EL TIEMPO.

3596 Words
Jasha estaba en su habitación dando vueltas, su mente daba vueltas y casi se sentía mareado, estaba cansado de ver la cara de esa mujer. "La chica es hermosa, un rostro angelical, perfecto, unos ojos expresivos y retadores, una silueta delicada, que contrasta perfectamente con esos tatuajes que llevaba en los brazos" Su conciencia podía ser impertinente a veces. Y él tampoco podía negar que desde el primer momento que la vio, aunque estaba golpeada y con el rostro lleno de sangre, su cuerpo sintió algo muy distinto a lo que sentía con las demás mujeres que veía y solo pensaba en f0llar, claro que con Irina también pensaba en follar, pero había algo diferente en ella. Podía ser esa actitud retadora y rebelde, pero eso también sería un problema para él. Por un momento pensó en lo satisfactorio que sería poner su p0lla dura en esa boca impertinente. Sus ojos no se despegaron de las cámaras durante el par de noches que los chicos estuvieron dormitando, ni cuando la metieron al cuarto frío para ponerle a prueba la resistencia. El se dio cuenta que con un poco de entrenamiento y buena alimentación la chica podría trabajar en sus filas, pero entonces su madre arruinó los planes por el pequeño Alek. Sabía que tenía que ponerle una niñera adecuada, pero las mujeres que llegaban eran demasiado... provocadoras y terminaba cogiendo con ellas en cualquier parte y luego teniendo que despedirlas porque se ilusionaba con cosas que nunca iban a pasar. Las otras eran mujeres demasiado mayores que no podían seguirle el ritmo al pequeño. Y además estaba el factor de esa curiosidad insana que se le había metido en el cuerpo por lo que Dmitri había estado buscando, no le dio importancia y luego recordó que el hombre había pasado tiempo en la carcel por que no fue capaz de entregar información de su padre, salvó a muchos en ese entonces y quería averiguar de qué se trataba todo el misterio en torno a la pieza que tanto busco. Jasha estaba mirando la nieve caer, dio un sorbo a su bebida sintiendo como el calor del licor quemaba su garganta y le gustaba. Estaba por acostarse en la cama, cuando escucho un ruido demasiado extraño en la habitación de su pequeño, algo demasiado inusual, pues el niño siempre se iba a la cama en perfecto silencio y con la luz apagada, a Alek nunca se le permitió sentir miedo o más bien expresarlo, justo como a él lo habían criado. Tomó su arma y envió un mensaje a los jefes de seguridad para que revisaran las cámaras o alguna alteración en su preciso y perfecto sistema de seguridad. Se arrastró por su habitación y abrió la puerta secreta y pequeña que lo conducía directamente al armario de su hijo, con la agilidad que lo caracterizaba entro y guardó silencio escuchando atentamente lo que podía estar pasando en esa habitación. Y apretó con fuerza el arma cuando escucho la voz de Irina. ¿Qué carajos hace aquí? La orden había sido clara, debía estar con el niño a la mañana siguiente no desde la noche, odiaba que lo desobedecieran y entonces abrió la puerta del armario del pequeño Alek y su silueta se pintó en medio de las sobras de la habitación. Irina dio un grito agudo y fuerte, tomó la lámpara con forma de león que había cerca de ella y se la lanzo directo a la cabeza, acertando y golpeándolo. —¡Mierda! —gritó Jasha pues lo había golpeado con fuerza. ¿Cuál fuerza? Si esa delgada chica apenas si puede con su propio cuerpo. Pero en definitiva le había dolido. Se quedó quieto mirando lo que ella hacía y atentamente vio como la chica puso tras su cuerpo al pequeño niño y se acurruco en una esquina buscando refugio. Desde su reloj de pulso, el que usaba todas las noches para controlar la casa, encendió las luces de la habitación de manera tenue para no ser brusco con los ojos. —¿Qué haces aquí? —Se acercó con pasos rápidos y tomo a Irina del brazo para levantarla del suelo. —Y-yo, vine cuando el niño terminó de cenar, lo traje hasta aquí. —¿Acaso crees que mi hijo es estúpido y no puede hacer eso solo? —Es un niño —dijo Irina con los ojos un poco negros pues se estaba llenando de rabia. —Te dije que a partir de mañana. —Usted se marchó del comedor, dejo al niño solo que no había terminado de cenar, yo solamente espero a que dejara el plato vació, lo traje, lo acompañe a que se cepillara los dientes y... —Y te dije que solo debías cuidarle, que de la crianza me encargo yo. —Lo estaba cuidando. —No, lo estas volviendo débil. —Tiene 5. —4. Irina quedó aún más en shock ante la respuesta fría y sincera de Jasha. —No tienes idea de lo que significa ser m*****o de esta familia, ni de las obligaciones que tiene Alek, definitivamente no puedes ser su niñera, te quiero fuera de la habitación de mi hijo. ¡AHORA! —El grito le puso lo pelos de punta a Irina y ambos volvieron sus ojos sobre Alek que con sus pequeñas piernas corrió a su cama y se cubrió de pies a cabeza. —Es un niño —Irina no pudo gritar, tampoco quiso, se dio cuenta que Jasha era peor de lo que su mente creía, se dio cuenta que ese hombre no sentía compasión ni por su propia sangre y tuvo miedo por el pequeño—. No voy a... No voy a desobedecer sus órdenes Jasha, pero voy a ser la niñera del pequeño, tampoco voy a interrumpir en su formación, pero... —No me interesan tus peros o tus cargos de conciencia, no sabes lo que es esta vida, así que calla y vete. Irina dio dos pasos atrás de Jasha, lo miró fijamente a los ojos y luego se dio cuenta que estaba solamente con una pantalón que colgaba de las caderas del hombre, el pecho lleno de tatuajes, los músculos marcados como si fuese una escultura y ella se sonrojo. —Vete —le dijo Jasha que se sintió demasiado observado. Irina le dio la espalda y salió de allí, no sin antes dar un último vistazo al interior de la habitación encontrándose con una horrible situación, sus ojos se abrieron perplejos ante lo que veía y trago grueso. No se pudo mover ni un centímetro, más bien como si se hubiese quedado pegada al suelo. Jasha se dio cuenta que la puerta de la habitación no había sonado y volvió sobre sí para mirar la razón, entonces sus ojos se cruzaron con los sorprendidos de Irina y apretó con fuerza su mandíbula. —Tú... Tienes todas esas... Había algo que odiaba Jasha a parte de la traición y era la lastima, esos ojos de Irina estaban mostrando lastima. Dejó el arma sobre la cama de su pequeño y con un silencio aterrador camino hasta Irina, la tomó del cuello y apretó con una violencia desmedida, ella sentía como le faltaba el aire, pero al mismo tiempo fue arrastrada hasta el pasillo que conducía a las habitaciónes, Irina escasamente podía poner las puntas de sus pies sobre el fino piso de madera, intentó soltarse, pero las fuerzas se le iban, su espalda chocó contra la fría pared y los ojos de Jasha eran rojos. —Nunca más vuelvas a hacer eso. No quiero tu lástima tu preocupación, se leer a la gente muy bien Irina y me pudren las personas como tu que se creen buenas solo por que se sacrifican y son consideradas con los demás. La soltó igual que como la había agarrado en primer lugar, ella cayó de rodillas y tosió porque estaba ahogada, su cuello y garganta dolían y las lágrimas las dejo caer, porque sintió miedo de morir y dejar solo a su hermano. Irina entendió entonces que lo mejor sería dejar de mirar a Jasha, dejar de enfrentarlo y dejar de provocarlo con su impertinente boca, era mejor salir viva de allí con su hermano y no muerta y con su hermano a la deriva de la influencia de un hombre como Jasha. Vio como Jasha regreso a la habitación del pequeño Alek, con esa espalda ancha y paso firme elegante. —Tienes una rutina muy específica y se que me entiendes, no eres un niño como cualquier otro, tienes que entrenar, trabajar duro para estar a la altura de tus obligaciones, yo lo hice, tu abuelo lo hizo y así durante varias generaciones. No te distraigas Alek. Jasha se fue de la habitación del niño tal como llegó, en silencio y con cautela, sabía que su hijo estaba despierto y que lo había escuchado muy bien. Para el pequeño no habían cuentos antes de dormir, ni tampoco canciones de cuna, nunca se le hablo como a un bebé ni un niño, siempre se trató como a un adulto y se le venía entrenando desde pequeño para ser hábil. Sin embargo había algo en Alek que Jasha no podía mirar y eran los ojos de su madre, esa hermosa mujer de pelo rojo y pecas pequeñas, esa mujer que lo enamoró y lo traicionó. Jasha intentaba cada día tratar al pequeño con un poco del amor que su madre le había dado a él, esa complicidad y diversión que era su madre cuando él lograba escapar de las duras rutinas de su padre, pero no podía, no podía ser ambos. —¿Dónde estabas? —Yuri le pregunto a Irina cuando ella regresó a la habitación. —Con el niño. —Tu cuello, te ves pálida. —Yuri, prométeme algo —Irina camino hasta el baño y encendió la luz para ver su cuello. Su hermano abrió los ojos como platos al ver las marcas rojas de la mano sobre la piel de su hermana. —¿Quién... —Eso no importa ahora. Prometeme que una vez que seas libre, que te hayas ganado la libertad de ese hombre nos iremos de aquí. —Hermana, no debí... No debí aceptar. —Ya no importa, vamos a afrontar esto juntos. A la mañana siguiente Yuri e Irina se sentaron en la misma mesa que los demás empleados, eran las 5:45 cuando la rubia acabó el desayuno, se disponía a preparar el de Alek, pero una mujer mayor le explicó que ese era preparado por las señoras de la cocina, algo nutritivo y saludable, por dentro la rubia admiró que el niño fuese tan obediente con esa dieta. Una vez estuvo lista la bandeja del pequeño, fue hasta la habitación y sin que ella tuviese que ayudarlo a abrir los ojos, se dio cuenta que el niño ya estaba estirando su pequeño cuerpo para iniciar el —Hola, Alek. —Buenos días, Irina —había más seriedad en ese pequeño que en muchos adultos—. Lamento lo de anoche, mi padre te lastimo por mi culpa, yo sabía que no debías venir conmigo. —No te preocupes, yo fui la que quiso venir, pero te prometo que no volverá a suceder. Irina le dio la mejor sonrisa que pudo y lo llevo al baño, estaba preparando el agua caliente en la tina, cuando fue interrumpida por el propio pequeño que cerró las llaves del agua y abrió las del agua fría, Irina no daba crédito a lo que sus ojos veían, se baño sin chistar ni un poco con el agua y ella solamente tuvo que ayudarlo a envolverse con la toalla. —Alek, eso no... —Debo ser fuerte Irina. El pequeño parecía actuar casi como un robot. Eran las 7:25 de la mañana y ellos dos estaban frente a las escaleras principales de la casa, Irina esperaba al conductor que los llevaría a las primeras clases particulares de Alek y luego a entrenamiento físico. La rubia escuchó unos pasos bajando las escaleras y miro quien era, cuando se dio cuenta de que era Jasha miro al piso de inmediato. —Al menos eres puntual —le dijo. —Si, señor. —Jasha, te dije que no me digas. —Lo siento, Jasha —el rubio frunció el ceño al ver la sumisión de la rubia, una ligera sonrisa se desplegó de sus labios por la actitud de ella y por la marca del cuello. Le gusto ver su mano pintada en esa pálida piel cuando Irina sintió los ojos de Jasha en su cuello, envolvió esa gran bufanda alrededor y camino con el niño de la mano para subirlo al auto. Jasha se quedó mirando como el auto se alejaba y limpio de su frente las gotas de sudor que caían pues había estado entrenando un poco, cuando iba a su habitación se cruzó con su madre. —Madre. —Anoche... —Le enseñó a comportarse, este no es el patio de su vieja casa en el que podía ser altanera con todos y sin consecuencias. —Jasha, ella no es como las put@s que traes a casa, por eso responde y es altiva, por eso busca hacerse respetar, no la rebajes al nivel de esas mujeres. —Todas terminan vendiéndose igual —la bofetada que su madre le dio no la esperaba. —Sigo siendo tu madre y sigo viva, no te atrevas a faltarme al respeto. Si te metes con mujeres que solo buscan tu dinero entonces no esperes más de ellas, si por el contrario encuentras mujeres adecuadas entonces no las trates como si no lo fueran. Jasha estaba molesto, en el fondo sabía que su madre tenía razón, sabía que su madre era una buena mujer, que había sido demasiado fiel a su padre y que por el contrario las mujeres que habían pasado por su vida todas le habían pagado de mala manera. Los días continuaron pasando con sus noches, ya era habitual ver a Irina por toda la casa con su particular manera de vestir y esa capacidad de no tener que usar abrigo todo el tiempo, jasha se preguntaba cómo podía resistir tanto el frío, era todo porque la rubia no siempre tenía dinero para un abrigo de buena calidad y había aprendido a tener una resistencia considerable al frío. Se dio cuenta también que su pequeño hijo iba cambiando, que se le veía más sonriente y feliz, comía con más fluidez, los reportes de sus maestros y entrenadores eran más y más positivos cada vez. Definitivamente Irina estaba haciendo algo bien con el niño. Su madre había tomado la decisión por él y ahora tenía que tener esa tentación todos los días en casa. Sí, él no podía negar que con el pasar de las semanas Irina fue subiendo de peso rápidamente y el cuerpo estaba llenándose de carne en los lugares adecuados. —Sigue sin agradarme —le dijo a su madre un domingo por la tarde mientras tomaban té en el estudio. —¿Por qué? — —Es… tan… —Diferente —continuo por él su madre. —Tal vez, pero no quiero que se vuelva una influencia para Alek. —Tal vez eso es lo que necesita Alek. ¿Acaso no lo ves sonriendo? —Ese es el problema, él necesita formarse. —Es un niño, Jasha. Te lo hemos dicho de mil maneras —en ese momento entró Andrei a la habitación interrumpiendo la conversación pero diciendo las palabras que Olga estaba por soltar. —Y será mi sucesor —le contestó Jasha a su mejor amigo. —Cuando llegue el momento estará listo, mientras tanto déjalo ser… —No, no tiene tiempo para eso. Debe hacer las cosas como yo las hice y mejor. Andrei cansado de la retórica aburrida de Jasha le lanzó una almohada que estaba en el sofá a la cara y le comunicó varias cosas que tenían que hacer. Los negocios no daban espera. —Lo que le hicieron al pobre chico no fue agradable. —¿De qué hablas? —No es la primera vez que lo hacen y sabes que no me cuesta matar gente, pero Jasha, hace dos semanas tuve que matar a un par de hermanos en la misma condición. Pobres, jodidos y con necesidad de dinero. Los que están jugando a robarse la mercancía parecen nuevos, pero no lo son. —Encuentralos. —No es tan simple. —Usa algun chico. —No. Es demasiado riesgoso. —¿Y? —Son niños, Jasha. —¿Todos son niños hoy? El rubio se puso de pie, pues escucho muchas risas y miró por la ventana. El invierno afuera era apremiante, la nieve cubría todo el jardín, pero allí estaba Alek haciendo figuras con una soltura que nunca había visto en el pequeño. —¿Qué carajos… ¿Qué cree que hace? —preguntó molesto y apunto de salir de allí, su madre y su amigo se acercaron a la ventana para ver lo que había molestado a Jasha. —Espera —Andrei lo detuvo con fuerza y lo obligó a mirar—. Tu hijo es feliz. —Mi hijo no… —Dejalo, es la primera vez que... Dejalo ser feliz al menos por hoy, Jasha, se lo merece. Miró un poco más y se dio cuenta que su madre y su amigo tenían razón, aunque quería ver a Alek, sus ojos rápidamente se fueron en dirección a Irina, su nombre aunque común, le gustaba. Ya no era la chica delgada y pálida de dos meses atrás, jugaba con Alek y tenía ahora las mejillas rosadas y los ojos un poco más brillantes. Entonces su mente lo llevó a la segunda semana de trabajo de irina en casa, la rubia y el niño había llegado casi al anochecer de alguna de las clases del pequeño, estaban entrando a la casa y él venía de su estudio, estaba caminando cuando de pronto cayó al piso de golpe. Jasha no dudo en correr hasta ellos y tomarla en brazos, se veía más blanca que la misma nieve. —Ve con tu tío abuela. —¿Qué le hice papá? —Alek estaba asustando y Jasha no entendía porque el niño seguía culpándose por todo. —Nada, eres solo un niño. Ve. Llevó a irina hasta la sala y la recostó en un sofá, las señoras de la cocina me ayudaron a que volviera en sí y no tardó demasiado. —¿Tiene alguna enfermedad? —preguntó cuando finalmente se pudo incorporar—. Si es así, necesito saberlo para que... —No se preocupe, solo fue un desmayo, el frío, creo —Se iba a poner de pie, pero de nuevo sus piernas le fallaron. La sostuvo en sus brazos y casi parecía que la piel de Irina le quemaba la propia. Dio dos pasos y sus piernas desfallecieron, la rodeo con fuerza para evitar que se pegará y por alguna tonta razón la pegó a su cuerpo, pero enseguida la alejé con fuerza. —¡Denle comida y que duerma! —gritó con fuerza a todo el personal que me rodeaba. Esa chica no pesaba nada, lo que tenía era hambre y sueño, debía alimentarse bien si pretendía cuidar a Alek que pesaba más que ella. Se marchó a su habitación y busco la tablet desde la que podía tener el control de toda su casa, encontró la cámara que me le mostraba la cabaña en la que ella dormía con su hermano y activo la imagen y el sonido. —Tienes que comer mejor Irina, nos dan buenos alimentos. —Lo sé Yuri, pero... —dijo mientras devoraba un plato de sopa—. En casa no era… tan fácil comer y a veces... —Irina, esta es otra vida, solamente haz lo que tienes que hacer. —¿Cómo es tu trabajo? —Jasha se tenso ante la pregunta, estaba seguro de que su hermano le contaría todo y eso sería un problema para él, pero también era una buena forma de saber la fidelidad del chico. —Esta bien, por ahora solo tengo que aprender. —¿Qué cosas? —Jasha se tensionó más. —Cosas. —Yuri —escucho el tono de advertencia en la rubia. —Es mi trabajo Irina, no preguntes sobre lo que no te voy a contar. El chico se fue dejando sola a su hermana. Jasha se sintió satisfecho y se dio cuenta que no se había equivocado con él. Ahora veía a Irina jugar con su hijo y trago grueso pues era cada vez más sexy. La vio caminando con determinación la interior de la casa y con el pequeño Alek tras ella, observó cada movimiento y le pareció que era hora de hacer una fiesta en casa. —Andrei —llamó a su mejor amigo. —Quiero más información de esa chica, quiero saber exactamente a quién metí a mi casa. Y organiza una fiesta en 3 días. Quiero que infiltres a alguien en la escuela, quiero saber quien se esta robando mi mercancía. —De acuerdo, pero... ¿Una fiesta? —¿Desde cuándo tengo que justificar mis decisiones contigo? —Jasha, tenemos que... —Jodete y trabaja. El tiempo pasó tan rápido, que Jasha no se dio cuenta que ya sus ojos se habían acostumbrado demasiado a la figura de Irina y eso no le gusto. —Andrei, quiero mujeres, lleva a Alek y a mi madre a la casa de descanso.
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