La pluma comenzó a emitir destellos y cuando los noté, la miré con atención y la alcé hacia arriba.
Mi acción provocó que un destello de luz cubriera la habitación y de este saliera una silueta de un chico alto que solo bostezó y dio una vuelta con elegancia para después reunir y encerrar la luz en una esfera que sostenía entre sus manos.
Anonadado miré a aquel joven de cabellos azules que llegaban por encima de sus oídos y estilizado hacia atrás, ojos azabache, piel pálida como el papel y de apariencia tersa, rasgos finos y delgado. De porte elegante y de traje que aparentaba al de un príncipe, el saco de color azul rey con detalles dorados, guantes y pantalones blancos, botas negras y hombreras doradas.
Parecía haber salido de un cuento de hadas el joven, y eso me hacía creer ya que en el costado de su lado izquierdo llevaba una espada atada a su cintura. Realmente estaba perdido en su apariencia que me deslumbró, bueno, eso fue hasta que la voz de él que era de tono suave y amable pero varonil me despertó.
— Mi señora Eileen me ha pedido que te sirva de apoyo— me dijo mientras de arrodillaba frente a mi.— soy Argenis, títere, marioneta, guardián... o como gustes llamarme. Es un placer servirle a usted, joven Nathaniel Fray.
Verlo frente a mi y la forma en la que me llamó me hizo ruborizar de vergüenza, aunque cuando Argenis tomó mi mano para saludarme comencé a temblar... dudé que fuera una simple reacción de mi parte por su amabilidad y educación.
— Ah! yo... esto... solo dime Nathaniel—. Le pedí mientras trataba de mantener la concentración en lo que estaba haciendo y lo que debía hacer en ese lugar y no en la belleza de Argenis.— Emm... mucho gusto, Argenis.
— Bueno, joven Fray. Primero... debemos buscar una salida de aquí para...— sus palabras callaron y con una sonrisa avergonzada continuó hablando.— ¿Qué era lo que debía hacer o qué estaba haciendo?.
— ¿No te lo dijo Jun?—. le pregunté con curiosidad al ver su expresión tan tierna.
— Jaja~ mi amor no me dijo nada. Solo me dijo que me iba a llevar contigo, dijo que tu sabías que hacer y que buscar... a veces mi amor es tan... ¿misteriosa?— comenzó a reír con suavidad.— a veces mi florecilla es muy traviesa y le encanta jugar con acertijos como a mi señora Eileen. Son casi tan parecidas.
Escuchar a Argenis llamar a Jun "amor", solo sentí una leve pedrada que me hizo volver a la realidad para mantener la compostura y proseguir con mi misión en lo que parecía ser un laberinto de estanterías llenas de libros viejos y desgastados.
— ¡Ejem!—. aclaré mi garganta.— ya que mi amiga no te dijo nada, creo que solo debo de buscar la solución a esta pelea que hay arriba.
Al apuntar hacia arriba, Argenis solo negó.— Tonto... ¿dices qué debes ayudar al zorro que tienes como guardián?—. hizo una pausa para comenzar a reír al ver mi expresión de incredulidad al escucharlo llamarme "tonto" y prosiguió.— Debemos encontrar el libro de las marionetas, y el diario de alguno de los Fray.
— ¿Por qué debemos buscar eso?—. le pregunté con curiosidad mientras él elevaba la esfera de luz hacia el techo.
— Porque debes entender el funcionamiento de tu zorro y desde donde viene este conflicto. ¿No es lo que tu corazón busca?— me preguntó mientras miraba la esfera de luz.
Al encontrar una posición ideal para su esfera de luz, alzó sus manos para dar una vuelta y provocar que la esfera se rompiera y la luz rodeara el lugar. La iluminación que ahora nos acompañaba era perfecta, tanto que pude notar que lo que aparentaba ser una simple biblioteca era un gran almacén de estilo medieval pero hermoso, aunque con candelabros sucios que tenían cera escurrida.
— Pareciera que este lugar no ha sido tocado en años—. murmuré al ver hacia el techo y notar la suciedad de los candelabros y el polvo que cubría en algunos estantes.
Argenis se río y luego caminó hacia una escalera para después subir y comenzar a buscar en las estanterías altas.— ¡Oh~!. Joven Nathaniel, usted debe tener en cuenta que sus abuelos son personas mayores que no cuentan con ayuda de personas rebosantes de juventud y energía.
— Argenis. Su comentario me hace sentir mal—. desvié la mirada mientras trataba de buscar en la parte baja de los estantes un libro interesante, aunque no sabía ni en qué sección estaba buscando.
Sacando un libro de la repisa en la que estaba, solo me dedicó una mirada llena de preocupación y luego suspiró. Estaba más que claro que parecía estar pensando de manera cuidadosa sus siguientes palabras a decir, y claro que yo estaba listo para escucharlo aunque tal vez me podría lastimar.
— Lamento no haber recordado tu tierna infancia y adolescencia... joven Nathaniel— al fin habló y se disculpó a la vez que comenzaba a rebuscar nuevamente en la repisa.— mi señora Eileen me había comentado pero lo olvidé.
— No te preocupes Argenis, no tienes la culpa...— miré al suelo que estaba lleno de polvo que no permitía ver que estaba pisando.
— ¡Ahg!. ¡¿Pero por qué no haces nada?!— me gritó a la vez que me lanzaba el libro y dejaba su forma humana de lado para convertirse en un ave de plumaje azul con gris.
Con dificultad atrapé el libro y caí al suelo por tratar de no permitir que este cayera ya que temía que por la antigüedad se dañara.
No entendía la actitud de Argenis, ni siquiera el por qué volaba a mi alrededor mientras emitía un sonido ensordecedor.
— ¡Detente Argenis y dame una razón para agredirme de esta manera!— le pedí cubriendo mis oídos con mis antebrazos, aunque claro, esto no era suficiente para el vozarrón de mi acompañante enfurecido.