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En la habitación del jefe

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Apenas tenía unas horas de haber firmado el contrato, un tanto exigente. Se suponía que era su secretaria, pero mi trabajo incluía más que eso. Era algo así como una secretaria- asistente. Ya que no me limitaba al trabajo de oficina, o eso era lo que ponía el contrato, que luego leería con más tranquilidad, ya que casi tuve que salir corriendo al aeropuerto para recibirlo.

Tenía un chofer, una tablet, un MacBook casi del tamaño de la tablet, dos celulares y una cita para ir específicamente a que me hicieran el uniforme del trabajo, mi pelo debía de estar siempre recogido y estrictamente con maquillaje sencillo. Todo este día iba muy deprisa, sin darme ni tiempo a ponerme nerviosa. Mi trabajo había empezado desde que firmé el contrato y aun no pasaba por la oficina.

Su nombre era Ángel Wilson, sabia que tenia veintinueve años y nada mas. Esa era toda la información que tenia, ni su rostro conocía.

Había pasado una rigurosa entrevista de varias secciones con muchísimas candidatas, me sentí orgullosa.

Ahora, aquí a la espera, mientras su helicóptero hacia el aterrizaje, me estaba poniendo nerviosa.

Vi a un hombre de mediana edad salir primero, ese no podía ser el, pero detrás de este, se bajó un hombre con un bañador azul que le daba por encima de las rodillas y con el pecho desnudo, en su mano llevaba sujetada del antebrazo a una mujer de pelo corto, que también venia en bañador. ¿Realmente era el? Parecían dos modelos, o dos actores en una toma de una película.

Obra registrada bajo el número 2112029955488

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Capítulo 1- sin recuerdos.
Apenas tenía unas horas de haber firmado el contrato, un tanto exigente. Se suponía que era su secretaria, pero mi trabajo incluía más que eso. Era algo así como una secretaria- asistente. Ya que no me limitaba al trabajo de oficina, o eso era lo que ponía el contrato, que luego leería con más tranquilidad, ya que casi tuve que salir corriendo al aeropuerto para recibirlo. Tenía un chofer, una tablet, un MacBook casi del tamaño de la tablet, dos celulares y una cita para ir específicamente a que me hicieran el uniforme del trabajo, mi pelo debía de estar siempre recogido y estrictamente con maquillaje sencillo. Todo este día iba muy deprisa, sin darme ni tiempo a ponerme nerviosa. Mi trabajo había empezado desde que firmé el contrato y aun no pasaba por la oficina. Su nombre era Ángel Wilson, sabia que tenia veintinueve años y nada mas. Esa era toda la información que tenia, ni su rostro conocía. Había pasado una rigurosa entrevista de varias secciones con muchísimas candidatas, me sentí orgullosa. Ahora, aquí a la espera, mientras su helicóptero hacia el aterrizaje, me estaba poniendo nerviosa. Vi a un hombre de mediana edad salir primero, ese no podía ser el, pero detrás de este, se bajó un hombre con un bañador azul que le daba por encima de las rodillas y con el pecho desnudo, en su mano llevaba sujetada del antebrazo a una mujer de pelo corto, que también venia en bañador. ¿Realmente era el? Parecían dos modelos, o dos actores en una toma de una película. El primero se acercó a mi mientras ellos venían detrás, como en cámara lenta. — ¿Usted es Caroline Archer?— preguntó de manera muy educada. — Si, soy la nueva secretaria del señor Wilson.— respondí orgullosa de aquel logro. — Sígame, acabamos de llegar del hotel donde se estaban quedando ellos, pero tiene una junta en media hora. Debido a que no tenia secretaria, se le había olvidado, su novia y el están celebrando el compromiso, es reciente. — ¿Irá a la junta en bañador?— eso no creo que fuera posible. — No, se supone que usted debe de conseguirle un traje antes de que eso pase. He anotado sus tallas y número de zapatos, siempre la corbata tiene que ser azul celeste. Vaya enseguida con el chofer, yo tengo otro coche esperando por ellos. Nos vemos en la empresa. — Si, ahora mismo salgo. —corrí hacia donde estaba el coche aparcado. — ¡¡Espere!! ¡¡Olvida la tarjeta!!— me gritaba el desde atrás, me detuve para volver a correr en dirección contraria. Tomé la tarjeta y volví corriendo al coche, esta tenia el código anotado detrás. — Encienda, por favor, salgamos de aquí. — busqué rápido en internet la tienda mas cercana donde vendieran trajes de calidad. — A esta dirección, por favor. Y así fue mi primer día siendo la secretaria del señor Wilson. Correr de un lado a otro sin descanso. Para resumir un poco los siguientes acontecimientos, yo no era ni una secretaria, menos una asistente, todos me llamaban “La esclava de Wilson”. Y la verdad es que el nombre me quedaba perfecto. Trabajaba mucho, fuera de horario pero cobraba una pasta. No era malhumorado, no me gritaba, tomaba mis errores con calma y nunca fue grosero, aunque solo pasábamos palabras relacionadas al trabajo. Tenía que ir de un lado a otro detrás de el. Yo me había tenido que encargar de organizar su boda. ¡Si, su boda! ¿Qué diablos sabia yo de eso? Siete meses después también tuve que organizar los trámites del divorcio y tres meses después había tenido que organizar su pedida de mano lo más romántica posible para su nueva novia. Sus relaciones duraban poco, a pesar de que las tomaba en serio desde principio. Organicé la segunda boda por todo lo alto, estuve allí presente en primera fila mientras todo estaba de blanco y la celebración era en Grecia, meses después tuve que llamar a los periódicos para que eliminaran las fotos de ella siéndole infiel, por tercera vez. Esa perra. Entre todo esto, habían pasado cuatro años mientras yo era la “esclava de Wilson.” Mi vida amorosa había terminado el primer año, mi trabajo no soportaba una relación y ya había dejado de intentarlo, solo para fracasar. Tampoco es que tuviera mucho tiempo de conocer chicos y los de la empresa eran un tanto despreciables, por lo que no solo mi vida amorosa había ido en decadencia, desgraciadamente mi vida s****l también. En su cumpleaños número treinta y tres, si, como lo esperaba, tuve que organizar su fiesta “sorpresa” junto a su esposa infiel. Odiaba a la maldita con toda mi alma y mi corazón, ¿Cómo había sido capaz de serle infiel a semejante bombón? Estaba claro que ella no lo quería, era una interesada y sus infidelidades no cesaban. Llegaban a mi escritorio las fotos antes de ser publicadas, ya ni me molestaba en mostrárselas a el, creo que no le importaba y solo cada vez se sumergía más en la oficina, el trabajo. Ni amigos le quedaban. La estaba pasando mal. En fin, aquí estaba yo, cargada de trabajo de oficina y a las once de la noche a oscuras en la casa de mi jefe junto a otros tantos invitados que no conocí de nada, más tenía agendado todos sus números, eran amigos de ella, no de el. La puerta se abrió y yo era la encargada de encender la luz. — ¡¡¡SORPRESA!!!— Gritaron todos, miré la cara de mi jefe, que iba pasando su mirada entre todos los rostros, hasta dar conmigo. Enarcó una ceja y luego dijo mi nombre, sin emitir sonido. Ni siquiera me había podido cambiar, llevaba puesto el uniforme a mi medida, de entre tantos otros que me habían hecho. Del mismo color, obviamente. Azul celeste. El color favorito de el, del que yo había mandado a hacer el pastel y toda la decoración del lugar, algo que fuera agradable para el. — Señor Wilson, feliz cumpleaños. — dije al acercarme. ¿Qué mas podía decir? Todos estaban en silencio, aquí pasaba algo que yo no sabia. Giré para ver a Ashley, su esposa, esta nos daba la espalda, las personas comenzaron a dispersarse por el salon y salían a la piscina, conversaban. Crucé mis manos detrás de mi espalda a la espera de que dijera algo mas, era algo incómoda la situación, obviamente no le había hecho gracia la sorpresa, ¿era yo la culpable?— ¿Gusta una bebida?— habían camareros encargándose de atender a los invitados. — Archer. — como solía llamarme. — Ven un segundo. — ignoraba a todas las personas en el lugar y caminó hacia donde estaba la cocina. Yo ya me sabia la casa entera, no era la primera vez que estaba aquí o ene cualquiera de las otras. — El lunes inicia el proceso de divorcio, acércate a Ashley y dile que saque a todas estas personas de aquí, incluida ella. Dale cinco minutos para que lo haga, de no hacerlo, encárgate. Solo cinco minutos. Pero primero tráeme dos botellas de lo que sea a mi habitación. Que no se moleste en tomar nada, solo que salga. — Ahora mismo, señor Wilson. El se retiró a su habitación y yo me adentré a donde estaban los camareros y tomé las dos botellas que él ordenó de cualquier cosa. Toqué su puerta. — Pasa. — se había quitado su ropa, ahora estaba en calzoncillo. Tampoco era la primera vez que lo veía así, la primera vez me había impactado mucho, pero ahora me sentía acostumbrada a ello, pero eso no le quitaba su atractivo. — Sírveme un trago, después habla con Ashely, sácalos si es necesario y solo cuando lo hagan, vuelve aquí. Tomé una de las botellas, le serví un trago. — Aquí tiene, regreso cuando se hayan ido todos. — volví a salir. Quizás podría ser un poco duro decirle aquello a Ashley, pero no lo era en lo más mínimo. Me complacía que el señor Wilson no se hubiera rebajado a su nivel y que lo dejara en mis manos, muchas cosas ya le había aguantado a ella sin quejarse en lo más mínimo, me daba pena el, pero era hora que esta farsa terminara. Adiós Ashely. Me acerqué a donde estaban todos y toqué su hombro. ¿Quién se podía quedar en una fiesta donde no estaba el festejado? Era ridículo, al igual que todos los presentes. — ¿Dónde está Ángel? Lo estamos esperando, me hará quedar en vergüenza. ¿Y tu como pudiste venir con uniforme a la fiesta? Ni siquiera estas en horario de trabajo. — Estoy detrás de ti desde las diez de la mañana y son casi las doce de la madrugada. ¿Cuándo crees que tendría tiempo para cambiarme? — Ve busca a Ángel, rápido. ¿Se está cambiando? — Me ha enviado para que le diga que saque a todos sus invitados, usted incluida. También que no se moleste en tomar nada. — ¿Dónde está? Quiero hablar con el, no me dejará en ridículo. He organizado todo esto para el. — técnicamente fui yo quien organizó todo, ella solo daba ideas horribles y no sabia nada de lo que le gustaba al señor Wilson. — Si no lo hace usted, tengo ordenes de hacerlo yo. Me ha dicho que solo espere cinco minutos, después que los saque a todos. — Maldito engreído. — pero mi jefe de engreído no tenia nada, era alguien muy normal para su posición. Tiró la bebida que tenía en las manos sobre mi cara, después fue a por dos mas y la vertió sobre mi ropa. Yo me quedé tranquila y serena, viendo el tiempo correr, a la espera de esos cinco minutos. Y ya habían pasado. Primero despedí a los camareros, todo el servicio que se había contratado para la fiesta. Cuando Ashley vio que ya no llegaban mas bebidas, empezó a buscarme, yo estaba yendo persona por persona diciéndoles que se cancelaba todo, hasta que ella dio conmigo. Para ese entonces habían pasado al menos veinte minutos. Tomó mi mano e intentó tirar de ella para llevarme a otro lugar, yo me mantuve inamovible. — Archer, has tardado demasiado. — se atrevió a salir en ropa interior. Tarde, mi jefe había salido. Traía una de las botellas en las manos y esta estaba casi vacía o ya lo estaba. — Lo siento, señor Wilson, me ha costado un poco. — ¿Pero como lo estabas haciendo? ¿Persona por persona?— sonaba gracioso. ¡Ya estaba ebrio! — Ángel, espera. No hagas nada estupido, deja que la fiesta termine. Por favor. — comenzó ella a suplicar, abrazándose a el. — Es más rápido de este modo. — tomó un largo trago de la botella y ahora si esta se quedó vacía. — La fiesta ha terminado. Es mi cumpleaños y no lo quiero pasar con ninguno de ustedes, menos con esta mujer de aquí. Salgan antes de que me enoje y les suelte a los perros. — pero el no tenia perros. Las personas empezaron a salir y Ashley escondía su rostro en el pecho de el. — ¿Te avergüenza esto pero no tu cara saliendo en los periódicos con tus amantes? Lárgate de mi casa y no tardes en firmar el divorcio. Sal de mi vista, retira tus sucias manos de mi cuerpo. — Solo quedaba ella, el y yo. Ella descubrió su rostro solo para pegarle una cachetada carente de fuerzas, el ni se inmutó. Ashley me miró con mucho odio antes de salir. — Lo siento, señor Wilson. Ya se habían ido una gran parte. — Estabas diciéndolo persona por persona. — ¿No era esa la manera? — No, la manera es como lo hice yo. — intentó tomar otro trago, pero no quedaba nada. — ve a mi habitación por la otra botella, esta no tiene nada. Me dirigí hacia su habitación y el venía detrás de mi. Abrí la botella, pero cuando iba a servirle, el la tomó de mi mano, tomando directamente de ella. La acercó a mi, pegándola a mi pecho. — No tomo alcohol, señor Wilson. — Es mi cumpleaños, tomate un trago conmigo. Estoy cumpliendo treinta y cuatro años. — Son treinta y tres, señor Wilson. — Lo se, solo quería saber si tu lo sabias. — presionó mas la botella a mi, la espera de que yo la tomara. — Solo tomaré un trago. — Mañana es sábado , ¿Qué mas da? No todos los días uno cumple años, además ahora eres la única aquí. Eres mi compañía. Accedí a tomar ese trago, solo que no solo fue ese trago. Después de terminarnos esa botella, me vi yendo a la cocina por dos mas, el señor Wilson casi no podía moverse sin caerse, mientras a mi me quedaba algo de equilibrio. Solo nos pudimos tomar otra, dejando casi la mitad, no dábamos para mas. Pero a falta de alcohol, empezamos hacer otras cosas. — Caroline, siempre estas ahí. ¿No te cansas? — Usted se aseguró de comprarme zapatos muy cómodos, ademas de lindos. — dije entre risas, mientras las manos de mi jefe iban desabrochando los botones de mi camisa. — Estas a punto de presenciar mi segundo divorcio, ¿no te preguntas que pasa con mis matrimonios? — impaciente, rompió mi camisa. — ¿Problemas en la cama? — Debe de ser lo que suponen todos. Estoy muy ebrio, lo suficientemente como para hablar de esto. — ¿Me dirá cual es el problema? — Claro, también podrás comprobar si es problemas en la cama. — deslizó la camisa por mis brazos, ahora yo me recosté a la cama y el retiró mi falda, mientras yo subía el trasero para que pudiera sacarla. Sus manos bajaban mis medias, ahora me encontraba solo en ropa interior, al igual que el. — Menos mal que tu ropa estaba mojada, buena excusa para quitártela.— aquel dulce cosquilleo que sentía mientras sus manos me recorrían completa. — ¿No te cansas de mi? — Ahora mismo no. — besaba mis piernas, subiendo por ellas, retiró toda mi ropa interior. — No podría cansarme de esto. Lo siguiente que escuchaba era mi voz, repetí señor Wilson incontables veces, hasta que me quedé afónica. Mi cuerpo dolía, dolía mucho, no se que había hecho, qué habíamos hecho, solo lo recordaba desnudándome. Ahora el sol molestaba en mi cara y había un hombre de pie frente a la cama con un rico olor a café. — Buenos días, Archer. — dijo la voz de mi jefe, haciendo que yo cubriera mi cuerpo desnudo y cayera casi de espaldas de la cama. Me envolví en las sábanas pero luego estas no me dejaron levantarme, enredándose en mis pies, estaba siendo muy torpe, la cabeza me dolía, sentía mis brazos débiles y tal vez era que mis piernas no iban muy bien, por eso me seguía cayendo. Descubrí que los muslos me dolían, el vientre, el trasero y la espalda. Maldita sea, casi no podía moverme. Se acercó a mi, soltando su taza de café y yo comencé a gatear fuera de la habitación, me sentía tan avergonzada, sobre todo por no recordar nada. Salí al pasillo y el se detuvo frente a mi. — Lo siento, señor Wilson, ahora mismo me visto y salgo de su casa. — pero ¿Dónde estaba mi ropa? Me quedé observándolo queriendo llorar. ¿Qué había hecho con mi jefe? — Tu ropa esta por aquí. — señaló la habitación. —Aunque tal vez quisieras ponerte algo más cómodo, creo que aun está húmeda y puede que la camisa esté rota. —se agachó ante mi, tomándome por debajo de los brazos y poniéndose de pie conmigo cargada. ¿Cuándo sacaba tiempo para ejercitarse? Abrió el armario y sacó un vestido, seguramente de Ashely, sus cosas aún seguían aquí y yo ya había calentado el espacio de su cama, tenia la sensación de que había recorrido toda la cama. — Ponte esto. — ni siquiera se giraba para que yo me vistiera. ¿Qué mas daba? Habíamos hecho cosas peores en nuestro estado de embriaguez. Cuando retiré las sábanas de la parte de mis pechos, todavía sentada en la cama, el se acercó, tocando mi hombro mientras yo me quedaba tensa.— ¿Te duele? Creo que anoche te hice daño. — miré donde el apuntaba y efectivamente allí tenía un pequeño moretón, no era nada, menos me dolía. — No duele. No lo siento. — introduje mis manos en el vestido, para bajarlo por mi cabeza, mirando ahora mis muñecas mientras estaban elevadas. Alrededor de las dos tenia todo morado, ahora me asusté, dejando caer el vestido a un lado. Toqué las marcas que habían en ella y estas si dolían al tocarlas. Intentaba recordar, mas no podía, alcé la vista para mirarlo, pero el señor Wilson se había dado la vuelta. Retiré las sábanas ahora que no me miraba; tenia algunos moretones en los muslos, en mis tobillos, observé como pude mi trasero, allí me dolía, habían marcas rojas en el, estaba asustada, tenia miedo, no sabia que había pasado. Observé mis pechos, mis pezones estaban muy enrojecidos, tal vez algo irritados. — Girasol. — dije sin comprender y él ahora se dio la vuelta, mirando las marcas en mi cuerpo. Caminó a mi alrededor, sin mencionar palabras. ¿Qué significaba Girasol? ¿Por qué yo había dicho aquella palabra? ¿Por qué mis manos y pies parecían haber estado atados? Tomé nuevamente el vestido, el me ayudó a ponérmelo, recogí como pude mi ropa del suelo y me coloqué los zapatos. — ¿Te duele algo?— me dolía todo. Y se me caía la cara de la vergüenza. ¡¡Carajo!! ¡¡¿Qué había hecho la noche anterior con mi jefe?!!! Yo parecía ser la única que no recordaba nada. — ¿Podría sacarme de aquí?— mi chofer no trabajaba los sábados y salir caminando de aquí me costaría mucho pero quería irme. — Claro, dime donde quieres que te lleve. Fui a por el resto de mis cosas al salon y las metí en mi bolso, llevaba el uniforme en las manos. El silencio predominaba durante el camino, aquel sábado se había tornado muy extraño. Me bajé en la parada de taxi y lo vi marcharse. Auń mis piernas dolían un montón cuando llegué a mi casa. Volví a desnudarme y a observar las marcas sobre mi piel frente al espejo. Había tenido sexo con el señor Wilson y no recodaba de que manera, pero tenia la sensación de que había sido muy placentero a pesar de todo.

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