La primera bala rozó y casi da en el retrovisor del lado izquierdo, Eriks miró por el de su lado derecho y se dio cuenta que venían dos motos y un auto. —Necesito que me los quites de encima —Eriks parecía que estaba hablando solo, pero en realidad lo hacía con la chica del pelo pintado. —Eso intento —parecía que ella estaba tosiendo. —¿Qué sucede? —Nada. —¿Qué... —¡Nada! —pero al fondo se podían escuchar disparos. Y Eriks sabía que eso era malo, entrar a las oficinas de sistemas era casi imposible, todo allí estaba codificado y parecía más bien un búnker, así que si él estaba escuchando disparos era porque la chica tenía los minutos contados. —Lo haré por mi cuenta, si te hirieron... —Un poco, nada grave —dijo sintiendo el dolor más desgarrador en sus costillas—. Gira a la izqui