Eran las siete treinta de la mañana cuando la Vespa de Irene se quedó varada a mitad del camino rumbo a la escuela. No sabía que le había pasado a su moto, pero mientras iba a una velocidad máxima de 60kmh comenzó a sonar horrible y a botar humo en el área del motor, ver aquello la obligó a detenerse y ahora la pelirroja se encontraba demasiado lejos para regresarse, o para tomar otro medio de transporte. El tráfico en NY era terrible, y más a esa área donde ella iría en plena hora pico, así que, si se le ocurría tomar un taxi o un Uber, llegaría tardísimo. Aunque la directora no se lo había dicho explícitamente, ella sabía que ya tenía dos strikes en menos de una semana: la llegada tarde de aquel día, y la “escapada” que se dio con Dylan a mitad del horario escolar el día que la castigó.
