La música seguía sonando y cada detalle era perfecto, el saber que era la boda de su hermano y de una antigua rival la llenaba de alegría, nada era mejor que apartar las pequeñas piezas que estorbaban y de esa forma ser la más especial para el príncipe, nada la haría sentir mal, ni siquiera el hecho de que Viola Andes dejara caer accidentalmente una copa de vino sobre su vestido, era una nimiedad, se cambiaría y volvería a tiempo para el resto de la fiesta. Ese era el plan. Con la mano sujetando el marco de la ventana y un sentimiento amargo carcomiendo su pecho Cadmia Le Mar observó por la ventana al príncipe Andrés bailando con una mujer desconocida. La forma en que se movía era tan torpe que cualquiera la detendría para corregirla, pero el príncipe se mantenía a su lado encantado por