Dos días duró inconsciente Jasha, su cabeza parecía que se iba a estallar y sus ojos se sentían demasiado pesado, un pitido extraño pero suave se instaló en su oído y comenzó lentamente a abrir los ojos, la luz blanca y el olor a hospital inundo su nariz, llevo sus manos a su cabeza y acarició suavemente sus cienes. Intentó enderezarse un poco pero fue muy dificil. —No te muevas, debes guardar reposo —la voz de su madre. —Sabes que no me voy a quedar aquí quieto. —Sí, lo sé —Olga se puso de pie y se acercó a Jasha, lo ayudó a sentarse y le acomodo las almohadas, para luego regresar a su asiento. Jasha se tomó un segundo con los ojos cerrados y busco el rostro de su madre, pero la impresión fue tal que tuvo que parpadear. —Deja de mirarme como si fuera la primera vez que me vez un gol