Había una sortija en su dedo. En las novelas las mujeres lucían los regalos de sus novios como trofeos, lo cual se sentía muy materialista e incorrecto y siendo ella la villana se esperaba que lo fuera, por lo cual quería que todos vieran su anillo. Fue un sentimiento extraño. Con la mano extendida y la alianza adornando su dedo, Lucas la atrapó y entrelazó sus dedos – buenos días – le dio un beso. Digno del héroe, Liluina entendía que en su papel de hombre perfecto Lucas era amable, detallista, romántico y atento, tal y como su tía lo anunció, pero no pensó que sería tan exagerado, quería pedirle que dejara un poco para el resto del mundo, pero entonces recibió otro beso – buenos días. – Ya lo habías dicho. – Pero tú no. ¿Era necesario?, claramente su esposo no entendía que las vil