Capítulo 4- Recuerdos de una confesión

2594 Words
Estaban llegando a mi los recuerdos de aquella noche. “—Quizás se sentiría mas motivado si hacemos algo diferente. —¿Diferente?—preguntó, con cierta curiosidad, en sus ojos y en su voz. —Si, puede que su deseo s****l haya disminuido por la monotonía, siempre lo mismo, sin innovar. Eso a cualquiera lo aburre, no tiene nada de raro. — sus manos estaban sobre mis pechos, estábamos en la cama de el, solos en la casa, desnudos. Miré la reciente erección que apuntaba hacia mi. — De cualquier modo, hace rato que está erecto. Quizás no sea un problema de parte suya, señor Wilson. —¿Sabes algo? Llevo quizás dos años sintiendo atracción hacia ti… por no decir tres. Solo tenemos una relación laboral, yo voy por mi segundo matrimonio y tu no pareces decir mucho o verme mas allá del señor Wilson. —Veo mucho mas allá que a mi jefe, veo un hombre maravilloso, bastante atractivo, educado y buena persona…Veo a un hombre. —que me acaba de decir que lleva tiempo sintiéndose atraído por mi, no tenia idea si eran los efectos del alcohol lo que provocaban este cosquilleo en mi y cierta alegría de saberlo.—Veo mucho mas que al señor Wilson. Acarició mis pechos, sin dejar de mirarlos, no apartaba sus manos de ellos. —¿Te gusto? ¿Te sientes atraída por mi?—guardé silencio, con miedo de responder, no por él, mas bien por mi. Siempre quise verlo de manera normal, siempre intentaba no pensar en el hombre, solo en el jefe. Pero, llevaba varios años estando muy cerca de él, demasiado cerca, sin nadie mas y con mi mirada únicamente puesta en él. Mis pasos siempre iban justo detrás de los del señor Wilson, yo me movía a donde él me indicaba, mi cuerpo siempre seguía su voz, era casi su sombra.—Te lo estoy preguntando yo, Ángel. No el señor Wilson. Ahora mismo solo somos Caroline y Ángel, solo nosotros. —¿Estaría muy mal que me gustara mi jefe?—Me gusta, muchísimo. Pero mi responsabilidad laboral estaba por encima de muchas cosas, incluso de la relación que tenia antes. Lo que me impedía ver o dejar sentir a mi cuerpo un deseo desenfrenado, pero mis anhelos existían y algunas noches mi imaginación volaba, creando situaciones en las que nunca imaginé verme con mi jefe, pero ahora esta se asemejaba a una de ellas. —¿Estaría muy mal sentirme atraído hacia mi secretaria y solo decírselo después de varios años? No tardes tanto tiempo como yo en confesarlo. —Me gusta, señor Wilson. —¿Qué hay de Ángel? ¿No te gusto yo? —Pero es usted.—aunque no, no lo era. —¡No! Ahora mismo no soy tu jefe, por eso quiero saber si también te gusto yo. —Muchísimo. —admití con sinceridad. Seguía con las dudas de si era el alcohol lo que me estaba dando estas sensaciones. —¿Y también me deseas? Puede que te guste una persona, pero que no la desees sexualmente. ¿Es el caso? —Ángel…— el nombre resbaló entre mis labios, sintiéndose muy extraño al decirlo. Tomé una de sus manos, alejándola de mi pecho, el estuvo a punto de quejarse, hasta que vio la dirección en la que yo lo guiaba. Sus dedos tantearon mi v****a y luego se quedaron quietos, a lo que yo comencé a moverlos. —Estas húmeda. — dijo él. Soltó mi seno y colocó esa mano en mi cadera, sin salir de mi humedad, su cuerpo invadió al mío, logrando poner mi espalda sobre la cama. —Me tienes húmeda, solo tocando mis pechos, te deseo, te deseo mucho.—Era extraño tutearlo, pero en esta situación todo estaba siendo muy extraño. —Archer…Caroline. ¿Qué es eso diferente que quieres hacer?—Cuando hizo la pregunta, mi mente me mostró de forma rápida la imagen, pero la bloqueé, logrando que se fuera. —No importa lo que sea, lo haré si tu quieres hacerlo. —Ángel, no tienes ningún problema para tener una erección. —Porque a ti si te deseo. —Entonces no tenemos que hacer aquello… —Tenías muchas ganas de hacerlo, lo sé. Solo dilo, estamos en total confianza; mi mano está acariciando tu v****a mientras tu estas a punto de hablarme de lo que parece ser una fantasía s****l tuya. Ahora no te cohibías de nada, por favor. —Mojó sus labios y luego me besó, pero…este beso era un beso, sus labios se movían con mucha suavidad sobre los míos, su lengua me rozaba sin invadirme e íbamos al mismo compás. Tenía ganas de detenerme y solo dejar que él tomara mis labios, también esto dejaba una sensación muy extraña en mi, ¿Qué tanto alcohol había yo tomado?—Solo dilo. Disfrutemos ahora, pensemos mañana. —Disfrutemos ahora. — era muy probable que cada uno tomara su camino el día de mañana y todo siguiera como que nada pasó, dos personas que se gustan, se atraen, probaron y se saciarían. Podría solo ser eso. Entonces, tendría que saciarme bien, ya que no volvería a repetir. —Quiero que me ate mientras tenemos sexo, de una manera no tan delicada pero si placentera. Quisiera que mi jefe me ate y me penetre mientras su nombre se gasta en mis labios, que use mi cuerpo mientras yo no sea capaz de moverlo. Que mis gemidos se eleven, a tal punto que mi garganta se quede seca. Pero Ángel, yo quiero gemir de placer, no para complacerte a ti, es decir, tendrás que hacerme gemir, gritar y retorcerme. —¿Así?—solté un rápido gemido, casi como un grito, cuando Ángel dejó ir dentro de mi un dedo suyo. —Puedo hacerlo. Caroline, complaceré esta fantasía que me has confiado. —Quiero que lo haga como mi jefe, no como Ángel. Será “señor Wilson” lo que mis labios dejarán salir mientras mi cuerpo no me obedece. —Caroline… Archer. ¿Qué tal si te hago gemir ahora mientras voy pensando con qué atarte? —Señor Wilson, pero usted hacer lo que desee. — cerré mis ojos cuando el añadió un dedo mas. Mi cuerpo tomó una probado de lo que el señor Wilson me brindaba, el desapareció de la habitación, dejándome con muchas ganas de tenerlo dentro de mi. Tenía…¿Qué tiempo? Sin tener relaciones sexuales y ahora mi cuerpo se había desatado. Me gustaba, disfrutaba teniendo sexo, solo que ahora no tenía una pareja y todo eso se había visto reducido a cero, pues sexo con desconocidos no era lo mío. Ciertas noches me masturbaba, pero mas allá de eso no había mas nada. —Archer, sube un poco, acomódate en la almohada, o si quieres retirarla, luego no podrás moverte. —dijo, llegando a la habitación, con tiras largas de tela y una tijera en su mano izquierda. Seguía tan duro como se había marchado, mis ojos dejaron la tela, mirando con admiración el pene de mi jefe, ¿alguna vez pensé en verlo, apreciarlo y poder obtener placer de él? ¡Si! Muchas noches. —Si, señor Wilson. —empujé mi cuerpo hacia arriba y el se acercó del lado derecho, extendí mis brazos y el comenzó por allí, rodeando mi muñeca con la tela, aunque eran largas y podía tener mucha movilidad de ellas. Rodeó la cama y continuó con el otro brazo, yendo ahora hacia mis pies; sus manos causaron cosquillas en ellos cuando los tocó, tuve que contener el aire para no moverlos mientras sus manos estaban en ellos. Allí también tenía buena movilidad. Soltó las demás telas en el suelo y él vino a mi, cruzando encima de mi cuerpo atado, se colocó sobre mi cintura. —Estas atada, Archer. Ahora estas a mi merced, soy tu jefe y puedo hacer exactamente lo que me de la gana contigo. —sentí un fuerte caliente en mis piernas y en mi pecho, llenándose todo mi cuerpo de un cosquilleo, su voz firme, mirada cálida y manos juguetonas, me tenían muy excitada. Moví mis piernas en un intento por calmar aquel ardor. —No seré delicada contigo. Disfrutaré de tu cuerpo, haciéndolo mío, de una manera que no serás capaz de olvidar ni aunque quieras, porque incluso tu cuerpo tendrá marcas de esta noche. —Comenzó a chupar mis senos, dejando mis pezones ardiendo, los mordisqueaba y se metía lo más que podía en la boca—Eres muy sabrosa, quiero seguir probándote.—Subió por mi cuello, mordiendo mis hombros y chupando en mi cuello, tenia la sensación de que me iba dejando marcas. Sus labios pasaron por mi oreja y sentí su lengua húmeda allí. Toda mi piel se erizó y mis labios soltaron un suspiro muy sonoro. Vino a mi boca, tomándola con ambas manos. —Todo de ti es sabroso, Archer. Seguiré probando hasta conocer tus de diferentes sabores. —mordió mis labios, tanto inferior como superior y luego los lamió. Mis ojos seguían hasta sus pestañeos. —Estas temblando. — miró mi pecho y tocó mis piernas, era cierto, mi cuerpo tenía un ligero temblor. —¿Quieres que me detenga? —No… es solo que estoy muy ansiosa. — pero sus ojos tenían dudas, solo eran mi nervios. —Podemos tener una palabra, para que pueda saber si quiero que se detenga, ¿le parece bien?—el asintió. —Girasol, esa es la palabra. Si la escucha, solo deténgase y desáteme. —Bien. ¿Quieres decirla ahora? —No, estoy bien. Solo deseo que continúe. —No olvides la palabra. Te lo dije, no seré gentil. —Eso era justo lo que yo le había pedido. —Creo que tenías algo de tiempo sin sexo, pero deduzco que sí te masturbas. —yo mordí mi labio, mirando hacia el techo, sintiendo un poco de vergüenza por ello, aunque no por masturbarme, solo porque era mi jefe el producto de esos deseos. Separó mis piernas y con toda una mano tocó mi v****a, cubriéndola completa con ella. Dobló un poco mi pierna, quedando esta un poco hacia arriba y el señor Wilson ahora la tocó con dos dedos, haciendo círculos sobre mi clítoris, sujetó mi pierna, para mantenerla separada, bajó y entró sus dos dedos, mi interior lo apretó al sentirlo. Todo lo que sucedió después fue, extremo, una locura. Mis gemidos estaban por los aires, mis labios buscaban la manera de liberar toda la presión que el señor Wilson dejaba sobre mi cuerpo al estar dentro de mi, sus penetraciones eran fuertes, chupaba donde sea que su boca tenía alcance sin tener la necesidad de salir de mi interior, me encontraba tan unida a él, que cuando se alejaba un poco, mi cuerpo se quejaba y mis manos intentaban alcanzarlo, sin lograrlo, el solo sonreía de manera malvada, viendo como no podía estar lejos de él. —Señor Wilson…— dije, en tono suplicante cuando el comenzó a liberarme, dejando mis manos y pies sin atar. —Voltéate. —su pecho subía, notando yo su respiración agitada. Rodeé en la cama, quedando boca abajo. El señor Wilson no tardó en atarme de nuevo, su expresión era muy seria, pero no de enojo, estaba muy concentrado. Se colocó debajo de mí, pero no acostado. —¿Recuerdas la palabra? —Si, señor Wilson.—hizo bajar mis caderas, devolviendo su pene a mi interior, mas no se movió. Sus dedos recorrieron mi cuello y mi nuca, entrando en mi cabello suelto. Tiró de ellos al mismo tiempo que su otra mano impactaba en mi trasero. —¡¡Señor Wilson!!—mi trasero ardía y sentía su mano aun pegada allí, más sabía que no estaba pues tocaba mis pechos. Cuando los abandonó, contuve el aire, pensando que me pegaría otra vez, pero no lo hizo; no hasta que yo no me lo esperaba. Su mano impactó de nuevo, solo que mas fuerte. Mi cabeza estaba inclinada hacia atrás por la fuerza que su mano tenia en mi cabello, besó mi cuello y ahora comenzó a moverse en mi interior. Sentía mi boca seca, mi garganta también, mis gemidos me parecían ajenos a mi, estaba fuera de control. —Pégueme mas, señor Wilson, un poco mas. —me besó con fuerza, mis labios se sentían hinchados, el señor Wilson salió de mi interior y se retiró de debajo. Estaba detrás de mi. —Girasol, es la palabra, Archer.—cada vez que golpeaba mi trasero, era como si todo en mi interior se moviera, se sacudiera y aquello me daba placer.—Sujétate al espaldar. —Extendí mis brazos y estos llegaban, me sujeté allí, notando que mis piernas estaban muy flácidas. Mi cabeza se pegó al espaldar por la fuerza de sus penetraciones. M-me…Me acababa de correr de una manera muy salvaje, los labios me temblaban. Mi cuerpo se sentía un poco exhausto y mis labios no dudaron en decir la palabra. —Girasol. —me desató con rapidez, mi cuerpo permanecía sobre su pecho, entre sus brazos me llevó al baño, sin bajarme de él. —Tu pelo se mojará.—me avisó. El agua me sentó bastante bien. El me sentó sobre el lavamanos para secarme, escurrió con la toalla mi cabello y después me llevó a la cama. Me dejó sentada en sus piernas y se agachó, extendió su brazo para tomar uno de los lazos que estaba sobre el suelo.—Haré que duermas de forma mas placentera y rápida.—nos besamos, mientras ataba mis manos. —Siento que no me sacio de ti, Caroline. Te deseo de una manera incontrolable, conforme pasan los minuto, solo quiero mas de ti. La mañana se acerca y yo solo quiero retenerla y no dejarla avanzar, para que esta noche sea eterna.—llevó mis brazos detrás de su cuello, reposando en sus hombros. Bajé la mirada viendo su erección cerca de mi barriga. —No hay palabras, no soy señor Wilson. Ángel, si tus labios quieren culpar a alguien porque tu cuerpo tiemble o se sacuda, es a mi. —me levantó, por los muslos y el trasero, dejándome encima de su erección. Recosté mi pecho con el suyo y cerré mis ojos, mordiendo sus hombros. Mis caderas se movieron durante un rato y luego el cansancio pudo mas, dejando que Ángel hiciera todo el resto. Era más delicado, más atento, pero igual de intenso, lo sentía muy dentro de mi y mis labios querían gritar, dejando todo contra sus hombros. Sentí una gota recorrer mi espalda cuando mi interior apretó a Ángel. Sus brazos me rodearon, abrazándome. Besó mi frente y me devolvió a la cama. —Ángel, me gustas mucho. —balbuceé, cerrando los ojos, dejándome arrullar por él.” Todo estaba mas claro ahora. Mi jefe tenía casi el mismo tiempo que yo, sintiéndose atraído por mi. Aquí sobre la cama, la situación cambiaba mucho ahora que recordaba. Era cierto y tenía que aceptarlo. Yo era una pervertida, pero habíamos participado los dos y por lo visto a mi jefe le había encantado tanto como a mí. Había cumplido una de mis primeras fantasías sexuales con él, dicha bajo los efectos del alcohol y disfrutado a pleno en cada centímetro de mi piel. Mi corazón se mantenía inquieto. ¿Dos años tenía gustándole a mi jefe? Aún creía que estaba en un sueño, pero ahora era mi realidad. Dulce realidad.
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