Capítulo 4: Trampa

795 Words
Con la linterna en mano y armado con un garrote improvisado, Tim avanzó hacia el interior de la torre. La entrada condujo a un largo pasillo de piedra grisácea que desembocaba en otro arco colosal. Tras pasar el segundo arco, se encontró con una escalera ascendente. Al descubrir las escaleras, dedujo que lo llevarían a alguna habitación en la parte superior. Sin dudar, comenzó a subir. Aunque las escaleras parecían ascender en línea recta al principio, pronto comenzaron a curvarse, convirtiéndose en unas gigantescas escaleras en espiral. Mientras avanzaba por los escalones, el joven explorador no pudo evitar maravillarse por la arquitectura primitiva y arcaica del lugar, construida aparentemente solo con bloques de piedra. Después de caminar durante casi veinte minutos, las escaleras terminaron, conduciéndolo a una enorme cámara. La habitación estaba rodeada por 13 arcos. El primero fue por donde Tim había entrado, pero para su sorpresa, ¡se cerró detrás de él al caer una especie de pared de roca! Sorprendido y asustado, se dio cuenta de que había activado el mecanismo al pisar accidentalmente una placa en el suelo. Preocupado, corrió hacia la entrada y trató de forzar la pared con las manos para despejar el camino. No fue sorprendente que no lograra moverla ni un milímetro. La pared era tan robusta y pesada que sería prácticamente imposible moverla, y los golpes solo le lastimaron la mano. Al no poder regresar, no tuvo más opción que avanzar y adentrarse más en la torre. Mientras caminaba hacia el centro de la cámara, volvió a activar otro mecanismo en el suelo sin querer. Un clic resonó y una pesa cayó al instante, encendiendo una llama en el centro del techo que iluminó la habitación. Curiosamente, era una llama flotante en el aire, sin soporte. La primera impresión de Tim fue de asombro, seguida por curiosidad sobre cómo funcionaba el mecanismo. Sin embargo, después de unos minutos, dejó de pensar en ello, apagó su linterna y se acercó a las demás puertas. Aunque similares al arco de entrada, cada marco tenía un diseño único. El primero estaba revestido de láminas de oro, el segundo tenía imágenes de lobos talladas, el tercero estaba cubierto de enredaderas espinosas, el cuarto parecía arder al rojo vivo, el quinto goteaba agua constantemente, el sexto tenía cráneos incrustados, el séptimo era un arco cubierto de ramas y hojas verdes, el octavo emanaba vapor, el noveno estaba recubierto de joyas de todo tipo, el décimo estaba electrificado con chispas constantes, el undécimo estaba cubierto de hielo y el último era similar al arco de entrada; un arco sencillo de piedra grisácea. Dudando por un momento, observó cada arco sin entrar en ninguno. Había aprendido de su experiencia anterior, así que decidió analizar la situación antes de tomar una decisión. Al observar el interior de cada arco, notó que conectaban con pasillos distintos, todos con antorchas en las paredes. ¿Cuál arco debería elegir? Se preguntó, considerando cada opción. Lo mejor era descartar los arcos que parecían peligrosos, eliminando el cuarto, quinto, sexto, octavo y décimo. De las opciones restantes, examinó cuidadosamente cada arco. Al meter su mano en el undécimo arco, sintió aire helado. El segundo emitía sonidos de bestias a lo lejos. El primero tenía paredes revestidas de oro y monedas cubriendo el suelo. El tercero estaba recubierto de arbustos espinosos. El séptimo estaba decorado con vegetación exótica. El noveno, al igual que el primero, mostraba riqueza, cubierto de joyas de diversas formas. El último arco parecía simple y común, como los que había atravesado antes. Tim no era ingenuo. Aunque desconocía quién construyó el lugar, sospechó que se trataba de una prueba. Obviamente, descartó los arcos primero y noveno; había aprendido de historias que la codicia llevaba a problemas. El segundo y el undécimo presentaban mayor peligro, así que los descartó rápidamente. El tercero y el séptimo le daban una mala sensación y los evitó. La última puerta, en comparación con las demás, parecía segura y normal. Sin embargo, esa era la trampa: parecía tan común e inocente que debía de haber algún problema oculto. Agarrando su garrote improvisado, lo lanzó al último arco, esperando activar una trampa. Pero no hubo respuesta ni cambio en el pasillo. Luego arrojó su mochila para probar si era un problema de peso. Nada ocurrió, como antes. —Tal vez estoy pensando demasiado —dijo, sintiéndose un poco tonto. Al final, el último arco parecía ser la única opción segura. Atravesándolo, recogió su garrote y mochila. Dio unos pasos más antes de escuchar otro clic. Instantáneamente, el suelo cedió bajo sus pies y cayó a través de él, sin saber que estaba descendiendo en las profundidades de la torre. —¡Ahhhh! —gritó, cayendo sin control en el interior de la torre.
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