DEBEMOS HABLAR

1090 Words
Cuando Minying subió las escaleras hasta el apartamento, Chung-ho lo estaba esperando. Se encontraba apoyado sobre el muro que bordeaba la escalinata. El chico le hizo seña a su hermano mayor para que entraran. – ¡Bienvenido a nuestro nuevo hogar hermanito! –exclamó Chung-ho de manera dramática tras cerrar la puerta. Minying sonrió. – No está nada mal –respondió mientras miraba a su alrededor. – Fue lo mismo que yo dije –se echó a reír– ¿Cómo te fue con el jefe? –preguntó curioso. – Pues… fue raro –confesó el chico frunciendo el ceño mientras se quitaba la bufanda que cargaba alrededor del cuello. – ¿Qué quieres decir? – Pues aquel hombre me pareció realmente extraño. Bueno, solo tuve que firmar unos documentos, cosa que tú también debes hacer –le señaló apuntándolo con el dedo. Chung-ho asintió– y el señor King se portó muy bien, de hecho estuvo riendo durante todo el tiempo que estuve allá… digamos que es un hombre muy alegre. Incluso me abrazó con emoción cuando llegué a la oficina. – ¿Qué tiene eso de malo? –preguntó confundido Chung-ho al ver el rostro de su hermano. – Es que… no sé cómo explicarlo. Desde que llegué al lugar, incluso antes de entrar a la oficina, comencé a sentirme raro. Como si algo me asfixiara. No sé decir que era en verdad, no entiendo por qué me sentía así, solo sé que no era una sensación agradable… y ese señor… pues… no lo sé, siento que hay algo en él que no está bien, pero tampoco sabría decirte qué –expresó Minying entre la confusión y la preocupación. Chung-ho solo lo miraba intentando comprender sus palabras. – Bueno… supongo que debemos tener cierto cuidado con él y vigilarlo un poco. Tu instinto nunca ha fallado hermano y si te dice que algo está mal, lo más seguro es que así sea–concluyó. Minying asintió. Los chicos hicieron silencio por un momento. Se quedaron pensando en la situación. Les preocupaba un poco lo que pudiese pasar, pero tras discutirlo un momento decidieron dejar que las cosas siguieran su curso, solo estarían atentos a cualquier otra eventualidad que ocurriera. – Pasó algo más hoy –continuó Minying. – ¿Qué cosa? ¿Algo malo? – No, claro que no. Al contrario. Muy bueno diría yo –exclamó con una enorme sonrisa. – Pues no te quedes callado y cuéntame de una vez –ordenó Chung-ho. – Encontré a mi Hanyagur –soltó sin más. Su hermano abrió los ojos como platos de la sorpresa. – ¿Estás seguro? –preguntó emocionado. Minying asintió. – Completamente seguro. Mamá tenía razón, lo supe en cuánto la vi… es hermosa hermano –expresó aun sonriendo. Un brillo se dibujó en sus ojos. – WOW entonces creo que hicimos bien al venir aquí –afirmó Chung-ho. Ambos rieron con alegría. Los hermanos comenzaron a platicar un poco sobre el tema de la Hanyagur de Minying, como este la había conocido y la emoción que sentía al saber que estaban en el mismo lugar. El chico se propuso descubrir exactamente donde vivía y Chung-ho se ofreció a ayudarlo. Se encontraba muy feliz por su hermano. Era el primero de todos los Leng en encontrar a su pareja de vida y eso le regresaba las esperanzas, ya que desde hacía años había comenzado a pensar que eso era tan solo un mito. Que lo que les había contado su madre eran tan solo exageraciones o quizás era algo que solo se aplicaba a ella, pero no a ellos. Él juraba que estaría destinado a sufrir esa sed por el resto de su eternidad, por eso ahora que sabía que su hermano había tenido la suerte de encontrar a su pareja de vida, se sentía emocionado, quizás él también podría encontrar la suya. – ¿Qué tal te fue con la supervisora? –preguntó Minying a su hermano. – Lo había olvidado por completo –suspiró pesadamente. Minying lo miró con el ceño fruncido. – ¿Pasó algo malo? – No. La verdad es que no. La chica es muy agradable y se comportó muy bien conmigo. Me dijo que mañana vendría a explicarnos sobre las reglas que debíamos cumplir aquí, así como a darnos las listas de los objetos prohibidos. – Ok… entonces… ¿Qué pasó? ¿Por qué tienes esa cara? –Chung-ho suspiró nuevamente intentando agarrar ánimo para decir lo que tenía que decir. Minying lo observó preocupado. – Bueno… ¿recuerdas lo que pensamos cuando vimos el nombre de la chica en el contrato? – Sí –respondió Minying con preocupación. Chung-ho agachó la cabeza– ¿entonces teníamos razón? –preguntó el chico de manera triste y decepcionado. – Pues sí, se trata de la hermana de Freya –ambos hicieron silencio por un momento. – ¿Cómo terminó aquí? –quiso saber Minying – No lo sé. No le quise preguntar. De hecho… ni siquiera le dije que la conocía, me dio un poco de miedo hacerlo, no sabía cómo reaccionaría… Han sido tantas cosas… no quería terminar lidiando con eso también –dijo pesadamente. Minying asintió. – Te entiendo. Tranquilo. Hiciste lo correcto –lo calmó– no te preocupes hermano, yo… yo me encargaré de hablar con ella. Todo estará bien. A pesar de que no lo demostraba, la noticia había afectado a Minying aún más que a Chung-ho, después de todo la relación de él con Freya había sido mucho más fuerte y a diferencia de su hermano menor, él sí había tenido la oportunidad de conocer a Lorena, por eso ahora le daba dolor saber que se encontraba encerrada en aquel horrible sitio. Pero su peor temor era pensar en que quizás la causa de eso había sido por todo lo que ocurrió tanto tiempo atrás. La verdad es que aún sin saber realmente lo que había sucedido se sentía terriblemente culpable. De alguna manera había roto la promesa que le había hecho a Freya. En ese momento se dio cuenta que tras lo ocurrido con Magnus, Chung-ho y él se habían preocupado tanto por sus vidas, lo que ellos estaban sufriendo, que jamás se tomaron el tiempo de sentarse a pensar en los demás. Muchas personas terminaron involucradas en la guerra que ellos iniciaron y la mayoría tuvieron que enfrentar terribles consecuencias por las decisiones que ellos solos habían tomado. Habían sido terriblemente egoístas. Realmente se merecían un castigo, debían pagar por sus errores.
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