Las manos de Giovani subieron por las piernas de Liluina apartando la tela de su vestido y provocándole calosfríos, sus manos se movieron, pero toda su atención estaba en el beso, demasiado invasivo, demasiado íntimo, tuvo que apartarlo – aquí no, en la cama. – Cualquier lugar sirve, si te estás acobardando dilo. – Yo soy la que paga y dije C–A–M–A – si él quería hacerla cambiar de opinión, perdía su tiempo, Liluina estaba decidida. Giovani le tomó la palabra, sujetó su cadera levantándola como si no pesara y la llevó a la cama, una vez ahí la dejó caer sin una pizca de gentileza. Oye idiota, ¿tienes novia o cuál es tu problema? Giovani se quitó la camisa, además del vendaje en su hombro no tenía otras cicatrices – antes de que hagas otra cosa debo recordarte, soy la que paga, nada d