Una semana después de su pedido, el mayordomo Viena llegó a la mansión acompañado de un chico de cabello castaño, ojos azules y con un niño más pequeño que él abrazando su pierna – es un bebe, este chico ni siquiera debe saber para qué se usa – Viena.
– No quiso separarse de su hermano, señorita.
– Yo – balbuceó el chico – haré lo que me pida – la miró con un par de ojos sin vida.
No le servía – dime, ¿cómo te llamas?
– Hugo Jeldin y él es mi hermano Caleb.
– Viena, conoce a tus nuevos asistentes.
Embarazarse de un personaje de apoyo con los ojos azules no significaba que sería cualquiera y menos un niño vulnerable que buscaba trabajo para mantener a su hermano, resopló – sigue buscando.
*****
Desde el principio su tío no ocultó los registros, lo que hizo fue llevar una documentación doble, se necesitaba ser creativo para mantener una mentira y su tío no lo era, dejó muchos rastros – llévalo a la comisaría del condado para hacer el arresto y Esperanto, me gustaría contratar a un experto para que valore la mina.
Esperanto asintió – me encargaré, sobre su tío, ¿está segura de que quiere que lo arresten?
– Estará bien, debió irse hace semanas.
– Podemos abrir una investigación por su desaparición.
En cualquier momento su tía o su abuela entrarían por esa puerta para reclamarle y acusarla de traicionar a la familia – hazlo – como si la que robó plata y falseó información fuera yo.
Un mes después de su llegara Viena trajo a un joven de cabello oscuro y ojos azules, su ropa era delgada y moría de frío – ¿cómo te llamas?
– Diego Trent.
Señaló su brazo – esa herida.
– Defendí a un caballo y me golpearon en su lugar.
Era lindo, en cierto modo, pero demasiado aniñado, parecía de quince años, más apropiado para adoptarlo y con esos brazos delgados no iba a poder cargarla, ella buscaba a un hombre con más carne en los huesos – envíalo al establo con Residian, a partir de hoy trabajarás aquí y serás el responsable de traerme la correspondencia – esperó a que el chico se fuera – y Viena, sigue buscando.
*****
Su profecía se cumplió, Lucrecia Kreigos con su mejor vestido y abrigo verde pino, entró en la mansión y se reunió con ella – pusiste una orden de arresto contra de tu tío, van a arrestarlo.
Es la idea – mi tío es un ladrón, era lo correcto.
Lucrecia no pudo creerlo – mi suegra me dijo que ustedes eran de esa forma, tan pagados de sí mismos, tienen más de lo que necesitan y nos envían lo que les sobra, lo que hizo Antonio fue tomar lo que le correspondía, su derecho como hermano del duque, ¡no más!, y esto es lo que le hiciste.
Liluina mantuvo la calma – tía, ¿no te molesta vivir en el oscurantismo?
– ¿El qué?
– Dijiste que mi tío tomó lo que le correspondía, cuando se descubrió la mina se planeó crear nuevos empleos, eso aumentaría la población y una parte de lo recaudado se usaría para mejorar los caminos, los sistemas de emergencia, abrir nuevos mercados, una vía directa a la estación de trenes y una red eléctrica, se suponía que la mina mejoraría la calidad de vida de todo el condado y en lugar de eso el dinero acabó en las cuentas bancarías de mi tío, ni siquiera pagó los salarios de los mineros a tiempo, ¿eso es tomar lo que le corresponde?
Lucrecia separó los labios para argumentar, pero no pudo hacerlo, las palabras se quebraron en su boca y recordó lo que le dijo su esposo – Antonio dijo que el responsable es el duque, no eches la culpa sobre él.
– ¿Y tú le creíste?, el presupuesto de cada condado se calcula en base a la población y lo único que abunda en este condado son las mansiones vacías, todas las personas se mudan buscando mejores oportunidades, no importa lo que te haya dicho mi tío, el duque no puede tratar todos los problemas directamente por eso existen los administradores y el administrador de este condado era mi tío, era su responsabilidad hacer lo mejor para sus habitantes, no para sí mismo y sobre eso, sabrás que todo lo recaudado fue puesto en varias cuentas que ya fueron vaciadas – buscó entre las carpetas – siete cuentas, todas a su nombre, hasta la casa – la mirada de su tía se llenó de confusión – las dejó en la ruina, ni siquiera dejó ahorros para pagar la educación de mis primas o para que ustedes puedan vivir tranquilas y si hiciera valida la ley, ustedes estarían en la calle.
La tez de Lucrecia se volvió blanca – no puedes, somos la familia del duque, es tu deber mantenernos.
Mi tío le lavó el cerebro – se te dará una pensión justa, en tanto no vuelvas a tocar mi puerta – se despidió.
Desde el estudio escuchó los gritos y reclamos de su tía y se recargó sobre el sillón.
Una semana después Viena llegó acompañado de un joven de cabello castaño rizado y ojos azules – Viena, tienes que ir a que te revisen los ojos, es una chica.
Las calles eran peligrosas, en especial para las mujeres y no era anormal que las niñas usaran ropa masculina, al ser descubierta la chica se puso de rodillas – por favor, haré lo que me pida, se lo suplico, solo necesito un poco de comida.
Liluina suspiró – ¿cómo te llamas?
– Muñeca Clarivian.
Siempre se necesitaba personal – Erina, toda tuya.
Los ojos de Muñeca se llenaron de lágrimas y moqueó – muchas gracias.
El verano llegó junto con su cumpleaños número diecisiete y tuvieron unos días de sol, el clima seguía siendo frío, pero se agradecía la vista del cielo abierto. El sargento Esperanto volvió y trajo con él a un hombre de cabello oscuro y un traje impecable, demasiado elegante para ser parte del ducado – ¿quién es él?
– Carlos Idarian, es el experto que me pidió.
Lo recordó – estupendo, necesito que revises la mina y hagas un presupuesto para reactivarla, también quiero que te encuentres con los empleados actuales para saber a cuántos más hay que contratar, puedes tomar el tiempo que necesites en tanto me traigas un reporte detallado, puedes retirarte.
Idarian no se movió, se mantuvo con la espalda recta, las manos en la espalda y la mirada fija – no lo ha revisado.
– ¿Qué cosa?
– Mi expediente.
Liluina bajó la mirada, abrió la carpeta y comenzó a leer, frunció el ceño al toparse con la gran cantidad de premios, cursos y recomendaciones de casi todos los maestros que le dieron clases, Liluina entendía que armar ese currículum debió tomar tiempo y era molesto que su empleadora no se tomara el tiempo de leerlo – listo, ¿qué harías si hubiera cambiado de opinión después de leerlo?
– Seguir mi camino.
Esperanto, ¿de dónde lo sacaste? – estás contratado.
– Muchas gracias, no la defraudaré.
Liluina sintió que temblaba de pies a cabeza – sistema, creo que soy alérgica a las personas honradas.
[Estimada clienta, no hay tal cosa]
– Sistema, te presento al sarcasmo, sarcasmo, te presento a mi sistema.
*****
Viena llegó con otro joven de cabello ligeramente rubio y ojos azules – ¿cómo te llamas?
– Gabriel Basir.
De muchas formas era su tipo, pero había algo que no la convencía – ¿alguna ocupación?
– Peleo por apuestas.
– ¿Por qué?
– Pone dinero sobre la mesa.
Suspiró – envíalo con Esperanto, pídele que lo entrene, trabajará como guardia – se recargó sobre el sillón, ese último era su tipo, alto, nariz afilada, ojos azules, peinado terrible, pero con un corte apropiado sería un rompe corazones.
Y no era lo que quería.
Tal vez porque era amable o porque tenía una familia o porque era un chico lindo y dulce que trabajaba duramente y ella iba a tomar esa dulzura y retorcerla bajo las sábanas como la villana que era, el chico probablemente quedaría traumado de por vida y sería incapaz de tener una relación sana con el sexo opuesto.
No quería eso, odiaba la idea de estar en la cama con un niño asustado que se echara a llorar y se sentía miserable solo de pensar que ella tendría que forzarlo – no quiero un niño, quiero un hombre frío y desapegado al que no le importe bajarse los pantalones, hacer su parte, irse y dejar atrás a una mujer embarazada – además, tal hombre debía ser de su gusto y no podía ser violento.
Un hombre con esa descripción, ¿existía?
Al comienzo del otoño todo estaba listo para reactivar la mina y el clima se volvió frío y seco, casi no llovía, aprovechando el clima salió a dar un paseo y caminó alrededor de la mansión.
Erina la siguió – habrá pescado para la cena.
Otra forma de decir que los soldados estaban aburridos y se fueron de pesca – suena bien – escuchó el galope de los caballos, era el sargento Esperanto.
Él corrió – señorita Kreigos, encontramos una banda de criminales más al norte, se hacen llamar ¡serpientes!, creemos que su tío tenía un trato con ellos.
Y su tía seguía defendiéndolo – vayan.
Acabando el otoño el clima se volvió más frío, los soldados dejaban la mansión a menudo para la búsqueda y nuevas familias se mudaban como parte de la expansión del mercado, lo que generaba mucho trabajo y más empleos.
Pero lo que en realidad necesitaba era comprarle lentes a su mayordomo – Viena, es otra chica – resopló – ¿cómo te llamas?
– Jesica Lagos.
Ya ni siquiera estaba molesta – Erina, toda tuya y Viena, ya no busques.
Con la primera nevada mucha de su determinación se perdió, todo el día miró la nieve caer y cubrir la tierra, los árboles y las esculturas hasta que todo se volvió blanco, al caer la noche la ventisca se detuvo y los copos de nieve caían muy lentamente – sistema, creo que la persona para mí no existe porque no pertenezco a este mundo.
Tomó un abrigo blanco, encendió una vela y salió al jardín en mitad de la noche, desde su ventana no podía ver la luna llena y esa era una hermosa luna, tan grande y brillante, parecía que los copos de nieve caían de ella hacia las manos de Liluina.
Era una hermosa noche para sentirse tan melancólica.
– Ayu…
La voz la sobresaltó y giró la cabeza para mirar al hombre con sangre en la camisa, nieve sobre su cabello y tez pálida, había tres rizos sobre su frente que le daban un estilo seductor y redondeaban su rostro, la mirada era atrayente, cosa que no ocurría a menudo con las personas que vivían en la calle y estaba muy aseado para ser un vagabundo, salvo por la sangre de su hombro.
– Ayúdame
Esa noche pensó que el hombre que buscaba jamás aparecería y él llegó a su jardín solo para desmayarse – debes ser el hombre con peor suerte en este mundo.
¡Giovani Luan!, un criminal, los oficiales no especificaron su crimen, pero el hecho de que hubiera una búsqueda decía mucho, un hombre sin escrúpulos, atractivo y con fuego en los ojos, si lo dejaba pasar no importaría y si lo aceptaba corría un gran peligro, por otro lado, ese hombre bien podía ser enviado por su sistema.
Se desvistió y se recostó en la cama, toda la noche sintió su cuerpo apretujado, el hombre a su lado buscaba desesperadamente calor corporal y ella era esa fuente.
Al amanecer se dedicó a observar al recién llegado, Giovani tuvo muchas oportunidades de escapar de la casa o tratar de robar algo, en lugar de eso fue tranquilo, se acopló a la dinámica familiar con facilidad y no mostró un lado violento, tuvo la confianza de llamarlo a su habitación por la noche– quiero que me embaraces, si lo consigues, te pagaré el equivalente a diez mil monedas de oro, ¿aceptas?, no será esta noche, estás herido y no necesito un desempeño pobre, a menos que te consideres capaz de lograrlo, ¿cuál es tu decisión? – las acciones de Giovani no le dejaron en claro su decisión – ¿necesitas pensarlo? – se quitó el abrigo dejando una tela muy delgada sobre su piel.
– ¿Qué estás?
– Tengo calor.
Lo vio dar la vuelta, tomar la perilla, esperar nueve segundos y dar la vuelta para regresar a ella – todo lo que necesitas es quedar embarazada, ¿qué pasará con el bebe?
– Mi problema, por eso voy a pagarte, para que te vayas después de terminar el trabajo.
Giovani agudizó la mirada y se agachó para besarla.
¿Eh?
La forma en que su boca fue asaltada la tomó por sorpresa y pese a que retrocedió hasta hundirse en el sillón, no evitó ser besada.
La mirada de Giovani se llenó de duda – ¿estás segura de que puedes hacerlo?
Lo dicho, había algo en él, no le sorprendería que hubiera pasado un tiempo en prisión o algo por el estilo, sonrió y ladeó la cabeza – estoy lista – le devolvió el beso por orgullo.
[Estimada clienta, ¿está segura de tomar esta decisión?]
Como respuesta, atrapó la cintura de Giovani con las piernas.