Entre la espada y la pared

2602 Words
El mismo día New York Christopher Vuelvo a mirar a Jaqueline queriendo descifrar que ocultan el azul de sus ojos, porque debe ser una broma de mal gusto pedirme mi opinión sobre una modelo, o tiene otras intenciones, en verdad no lo sé, pero apostaría que mi padre debió darle alguna recomendación para mantenerme a raya, o mejor dicho que siente cabeza. No es desconfianza de mi hermana, se llama tener los ojos abiertos por mi bien. La pregunta sigue siendo, ¿Qué quiere? Por supuesto que no lo confesará con facilidad, más bien debo jugar con sus reglas y esperar no echarme la soga al cuello mientras accedo. Además, sí quiero deshacerme de ese idiota de Steven me tocará esforzarme y sacrificarme por el bienestar de ella, también reconozco que no debería interferir en su vida, pero alguien tiene que sacarle la venda de los ojos, porque el pomposo engreído no es un hombre que pueda hacerla feliz, mucho menos está a la altura de nuestra familia. No deben ser malinterpretadas mis palabras, si el imbécil demostrará que vale la pena por más que no tenga donde caerse muerto, apoyaría la relación de mi hermana, inclusive yo mismo la llevaría al altar para que se case con él. Pues siendo sincero a mí me importa un comino el dinero, la posición social, para mí pesan otras cosas, soy como mi madre, valoro a las personas por lo que son, no por lo que existe en su cuenta bancaria. Aunque por ahora debo responderle a Jaqui y dejaré mi indecisión a un lado para hacerlo. –Jaqueline sino te conociera diría que tu propuesta es sincera, pero puedo leerte como la palma de mi mano, sé que debe haber un trasfondo en tus palabras, y te recuerdo que soy tu hermano, no tú enemigo para que intentes engañarme, ¿Qué quieres? –pronuncio con firmeza y tuerce el labio como sabiendo que fue descubierta. –De acuerdo Christopher, admito que necesito de tu ayuda y lo único que se me ocurrió es usar tu debilidad por las mujeres para que accedas. Habrá un evento y necesito ¿Eh…? –explica, se queda sin palabras y no me gusta su actitud porque solo significa que debe ser un favor enorme. –¡Habla Jaqui! No des más rodeos, anda al punto y no te guardes nada– sentencio con mi rostro tensando y desvía su mirada un momento. –Tú eres un hombre buen mozo, tienes un buen porte, te luce la barba, eres alto y entras dentro de los estándares de un modelo. Necesito dos chicos para la apertura de la nueva campaña del diseñador Karl Lagerfeld, ¿Me ayudas? –relata y me rio a carcajadas mientras ella se cruza de brazos con su rostro comprimido. –¡¿No es broma?! –pregunto y me quedo congelado. –¡No! Me faltan modelos masculinos y no me da el tiempo para conseguirlos, porque el desfile será en menos de una semana….–dice, pero la interrumpo. –Jaqui no soy un modelo, no tengo la experiencia, no se como caminar por una pasarela, y no estoy dispuesto a hacer el ridículo ante todo el mundo. Así que no cuentes conmigo– argumento con un tono de malestar. –Chris son detalles que pueden cubrirlos los profesores, es cuestión de que accedas y tal vez también puedas convencer a tu amigo para que lo haga, ¿Qué me dices? –replica, negocia y me deja pensativo. ¡Ah…! Acaba de hacerme las cosas más fáciles, veamos que está dispuesta hacer por conseguir a sus modelos. –Jaqui aprovecha el almuerzo para conocer a Harry y plantearle tu propuesta, te aseguro que no tendrás mejor escenario para convencerlo, además contemplaré la idea de desfilar, ¿Sí? –menciono y me da una mirada confusa. –Espérame en la sala de reuniones para tener ese almuerzo– responde y me aparece la sonrisa de satisfacción en el rostro. Martha Hice oídos sordos a las palabras de Collete por mucho que se esforzó por convencerme en aceptar salir con el tipo de mirada penetrante, pero no sucumbiré con el primer hombre que se me cruce en el camino, en primer lugar no tengo ni tiempo, ni ganas para involucrarme en una relación, más bien lo que me interesa es lograr ser una de las principales modelos de la escuela, ser la dueña de la pasarela, claro que tendré mucha competencia para lograrlo, no bastará la experiencia que poseo, además he escuchado que Jaqueline Mckeson es muy exigente a pesar de su corta edad. Es una mujer que busca destacar y quiere convertir su escuela de modelos en la primera, como las que existen en Francia, incluso mi primera opción era establecerme en Paris, pero me convenció el respaldo y el prestigio de su apellido. Esa es la razón para tener los nervios de punta porque a pesar de haber sido aceptada tendré una entrevista no con los profesores, sino con ella. Igual levanto mi barbilla, mantengo mi mirada al frente mientras subimos por el ascensor al piso de su oficina, pero tengo la garganta seca, el corazón en la boca y el estómago encogido, claro que oculto como me siento tras mi rostro apacible, mis ojos ni siquiera denotan emoción, es una de las cosas que se aprenden en mi carrera, igual como si pudiera leer la mente mi amiga escucho su voz. –Martha deja los nervios, lo harás bien, aunque todavía no comprendo algo, ¿Por qué Jaqueline Mckeson quiere entrevistarte? ¿No basta toda la documentación que enviaste respaldando tu experiencia? Por ejemplo, a mi solo me enviaron la carta mencionando “Aceptada” –comenta con su voz inquieta y encojo los hombros. –Amiga para mí también es un misterio, pero pronto saldré de mis dudas, además espero que sea una ventaja tener la atención de la dueña, no lo opuesto– expongo con sinceridad cuando suena la campana del ascensor indicando que llegamos al piso. Abandonamos el ascensor mientras abrimos la puerta de vidrio para ingresar a la escuela, caminamos dos pasos más a la recepción escuchando el crujir de los tacos en el piso, y como es lógico nos ganamos unas cuantas miradas curiosas de las personas, dirían que son mi competencia por sus aspectos, mujeres jóvenes, delgadas, hermosas, y con vestidos muy elegantes, de diseñador, también dos hombres, uno debe ser el profesor por lo poco que escucho de su charla indistinta, y el otro sujeto está parado de espaldas observando la vista por el ventanal, aunque creo que lo reconozco y espero estar equivocada, igual me anuncio con la secretaria. –Buenos días soy Martha Montero y tengo una cita con Jaqueline Mckeson, ¿Puede indicarle que estoy aquí? Muchas gracias. –Buenos días señorita Montero, permítame un segundo para informarle de su presencia a Jaqueline, por favor tome asiento. ¡Permiso! –responde la mujer y le doy una sonrisa afable. Me giro para sentarme en los sillones de la recepción y mi mirada se cruza con los ojos marrones de Harry. Es tal mi desconcierto que no reacciono, porque no tengo intenciones de lidiar con este sujeto, claro que él piensa diferente y también mi amiga, pues escucho su susurro. –Martha parece que el destino te está dando las señales para que no dejes escapar al galán de la universidad. –No es destino, es karma– murmuro entre dientes observando que acorta distancia con nosotras. –Hola chicas que bella casualidad encontrarlas aquí, ¿Será que son modelos? Hice una pregunta tonta, por supuesto que deben serlo si son bellísimas, seguro son las reinas de la pasarela– dice Harry con una mirada penetrante. –Harry no esperaba volver a cruzarnos tan pronto, porque no creo en las casualidades, ni en el destino, sino que nosotros labramos nuestro camino. Aunque te confieso que todavía no somos las reinas de la pasarela, pero espero cambiarlo pronto…–pronuncio con mi firmeza y frunce el ceño, hasta que somos interrumpidos por la secretaria. –¡Disculpen! Barón Johnson, el señor Mckeson lo aguarda en la sala de reuniones. Señorita Montero por favor sígame, Jaqueline la espera en su oficina– nos dice la chica. –Martha fue un placer volver a verte, espero que la próxima vez tengamos más tiempo. ¡Buenos días! –repite Harry y le doy una sonrisa afable. No me equivoque, Harry es un hombre de dinero y con un título noble, por lo tanto, debe tener miles de conquistas a causa de su posición, y yo no seré una más en su larga lista, conmigo se estrelló. Un rato más Sigo en la oficina de Jaqueline Mckeson, pudiendo conocerla mejor, porque no es lo mismo escuchar unos cuantos chismes de la prensa, que poder sentarme a charlar con ella, también reconozco que es una mujer hermosa, de piel blanca, el cabello es de color castaño, lo lleva por debajo de sus hombros, sus ojos azules te miren con un toque de misterio, o es la impresión que me ha dado. Lo cierto es que escucho sus comentarios sobre mi experiencia y todavía no descubro lo que busca, pero se queda un segundo en silencio y termina levantándose de su asiento para colocar sus manos a cada extremo de su escritorio. –Martha dirás que soy muy joven para competir con otras escuelas, que sueño despierta por creer que los grandes diseñadores nos prefieran, pero lo haré posible si cuento con las mejores modelos y este desfile será la oportunidad para hacerlo realidad. ¿Quieres llegar a la cima? ¿Quieres ser la dueña de la pasarela? Conmigo lo lograrás, ¿Cuento contigo? –expone con firmeza, pregunta con su rostro comprimido. –Jaqueline vine a triunfar a New York, y no pienso conformaré con migajas, más bien haré lo necesario para estar arriba, nada me distraerá de mi objetivo– rebato con mi voz llena de seguridad y me da una sonrisa de satisfacción. –¡Bien! Necesito que asistas a los ensayos en estos horarios, tendrás a Luigi como instructor, recuerda que serás quién abra el desfile de Karl Lagerfeld, y es primordial conseguir el contrato con él. Otra cosa si fallas no tendrás más oportunidades, no soporto los errores. No era necesario que lo aclare, sé mejor que nadie lo que está en juego. Mi carrera y mi continuidad en su escuela. Horas más tarde Harry Hice un esfuerzo para no salir corriendo cuando llegamos a la escuela de modelos, porque no soportaba la actitud del imbécil de Christopher, estuvo desnudando con su mirada a todas las chicas que se le cruzaban en el camino, pero con una desfachatez descomunal, y las tontas coqueteaban como si fuera lo más natural, es un ordinario que no sabe controlarse. Tampoco soy un santo, aunque tengo clase y se darme mi lugar. A pesar de todo, lo rescatable fue volver a encontrarme con Martha, y no me reconozco porque me apareció la sonrisa tonta en el rostro, tenía el corazón latiendo con la intensidad de un motor y no era capaz de quitarle la mirada de encima. Claro que las cosas buenas se acaban rápido, y así fue cuando fuimos interrumpidos por la secretaria. El caso es que estoy almorzando en compañía de los hermanos Mckeson, y no logro comprender como es que Christopher puede ser pariente de Jaqueline, porque ella es tan diferente a él en todos los aspectos, una verdadera dama de sociedad, tiene clase, elegancia y más que todo tiene la cabeza bien puesta, no como el idiota de mi compañero. No obstante, me inquieta que sigan hablando de un maldito desfile, como si hablarán entrelíneas. Levanto mi copa de mi vino para beber un sorbo cuando escucho aclarar la voz a Jaqueline. –Harry te preguntarás, ¿Por qué tanto alboroto por un desfile? No es un simple evento, al contrario, es mi oportunidad para llevar de la mano de Karl a mi escuela a la cima, claro que no puedo hacerlo si me faltan modelos masculinos...–relata y sus voz se escucha como un eco. Ahora entiendo su charla, estaba buscando la manera de abordar el tema para pedirme un favor, pero el punto aquí es, ¿Qué gano? ¿Cuál es mi ventaja por degradarme? Sí porque estoy lo estaría haciendo y para mí es una ofensa a mi título. –Mira amigo, le darías un prestigio a la escuela de Jaqueline, porque no basta tener a las mejores modelos, como esa muchacha Montero, necesitamos darle un toque especial al desfile– comenta Christopher sacándome de mi burbuja y me quedo pensativo. ¡Martha estará en el desfile! Sería mi oportunidad para acércame, para invitarla y conquistarla, sobre todo para ganarme puntos con estos idiotas. Dos días después Recibí una llamada extraña de mi querida madre, no me hizo un interrogatorio de mi estadía en New York como lo llegué a pensar, más bien fue concisa con sus palabras, ¿Cómo estás? ¿Conociste a tu compañero de dormitorio? Eso fue todo y me dejo con miles de dudas, claro que a los segundos estuve más confundido. “Harry necesito que estés en dos días en 151 W. 34th St. Entre la séptima avenida y Broadway” a las 11:00 a.m.” Enseguida quise buscarle sentido a su pedido, aunque era inútil romperme la cabeza queriendo descifrarlo. ¿Qué hice? Tomé las cosas con la frialdad necesaria y estuve preparándome para lo peor. No era un desacierto, es lo ideal conociendo a la baronesa Adriana Caprini. Sin embargo, llego la hora de descubrir que rayos existe en esa dirección. Termino de apagar el motor todavía contemplando está mansión estilo toscana y dudando en tocar el timbre, pero no soy hombre de acobardarme, y abandono mi auto. Sigo unos pasos a la entrada y sin necesidad de golpear la puerta se abre, contemplando a una sirvienta. –Buenos días barón lo esperan en la sala, entre por favor– dice la mujer dejándome inquieto por sus palabras, es que no entiendo el misterio. Avanzo unos pasos más cuando me encuentro con la silueta de mi madre. –Madre no era necesario tanto misterio, pudiste comentarme de tu llegada, pero a ti te encanta hacer una gran entrada– replico y se acerca a darme un beso en la mejilla. –Hijo conociéndote, te hubieras negado a venir a recibirme. Ahora charlemos de lo importante, ¿Cómo van las cosas con los hermanos Mckeson? ¿Has hecho amistad con ellos? –responde, pregunta con una mirada llena de curiosidad mientras nos acomodamos en el sillón. –¡Entiendo! Acabo de darme cuenta cual es tú interés. ¡Los Mckeson! Pero contestaré tus dudas si me aclaras que buscas, ¿Qué hago en New York? –sentencio con mi rostro tensado y me da una sonrisa maliciosa. –Muchacho no desperdicies tu tiempo conmigo, te lo diré en el momento oportuno, mientras tanto me obedecerás como un buen hijo, y no intentes negarte, porque sabes que siempre consigo lo que quiero. Ahora dime lo que quiero saber– declara fulminándome con su mirada y aprieto mis puños para calmarme. –De acuerdo madre, llevas la ventaja en este juego, pero no siempre lo harás. Sobrellevo al imbécil de Christopher como puedo, en cambio con su hermana apenas he cruzado un par de palabras. ¿Qué quiere la señora que haga? ¿Seduzco a Jaqueline? ¿Me acuesto con ella? –replico y me mira pensativa.
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