1. ADIÓS, AMOR.
—¡Tienes que irte de aquí! —La voz de Jasha era ronca, sus manos sostenían mi rostro con fuerza mientras el sonido de las balas y los explosivos me aturdian.
—No… No puedo dejarte, no puedo irme sin ti —le dije en un intento porque me escuchará y entrara en razón.
A nuestras espaldas estaban Hades y Poseidón, así les llamaba a sus hombres de confianza. Los dos más fuertes y fieles a Jasha. Poseidón estaba herido y sangraba de un costado.
—¡Jefe, es hora! —Gritó para nosotros.
El plan de Jasha era entregarse para que yo pudiera huir con ellos y así encontrarme con Alek su hijo pequeño y Olga su madre.
Pero yo, tan terca y enamorada como estaba, no fui capaz de dejarlo hacer aquello.
No fui capaz porque sabía que una vez ellos los capturaran, nunca más volvería a ver la luz del sol y yo no tendría oportunidad de volver a ver sus hermosos ojos grises. No podría vivir con aquello en mi consciencia.
No podría volver a vivir igual.
No sin Jasha.
Puse mi frente sobre la suya y le di un último beso, sintiendo como mi pecho dolía, las lágrimas me estaban superando y tomé sus manos para dejar un beso en cada una de ellas.
—Per… Per… —el llanto no me dejaba hablar—. Perdoname Jasha —estaba confundido por mis palabras y el dolor que claramente se veía en mis ojos—. Por favor nunca dudes de mi amor por ti.
—Irina, yo no…
Lo golpeé.
—Adiós, amor —me incliné sobre él en un último abrazo y mi alma se partió en mil pedazos, sentía un ardor que me estaba quemando viva por dentro.
Fue un golpe seco, doloroso, fulminante.
Un golpe tal como él mismo me había enseñado a darlos para defenderme en los casos de emergencia.
—¡Señorita Irina! ¡¿Qué hizo?! —la pregunta fue de Poseidón con su voz débil por la herida, pero aún a pesar de su debilidad, seguía siendo un reclamo.
—Llévenselo de aquí, asegúrense de que llegue con vida junto a Alek y Olga, y por favor no lo dejen creer que lo traicione —lo miré una última vez, parecía dormido, se veía tranquilo y hermoso—. ¡Ahora! ¡Salgan de aquí! —Yo no solía gritarle a las personas, pero si no los sacaba de allí, todo sería en vano. Los vi alejarse y perderse en medio del humo, la ruta de escape solamente lo sabían ellos.
Me quite el chaleco, aunque era peligroso en mi estado, pero necesario, lance lejos las dos armas a las que casi no les quedaban balas, llene mi rostro de tierra, porque sangre ya tenía de la que había dejado Jasha sobre mi y de un par de raspones en mis brazos.
Y entonces era el momento de actuar, era el momento de desviar la atención de todos allí, para centrar en mi los ojos de los que se hacían llamar justicieros.
Cada segundo la rafaga de disparos se iba apagando y cuando al fin sentí el espacio de silencio que me permitiría llevar a cabo mi plan.
Con un poderoso y grueso nudo en la garganta, comencé a gritar con todas mis fuerzas.
—¡AUXILIO! ¡AYU… AYUDA POR FAVOR! —Las lágrimas resbalaban libres, mi pecho se sentía tan apretado que yo creía que el aire me iba a abandonar—. ¡AYUDA POR FAVOR!
Escuché el correteo de personas tras el lugar que estaba escondida. Me puse de pie con mis manos a los lados de mi cuerpo y volví a gritar. En ningún momento paré de pedir ayuda, estaba suplicando, hasta que me crucé con 3 hombres, ninguno de ellos dejaba de apuntarme.
—¡Quieta! —ordenó uno de ellos.
—¡Ayu… ¡Ayúdame, por favor! —Una cosa era cierta, yo estaba actuando espléndidamente, pero la sensación física de dolor, de malestar era real. No estaba bien, comencé a sentirme mareada y débil.
—De rodillas —una nueva orden. El tipo no dejaba de apuntar directo a mi pecho.
—Por favor —le suplique. Pero este se acercó con cautela y me obligó a arrodillarme.
—¿Quién eres?
—Soy… yo soy…
Pero la pesadez en mi cuerpo ganó la batalla, sentí que todo me daba vueltas y estaba a punto de caerme. Sin embargo, saqué fuerzas de donde no sabía que tenía y hablé.
—Soy Irina, yo… llegué aquí para pagar la deuda de mi padre con trabajo. Por favor, ayudeme —busque los ojos del hombre que me había puesto de rodillas y cuando al fin conectó con los míos, sus verdes me sorprendieron.
—Tu nombre —había compasión en su mirada. Había caído, de alguna manera mi plan había funcionado.
—Irina, soy Irina Smirnova.
—Está lastimada y pálida, necesita un médico —parecía estar hablándome a mí, pero sabía que no era así—. Seguiremos el camino, lo voy a encontrar —cuando escuche esas palabras, sabía que ese hombre estaba hablando con alguien al otro lado. El temor me invadió, porque no sabía qué tan lejos iba Jasha con Hades y Poseidón—. Quédese aquí y no se mueva, esta área está libre de peligro, en unos minutos llegarán por usted.
Los dos hombres que lo acompañaban empezaron a caminar hacía el frente y el hombre estaba por seguirlos.
Yo solamente tenía claro que debía detenerlos.
—¡NO! ¡No me dejen sola! —No me importaba si tenía que usar la fuerza, pero no podía dejarlos ir—. Es peligroso, yo… Tengo miedo, por favor —di varios pasos hacia ellos, pero los 3 levantaron sus armas enseguida en mi contra.
—¡Quieta! ¡No se mueva! —obedecí.
—Lo siento, pero es que yo no quiero, no puedo estar sola. Tengo miedo, ustedes no tienen idea del horror que…
Entonces un estallido nos interrumpió.
¡Mier.da! ¿Qué pudo pasar?
El pánico aumentó en mi interior, eso pudo ser todo o nada al mismo tiempo. ¿Y si los habían atacado con éxito? ¿Y si Jasha no sobrevivió?
Mi Jasha, mi amor.
—¿Qué sucedió? —preguntó al fin el hombre al comunicador— ¡CARAJO! ¡PU.TA MADRE!— Estaba molesto y eso de alguna manera parecía bueno para mi— ¿Cómo es posible que se les escapara de las manos?
Al escuchar esas palabras, mi cuerpo reaccionó. El llanto se hizo más fuerte e incontrolable, más doloroso y asfixiante, mi cuerpo dolía, mi alma estaba rota y mi corazón hecho polvo.
Jasha era libre, sin mi, pero libre.
Había logrado que mi amado llegará junto a su hijo y su madre, las personas que más amaba en la tierra.
Probablemente nunca más volvería a ver a Jasha y eso era lo que me tenía destrozada y de rodillas llorando. Llorando dolorosamente y con un vacío que solamente él sabía llenar completamente.
Sabía que no era un hombre de prácticas éticas, que negociaba con gente mala y que le temían, sabía que Jasha era cruel y despiadado, en carne propia había probado su mano dura. Pero cuando lo conocí, cuando vi el verdadero Jasha fue imposible no caer en sus brazos profundamente enamorada y entregarle todo de mi, tanto como me pidiera, tanto como necesitara.
Intenté noche tras noche decirle a mi mente que no y a mi corazón que esos sentimientos por él eran corruptos e insanos.
¿Pero quién manda en el corazón?
No todos en la tierra son buenos y no todos son malos. Ese era el equilibrio de la vida.
Para siempre me iba a quedar ese último beso.
Jasha me llevó de 0 a mil en milésimas de segundo, me mostró un mundo que no conocía y me entregó su corazón. Por esa razón había tomado la decisión de mantenerlo vivo.
—¿Alguna baja? —La pregunta del hombre me sacó de mis tribulaciones—. Poseidón —susurró y nuevamente mi alma se quebró. ¿Qué tanto dolor tenía que soportar ese día?
Ese hombre me había rescatado un par de veces, había recibido regaños severos de Jasha por mi culpa y tenía las energías de un niño pequeño. Era tan bueno como malo, todo en igual proporción.
Mi llanto no cesaba y yo tenía mis manos casi hundidas en la tierra. ¿Por qué todo se había desmoronado de esa forma?
—Te prometo que lo vamos a capturar. No se que daño te hizo, pero lo vamos a hacer pagar —el hombre de ojos verdes que parecía ser el líder de los 3, el que hablaba todo el tiempo estaba de rodillas con mi rostro entre sus manos diciéndome eso.
Nuevamente trague grueso y deje caer mis lágrimas.
—¿No… No lo capturaron? —necesitaba saber qué había pasado con ellos 3, con los últimos 3.
—No —dijo cabizbajo—. Lo siento, pero prometo que…
—¿Qué pasó? —empecé a enderezarme.
—Poseidon, ¿conoces a poseidón? —afirmó con mi cabeza. ¿cómo explicarle que poseidón había sido como mi padre? ese que nunca tuve, porque el verdadero era esclavo del alcohol—. Se… se abalanzó sobre nuestros hombres con dos granadas y los hizo volar a todos, incluido él. Hades salió gravemente herido y parece que el diablo… iba inconsciente.
Hades —pensé para mi y el dolor que estaba sintiendo fue inevitable no dar ese grito desgarrado de ira, Poseidón muerto, Hades herido y sin noticias de Jasha.
—Irina ¿verdad? —El hombre llamó mi atención de nuevo—. Te prometo que…
—No me prometa nada, no me interesan sus promesas —fui tajante—. Sáqueme de aquí.
Me puse de pie con las pocas fuerzas que aún me quedaban y con el llanto desbordado.
Yo ya no tenía una familia. Esos hombres que caminaban junto a mi la habían destrozado.
Y era consciente de la realidad, “el que a hierro mata, a hierro muere”, pero eran mi familia. Y ya no estaban.
Mi labio temblaba por que yo intentaba contener el llanto, pero fue imposible.
Varios pasos más adelante, todo se volvió n***o para mi y caí.
Caí en un espiral de oscuridad, en el que corría y buscaba Jasha, cuando al fin lo encontré lo vi levantar su arma en mi dirección y disparar justo en el centro de mi pecho.
—¡Maldita! —me gritó y yo no podía hablar, no podía decir nada. Solamente presionaba mi pecho lleno de sangre.