CAPÍTULO VI—Como se atreve… a pensar… eso de mí? Orelia jadeaba por las sacudidas que el Marqués le prodigó. Se sentía extremadamente enojada y lo miró furiosa, temblando de rabia. El Marqués le quitó las manos de los hombros, pero seguía cerca de ella, mientras la pistola y los billetes yacían entre ellos. —¿Qué esperas que piense? —No espero nada de usted… Milord. —Sin embargo, me dirás porque fuiste al alojamiento de Wrotham, así tenga que sacarte la verdad a golpes. Hizo un movimiento con las manos y como ella pensó que la sacudiría de nuevo, instintivamente dio un paso atrás. Luego, con una furia tan grande como la de él, aunque mantuvo la voz baja, le contestó: —¡Muy bien! ¡Le diré la… verdad! Fui a visitar a ese… amigo suyo porque… violó a una joven… aquí en esta casa… y la d