Ahora recuerdas a quién sirves – su mirada fue aguda.  El militar que siguió las órdenes del príncipe fue despojado de su rango y expulsado del palacio porque eran las órdenes equivocadas.    Verónica Miras tuvo una idea equivocada, al recibir la invitación de manos del hermano del príncipe Eduardo creyó que el rey había cambiado de opinión y que las agregaría a la familia, con un heredero ya establecido una princesa no debería tambalear la balanza de poder.  Eso fue lo que pensó. Jamás imaginó que el encuentro entre el príncipe Andrés y su hija fuera obra de la casualidad y como tal, era consciente de su error – creí – se cubrió la boca con las manos – Edie siempre dijo que su hermano era infantil y amable pero que no tenía malicia.  El duque la fulminó con la mirada – estás diciendo que nuestro príncipe heredero actúo con malicia  – No, no fue lo que dije, lo lamento.  Siendo una antigua sirviente en el castillo Verónica entendía el impacto de las palabras, pero casi nunca se encontraba con un noble, el duque lo entendió, pero no podía excusarla – como madre, Sirey aprenderá de ti, tus indecisiones, tu falta de integridad y tu falsa percepción, sé más cuidadosa, hasta ahora viviste en la mansión con un empleo digno, acceso a una escuela para tu hija y con todas las necesidades cubiertas, nadie te hacía preguntas, tenías libertad para ir al mercado sí lo deseabas y pudiste pasar toda tu vida de forma tranquila sin tener que mirar por encima de tu hombro, todo eso debido al amor que el rey siente por su hijo, pero eso no significa que tolerará tu comportamiento.  Verónica apretó los labios  – Será diferente a partir de ahora, Sirey irá a un internado.  – No, por favor no lo haga.  El duque no quería ser tan severo, pero lo que estaba en juego era su familia y sí tenía que elegir, mil veces haría la misma elección – ¿qué creíste que pasaría?, tu hija tiene sangre real, lo quieras o no es una princesa y si el rey no amara a su hijo las dos estarían muertas, te está dando una oportunidad de vivir, si eres inteligente deberías tomarla y entender que es lo mejor para todos, y la escuela a la que irá es dedicada, con buenos profesores, supervisada por la iglesia, estará a salvo.  – Muchas gracias.  – Te daré un último consejo, no vuelvas a usar ese ridículo apodo para referirte a su alteza real el difunto príncipe Eduardo Texiran.  Verónica lo aceptó.  *****  Los sirvientes de la mansión Kreigos mantuvieron la puerta cerrada y las invitaciones fueron rechazadas, el duque volvió precipitadamente y encontró a su esposa y a su hija en la cama de la habitación principal, de tanto llorar, Liluina se quedó dormida.  – Me habría gustado saber que resultaría de esta forma, nunca habría dejado que ese bastardo entrara a la casa.  El duque se lamentó por las palabras de su esposa y se sentó a su lado para abrazarla – la mujer que llevé a la casa después del funeral, era la amante del príncipe Eduardo.  Angela se sorprendió – pero, las noticias lo pintaban como un hombre fiel y devoto.  – Lo es, para todo el reino y seguirá siéndolo, respecto a su hija, es nuestro deber cuidarla, mantenerla a salvo y alejarla de la familia real.  Angela bufó – ya es un poco tarde para eso, sería mejor matarla antes de que haga más daño, no entiendo como su majestad permitió que ella viviera.  – Ponte en el lugar del rey, si tu amado hijo falleciera y todo lo que quedara fuera una nieta, ¿qué harías?  ¡Cuidarla!, ¡ponerla a salvo!, lo sabía, pero no estaba de acuerdo – sigue siendo un error, mi pequeña no tiene culpa en todo esto.  – Lo sé, pero no podíamos prevenirlo, en cualquier momento un mensajero llegará a la mansión, me informará de un problema en el ducado, empacaremos y nos iremos a casa.  Tal y como fueron sus palabras la familia Kreigos dejó la capital al día siguiente de la ceremonia del príncipe heredero y volvieron al ducado, en el mismo tren, pero en los asientos para pasajeros iban Verónica y Sirey Miras, y dos días más tarde llegaron a la mansión.  A salvo.  Una semana después Sirey recibió una carta del instituto de la virgen Santa Clara y empacó para el viaje, no había razones para lamentarse, se trataba de una buena escuela para señoritas y la colegiatura ya estaba pagada, Verónica la despidió y ella se fue.  El invierno volvió y con ello la primera nevada, el pasar de las estaciones se convirtió en una espera infinita por el invierno, el momento en el que podía cerrar los ojos y sentir la nieve fría sobre la palma de su mano, si las heroínas tenían los climas cálidos, ella tenía el invierno, el viento frío, el aroma en el aire, el sonido del viento moviendo las ramas de los árboles y arañando los cristales de las ventanas.  Leyó – ¡ven a jugar!, dijo el fantasma afuera de mi ventana mientras tocaba incesantemente, ¡ven a jugar!, repitió hasta que terminó la tormenta y al amanecer y mirar la ventana abierta, busqué a mi alrededor y volví a la cama, ¡vamos a jugar!, susurró en mi oído y nunca más volví a escuchar.  Angela se sintió incomoda – prefiero tus libros de historia, ¿qué clase de libro es ese?  – ¡Terror nocturno!, el autor tenía un trastorno de sueño y cada noche veía su muerte, se lanzó de un precipicio, se ahogó en el mar, vio sus extremidades mutiladas, sufrió hipotermia en un bosque nevado, inanición en el desierto y en ocasiones los fantasmas iban por él, al final escribe, ¡he muerto tantas veces que me he preguntado si en verdad estoy vivo o sí soy una entidad inocua aferrada a esta pluma, dejando rastro de que alguna vez existí.  – Te traeré otro libro.  Era una pena porque finalmente encontró un libro escrito en qritea que no hablaba sobre trueques.  La puerta se abrió y el duque la miró con tristeza – el rey solicitó expresamente esa visita.  A la mitad de su estación favorita y en el medio de su quiosco se encontraba su antiguo prometido – tú, ¿qué estás?  Andrés corrió a abrazarla – Lilu, tengo problemas, mi padre no quiere que me encuentre con Sirey y sé que obligó a tu padre a enviarla lejos, ¿sabes en dónde está?  Liluina tuvo que repetir esas palabras en su mente para poder entenderlo, finalmente volvían a encontrarse y era por esa mujer.  – Mi mamá es igual, insiste en que debo elegir a una esposa diferente, es muy molesto, no sé qué hacer – recargó la cabeza sobre sus manos en una expresión afligida – Lilu, necesito tu ayuda.  Las manos de Liluina se apretaron hasta dejar marcas de sus uñas en las palmas.  Las villanas ocultaban sus emociones y jamás flaqueaban porque no tenían sentimientos – con gusto intentaré ayudarlo, alteza, la mujer que ama, ¿quiere ser reina?  – De qué hablas, todas las mujeres quieren ser reinas.  ¿Cómo pude equivocarme tanto en tu educación?  Caminó por el quiosco concentrándose en la nieve que cubría los árboles – alteza, ¿ha leído la princesa vagabunda?  – Es un libro para niñas.  Sonrió – cierto, ella unificó tres reinos, formó un imperio y se convirtió en una emperatriz respetada, tiene razón, es un libro para mujeres, no hay forma de que un hombre logre tales hazañas.  Andrés alzó una ceja – oye, bien, ¿qué hay con esa princesa?  – La princesa vagabunda obvió el romance en su vida, se concentró en sus objetivos, maduró como reina, peleó, ganó batallas y al final de un largo camino cuando cada pieza estaba en su lugar, eligió a un hombre para acompañarla – hizo una pausa – alteza, madure como príncipe heredero, concéntrese en sus objetivos actuales, indague sobre la mujer a la que ama y cuando llegue el momento en el que se haga las preguntas correctas, estará listo para comprometerse.  – Claro, las preguntas correctas, ya las tengo, pero solo para saber si tú sabes, ¿me las podrías decir?  – Su padre es el rey, un hombre poderoso e inteligente que derrocó dos rebeliones en su mandato y ese hombre le ha dicho que no puede casarse con Sirey Miras, en lugar de enojarse debe preguntarse el motivo detrás de esa decisión.  La expresión de Andrés cambió – lo entiendo, volveré otro día, nos vemos Lilu– estiró la mano y alborotó su cabello antes de irse.  Las manos de Liluina estaban tan apretadas que sus nudillos se pusieron blancos. 
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