De manera subconsciente, el Marqués había supuesto que sería muy aburrida la cena en la cual iba a ver por vez primera a Lucrecia. Pero ahora, mientras el champaña era distribuido a los invitados por lacayos de peluca empolvada, se halló respondiendo a conversaciones que eran en extremo interesantes para ser el comienzo de una velada. Fue sólo luego de más de quince minutos cuando el Marqués notó que Lucrecia no había aparecido aún. En ese momento, el mayordomo anunció con voz estentórea: −La cena está servida, señor y la señorita Lucrecia les ruega que no esperen por ella. −Debo pedir disculpas en nombre de mi hija– dijo sir Joshua a sus invitados−. En realidad, llegó muy tarde de Londres, al parecer hubo un accidente en el camino. Conversando con un Coronel de un Ejército de Caball