Las palabras de Jun más que una propuesta sonó como una advertencia que complementó inmediatamente.
— Él es una marioneta que consideran una amenaza— hizo una pausa para seguir limpiando sus lágrimas y aclarar su garganta para ser lo más clara posible conmigo.— si tu familia conoce la historia de cada marioneta de madame Hester... sabrán de las primeras siete y que una de ellas era el encargado de pelear.
Sorprendido por las palabras de mi compañera, asentí en silencio que carcomía mi interior al querer obtener más respuestas. La duda ardía en mi pecho e inquietaba mis pensamientos causando una marea turbulenta de las más enredadas teorías del porqué no me daba una advertencia sin rodeos ni especificaciones.
Quise abrir mi boca para darle a conocer mis dudas que quería que respondiera pero, ella me ganó.
— Se que quieres más especificaciones pero debes entender que no puedo intervenir y decirte lo que va a pasar. Aunque... tus sueños es a quienes debes consultar, pero ya que las visiones que los Castelia tienen no pueden advertirles a ustedes sobre el destino de cada uno y eso no es de mucha ayuda.— me dijo como si hubiese podido haber leído mi mente.—pero... Al menos debes intentar ver el futuro de alguno de tus más cercanos para poder predecir lo que va a suceder en tu camino.
Escucharla detuvo en seco mis pensamientos, la sorpresa heló mi sangre. La mirada se mantuvo perdida en la absoluta oscuridad que nos rodeaba mientras seguíamos cayendo en aquel lugar que parecía no tener final.
Ver mi rostro le hizo gracia, ya que ella comenzó a reír para luego mirar la pequeña flama de la vela que llevaba entre sus manos.
— Tus expresiones te delatan. La duda e incertidumbre... has maldecido a tu familia y a tus dones al no poder hacer nada. Se que lo de Dannét y la visión te hace dudar pero... eso fue obra de madame Hester, ella quiso ver hasta donde llegaba la malicia que hay en los corazones de quienes poseen el don de visión futura...— me sonrió.— mi señora te hizo ver eso ya que estaba poniéndote a prueba junto a tu prima.
— Pero... Dannét siempre se burla de las desgracias— dije con preocupación evidente en mi voz, ya que era la mera verdad que me hacía sentir atrapado.
— Pero ella no es la luz, es la maldita oscuridad que ahora va a buscar iluminar—. me dijo con una sonrisa mientras miraba hacia lo que debía suponer ser el techo.— está a tu favor todo.. solo mantente en la luz y no olvides que esta guerra esta comenzando... no te rindas, Castelia Fray~
Sus ojos se cerraron y la flama de la vela se extinguió, esto a causa de la acción que Jun tomó sobre esta, con sólo soplar. Dejándome en completa oscuridad y aún cayendo, estuve por resignarme a sólo caer en el vacío pero lamentablemente, mi cuerpo golpeó duro contra el suelo. El fuerte golpe me dejó inconsciente y tendido en el frío suelo.
No se cuanto tiempo pasó, pero algo suave acarició mi mejilla derecha. Provocando que lentamente abriera mis ojos para ver quien estaba a mi lado pero... la oscuridad absoluta seguía siendo el impedimento que tenía para seguir con lo que Jun quería que descubriera. Algo extraño era el comportamiento de las marionetas de mis abuelos y el de Jun que parecían querer que encontrara algo a toda costa pero.. ¿Qué debería buscar entre esta densa oscuridad?. Esa pregunta inundaba y resonaba como campana en mi mente, no me dejaba pensar claramente en la acción que debería hacer para salir de esa estresante situación, pero... algo nuevamente acarició mi mejilla y al ver el listón dorado iluminarse, lo até a la pluma y lo tome entre manos.
— Del sueño profundo has de despertar, Argenis Titella ayúdame a pelear... que de esta nueva batalla Eileen me ha de guiar—. conjuré lo que mi corazón me decía y gritaba con fuerza.
No tenía la menor idea de que hacer ni de que decir, pero tenía que confiar en mi intuición y en mi habilidad. Estaba solo y no tenía a nadie quien me guíe, pero, por ese motivo debía de confiar en mi mismo y no dudar en cada paso que debía dar, era el momento más adecuado para demostrar de lo que era capaz de hacer para proteger a lo que me rodean.
— ¡Argenis Titella!. ¡¡Eileen te ha confiado a mí... otorgarme tu fuerza por favor!!— mi grito resonó en el lugar al ver que nada sucedía.
Mi pecho comenzó a doler y la duda comenzó a nublar mi mente, estaba desesperado por encontrar rápidamente la respuesta al acertijo que debía resolver para poder salir de este lugar para poder ir a pelear junto a mi guardián, mis abuelos y sus guardianes.
Por más que luchaba contra el pesimismo, este me derrumbaba de tan solo recordar las duras palabras que escuchaba por parte los Castelia.
"Dannét es más fuerte, este niño es más un simple defecto"
"No te preocupes Jhon, solo busca el segundo desendiente"
"Nathaniel solo es... alguien que nació para ser un simple hombre y no un Castelia"
"Deshonra para los Castelia, debe tener un corazón fuerte y carácter de hielo"
"Jamás podrá igualar a sus mayores... ni a los talones nos llega"
La tormenta de palabras hirientes y comentarios negativos hacia mi persona comenzaron a empaparme para querer ahogarme, casi estaba luchando para salir de aquel mar de dolor.
Sin falta el nudo en mi garganta se formó y mi pecho se sintió pesado, y una cascada de lágrimas comenzó a caer por mis mejillas que empapadas y ruborizadas demostraban que solo era un joven privado de la convivencia con personas normales para tener una vida normal y sin preocupaciones, solo era un joven que quería ser amado a plenitud y sin ser visto como alguien débil. Madre me amaba, pero... mi padre a veces me mantenía alejado de ella por el entrenamiento y lo máximo de tiempo que la veía a diario eran tres horas, y eso que eran las horas de comer que solo duraba 1 hora.
— Solo quería amor... quería amigos... quería ser un chico normal... quiero una familia normal... no quiero más dolor mi oscuridad....— Mis anhelos, deseos que tanto añoraba y me hacían soñar despierto mientras imaginaba teniendo todo eso, fueron revelados mientras lloraba en la oscuridad.
Abrazando con fuerza la pluma con el listón dorado, pedia a gritos que esto fuese un sueño del que despertaría y encontraría a mis padres llamándome y pidiéndome que me prepare para desayunar... pero, ¿Qué cambiaría si los Castelia no contarán con esa tradición?. ¿Mi vida como sería?. No lo sé, pero tal vez sería algo más tranquilo que esto.
Llorando desconsoladamente, y sin prestar atención, la pluma emitía pequeños destellos y eso fue hasta que me percaté de este pequeño suceso.