Más que un encuentro

1975 Words
El mismo día New York Harry Las advertencias de mi tío Lucca me dejaron pensativo, pero no me impidió que deje Milán, pues todavía abrigo la esperanza de encontrar una pista o tener un motivo para presionar a mi querida madre sobre el nombre de mi verdadero padre, ante todo si ella cree que seré un peón en su juego está equivocada, haré las cosas a mi modo, y tendrá que ser sincera sobre lo que busca con Christopher Mckeson, o no moveré un dedo. Sí, es cierto que la baronesa Caprini puede tener sus tácticas para conseguir lo que quiere, aunque si recurrió de alguna manera a mí es porque me necesita, porque soy la pieza clave en su plan. Sin embargo, detesto las sorpresas, aventurarme a lo desconocido, y apenas llegué a New York me di el trabajo de hacer un par de llamadas a la gente indicada, la idea era conocer quién rayos sería mi compañero de habitación. Bueno el tipo es el hijo de una familia poderosa y acaudalada que tienen un grupo de empresas en Londres, y Estados Unidos, pero es un playboy que vive metido en escándalos y me imagino que su estadía en la ciudad debe ser como un escape de la prensa. Igual acaba de ingresar a la habitación mirándolo con su porte de casanova, de autosuficiente, y decidí ser claro, debe entender quién soy, sobre todo que no me doblegare ante él por más dinero e influencias de su familia, y si debo enfrentarlo lo haré si me causa problemas, no cambia que lo miro esperando descifrar lo que dicen sus ojos marrones, hasta que su voz se escucha. –Harry me caes bien. Directo, franco, y te diría que sería bueno ser como tú, pero no quiero tener que salvarte de los brabucones de la universidad por…–comenta mientras se acomoda en la cama e intervengo. –¡No! ¡No! Ocurrirá tal cosa, porque él que se meterá en problemas eres tú, incluso apuesto que estás pensando como colocarte a las habitaciones de las chicas, ¿Verdad? –rebato con firmeza y miro una sonrisa cínica. –Te crees un sabelotodo, pero existen otras maneras de conocer chicas, y ante todo no quiero ganarme unas cachetadas en el rostro por ingresar a sus cuartos y si no me crees conozco un sitio donde encontraremos las mujeres más hermosas de la ciudad sin estar en problemas– argumenta y arqueo la ceja. A este imbécil le gusta rebajarse y manchar su apellido, pero no voy a secundarle sus locuras, en tal caso conozcamos sus debilidades y quizás tengo un punto a mi favor. –Me imagino donde, pero no frecuento ese tipo de lugares, no me mezclo con la plebe y deberías controlarte antes de tener sexo con una prostituta– replico con un tono de desdén y se echa a reír a carcajadas. –¡Harry! ¡Harry! Mi hermana tiene una escuela de modelaje donde tengo libre acceso para relacionarme con las chicas más hermosas. Aunque lo mejor es que lo mires con tus propios ojos. ¿Qué tal si mañana vamos al lugar? –dice con un tono de picardía y una sonrisa estúpida, dejando pensativo. Tal vez me sirva conocer a su hermana, además debo tener un as bajo la manga, porque con mi señora madre es mejor cuidarme las espaldas en este juego que me involucro sin pedírselo. Al día siguiente Tuve que soportar todas las charlas del imbécil sobre sus conquistas e intente dejar la agresividad a un lado, porque no puedo darme el lujo de perder terreno con él sin saber en diablos estoy metido, como tal decidí tomar un respiro de su presencia, y estoy aguardándolo en una de las bancas cerca de la entrada de la facultad fumando un habano, e intento distraerme contemplando el ambiente hasta que mi mirada se desvía, y me quedo prendido al observar a dos chicas, pero en especial la muchacha de cabellos rubios. En verdad es bellísima, no solo por su rostro angelical que a cualquier hombre hechizaría, sino por su porte de diosa griega, tiene la piel tan blanca como la porcelana, los ojos con una mirada atrayente, aunque no logro distinguir el color de ellos, igual debo parecer un estúpido desnudándola con la mirada, pero en mi defensa no puedo evitarlo, y no lo entiendo, lo malo es que se pone peor cuando caigo en cuenta que viene en mi dirección para terminar escuchando su dulce voz. –Disculpa estamos perdidas con mi amiga, buscamos los dormitorios de las chicas y según este mapa debe ser este edificio, pero el letrero indica lo opuesto, ¿Nos ayuda? –pronuncia mostrándome el papel, y me mira esperando mi respuesta, aunque me quedo como un imbécil callado prendido de sus bellos ojos grises. –Amiga no te entendió, seguro tú inglés le falta práctica, mejor háblale despacio– murmura la otra chica y reacciono. –No hace falta que lo hagan, entendí cada palabra y las ayudaré. El edificio que buscan está del otro extremo, deben cruzar el campo, llegar a la facultad de ciencias y encontrarán sus dormitorios– explico y tengo su atención. –Mil gracias por tu ayuda, espero volver a encontrarnos– interviene la chica de cabellos negros dándome una gran sonrisa. –Me encantaría, por cierto, me llamo Harry Johnson, ¿Y ustedes cómo se llaman? –me presento muy cordial mientras sigo prendido de los ojos grises de ella. Martha Fue difícil despedirme de mis padres, incluso de mi hermano mayor, pero había tomado una decisión y no podía dar marcha atrás. Me subí al avión teniendo una mezcla de sentimientos encontrados, al punto de recordar mi vida en España soltando algunos suspiros, lo bueno es que la charla de Collette me distraía y buscaba la manera de ser positiva. Así tras un largo vuelo llegamos al aeropuerto de New York, y como es natural todo el trayecto en el taxi contemplaba mi nuevo hogar por la ventanilla, los grandes rascacielos, los carteles iluminados, las calles de la gran manzana, era mil veces mejor que las imágenes del televisor, estaba emocionada y ansiosa por iniciar esta nueva etapa. Lo cierto es que el chofer nos dejó en la entrada de la universidad y nos tocaba buscar los dormitorios, incluso estuvimos por varios minutos pidiendo ayuda, pero siempre nos cruzábamos con alumnos iguales a nosotras, nuevos y desorientados, aunque tuvimos suerte y un hombre de unos 26 años de edad no ayudo, pero el inconveniente es que mi amiga tiene la manía de coquetear con cada sujeto que conocemos, y ahora como es lógico quiere saber nuestros nombres teniendo que responderle por cortesía. –Hola Harry, mi amiga se llama Collete Simon y yo soy Martha Montero, aunque te comento que no tendremos tiempo para salir, porque estamos en plan de estudios, igual fue un gusto conocerte, gracias de nuevo por la ayuda– menciono y mi amiga me clava los ojos. –Martha siempre existe tiempo para tomarnos un café, además seguro no conocen a nadie en la ciudad y necesitaran un guía para que no se vuelvan a perder, acepta mi ayuda por favor– rebate el sujeto dándome una mirada intensa y le doy una sonrisa forzada. –Harry comparto tu opinión y podemos reunirnos después que nos instalemos en nuestro dormitorio– dice Collete dándole una mirada coqueta, y quiero matarla por sus palabras. ¡Diablos, Collete! No alientes al sujeto, no me interesa, sí es guapo, buenmozo, y seguro debe tener una gran fortuna por su presencia, pero no quiero complicarme con nadie. –¡Collete! Recuerda que todavía debemos resolver el tema de la escuela, así que no podemos hacer planes hasta tener la entrevista– replico entre dientes y sujeto su brazo. –Chicas no se preocupen, organícense y las llamaré a su habitación para tomarnos ese café después. ¡Nos vemos! –dice Harry y le doy una sonrisa afable mientras nos alejamos. –¡Nos vemos Harry! –digo y camino lo más natural posible arrastrando mi valija, por más que quisiera salir corriendo y busco los ojos de mi amiga. –¡Collete! Te falto ponerte un lazo y una tarjeta que dijera soy tuya. No vuelvas a meterme en problemas. –Martha exageras, porque el sujeto ni me miraba, más bien a ti no te quitaba los ojos de encima y te aconsejo que no lo dejes escapar, ya que puede ser quien cambie tu vida, el hombre que será el dueño de tu corazón. ¿Vas a salir con él? –asegura y me deja pensativa. Unas horas después Christopher La idea de viajar era para poder dejar atrás los conflictos y de cierta manera la vida que vengo teniendo, pero me di contra la pared por la actitud a la defensiva de mi compañero, aunque no me deje intimidar por sus palabras y quise enfriar los ánimos proponiéndole conocer la escuela de Jaqueline. Por su puesto que quiero matar dos pájaros de un tiro, llevarme bien con Harry, y que mi hermana olvide al imbécil de su novio con mi compañero, porque a pesar de su rudeza él es el hombre que necesita ella, un tipo de temple, de carácter y con la cabeza bien puesta. No garantiza que lo lograré, igual quiero hacer mi parte y esa es una de las razones para haber venido a la escuela de modelaje, además de distraer mi vista con las chicas mientras caminamos por los pasillos con Harry. Sin embargo, hoy me comportaré con tal que mi hermana acepte mi propuesta de almorzar con nosotros, además debo agregar que no me gusta como me miran y murmuran las chicas, aunque conociendo a Jaqueline corrió una advertencia entre sus modelos, lo único que le falto es poner un aviso en la pizarra “Cuidado con este sinvergüenza, es un playboy y solo busca sexo” No es una exageración, sino que siempre lo hacía en la secundaria, pero se acabo mi martirio, pues estoy delante de la puerta de su oficina, aunque antes de ingresar escucho la voz de Harry. –Christopher me quedaré en la recepción porque no quiero importunar a tu hermana con mi presencia. Tomate tu tiempo para charlar con ella, ¿De acuerdo? –dice con firmeza. –Harry no incomodarás a Jaqueline, pero entiendo tu punto, por favor no te marches sin mí– sentencio y asienta con la cabeza mientras se aleja. Golpeo la puerta y termino abriendo contemplando a mi hermana sumergida en miles de papeles y colgada del teléfono, acorto distancia y me siento frente a su escritorio aguardando que termine su llamada. –Hola Christopher, tardaste en llegar, pensé que estarías a primera hora en la escuela entrevistando a las modelos. Extraño o estás enfermo– menciona frunciendo el ceño. –¡Auch! No soy tan básico, y no todo tiene que ver con sexo, también tengo sentimientos por si lo olvidaste, además vine a invitarte a almorzar, ¿Aceptas? –reclamo y me lanza una mirada intimidante. –Veamos la última vez que me invitaste a almorzar o cenar era porque estabas en problemas, ¿Tan pronto te complicaste la vida? ¿Te acostaste con una mujer casada y el esposo te quiere matar? ¿Qué hiciste? –sentencia y me deja con el rostro desencajado. –No hice nada, solo quiero que conozcas a mi compañero de dormitorio, no tengo segundas intenciones, ¿Vendrás con nosotros? –aseguro, propongo y me mira indecisa. –Quisiera acompañarte, pero tengo una entrevista con una modelo que tiene una amplia experiencia, y no puedo aplazarla, en tal caso quisiera tu opinión, ¿Quieres quedarte para conocer a Martha Montero? –explica y me deja en jaque.
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