Liluina sintió que llevaba una eternidad esperando por un vaso de agua y cuando vio a Lucas abrir la puerta y poner la jarra sobre la mesa, su mal humor no mejoró – ¿hasta dónde fuiste a conseguirla? Lucas le sirvió un vaso y lo llevó a la cama, hasta ese momento Liluina notó su camisa y la tocó con los dedos. – Un accidente – desabrochó los botones de la camisa para quitársela, parte de su pantalón también se mojó y Liluina observó mientras sostenía el vaso con las dos manos, la luz de las dos velas iluminaba la habitación y lanzaba destellos de luz sobre el pecho de Lucas, sobre su hombro miró la cicatriz y subió la mirada hacia los rizos que se pegaban a su frente por el agua que a primera vista parecía sudor. Viéndolo tomar la ropa que iba a ponerse, sujetó su mano – ¿tienes que ves