Ambas salieron de la cafetería en silencio viendo a varios estudiantes ir y venir por los diversos caminos del campus.
—Creo que intentaré no estar a la defensiva— optó por decir Aura.
—Oye y… ¿te atreverías a seducirlo como dijo Greta? — preguntó Sasha con real preocupación, al entender que lo que ella había decidido, era lo que mejor la haría sentir.
Ambas se vieron a los ojos y se sintieron incómodas —Por supuesto que no –
—No, no, definitivamente ella está loca — aceptó Sasha — Lamento preguntar tal estupidez— dijo y se burló.
Aura también se rio sintiéndose un poco menos mal.
—Debo irme, mi clase seguro ya comenzó –
Sasha le asintió — Entonces, después hablamos sobre la visita a tu nueva casa, yo también muero de ganas de verla — le dijo y le guiñó un ojo mientras sujetaba su mochila al hombro y se echaba a correr.
Aura le sonrió —Por supuesto— casi alzó la voz al ella misma tener que apresurarse.
El sonido de una música horrenda llenaba prácticamente todo el lugar, Cedrick clavó su mirada azulina en el grueso vaso de cristal frente a él, lo tomó y dejó que el ardiente líquido resbalara por su garganta.
Anthony sonrió con medio tinte de ironía.
—Entonces todo sigue mal – le cuestiono.
Cedrick dejó su vaso vacío sobre la barra de ese bar y con un movimiento de mano le indicó al barman que volviera a llenarlo, debía ser así, las cosas deberían estar muy mal para estar en ese bar de mala muerte junto a su estúpido primo, en lugar de estar en casa con Aura.
—¿Qué dice ella de todo esto? – pregunto Anthony.
—No sé, apenas y me habla— confesó el rubio al apretarse el puente de la nariz sin mucho ánimo.
Anthony guardó silencio al tomar de su cerveza.
—Han pasado casi dos semanas, creí que las cosas mejorarían — confesó el de mirada cálida.
El rubio negó — No, seguimos sin dormir juntos y la verdad que a mí el trabajo también me ha tenido absorto – admitió.
—Escuché que tu suegro te da problemas –
«No tienes idea» pensó con fastidio, para su suerte Stefano era quien tenía que lidiar con él.
—Sasha mencionó hace un par de días que Aura se sentía también mal por cómo estaban las cosas, sinceramente creí que algo había cambiado — dijo optando por cambiar el tema, Cedrick ya se veía tenso al salir de la empresa, no quería recordarle más del trabajo, pues seguro era lo que menos le interesaba.
«Así que se siente mal… vaya manera de disimularlo» pensó fastidiado.
—¿Has intentado hablar con ella? – le cuestiono.
—No— respondió el otro secamente al jugar con su vaso y fijar su mirada en el líquido marrón que se movía suavemente — Una vez dijo que necesitaba tiempo de pensar las cosas, así que se lo estoy dando — añadió con simpleza al haberse cansado ligeramente de que las cosas fuesen mal.
Anthony negó y dejó escapar el aliento al apoyar sus codos en la barra.
—¿Y si piensa que no te importa? – le pregunto.
—Aura piensa muchas cosas— volvió a decir mientras vagaba su mirada por el lugar, su vista cayó en una chica rubia que le sonrió y le guiñó un ojo sin importarle estar abrazada de otro tipo, Anthony lo notó, pero prefirió dejarlo pasar.
—¿Cuándo piensas informarle sobre la presentación de ustedes como matrimonio ante la sociedad? — le preguntó eso que a claras luces para todos era sólo un acto protocolario.
—Supongo que pronto — dijo fastidiado — Ahora debo irme, ya es tarde — añadió y se levantó para luego dejar un par de billetes sobre la barra y girarse.
Y aunque sabía que Aura no estaba esperándolo, tampoco le gustaba llegar tan noche a la casa.
Anthony asintió y tras dar un lento trago a su cerveza y verlo partir, él optó por hacer lo mismo, pensando en el trayecto de regreso a su hogar, lo mucho que en realidad Cedrick había cambiado…aquella rubia los siguió a ambos con la mirada, siendo su primo el objetivo principal…y el, simplemente la ignoro…en verdad, estaba demasiado enamorado de Aura.
Aura se había despertado momentos antes, cuando escuchó el auto de Cedrick llegar, se abrazó a su almohada al darse cuenta que el rubio seguía molesto, dos días después de hablar con sus amigas, él intentó buscarla al cortarle el paso cuando había bajado a desayunar, Cedrick intentó besarla al decirle que esa situación ya había durado mucho, incluyendo en sus palabras la frase ‘infantil actitud’, cosa que sin lugar a dudas la había molestado, provocando una nueva discusión; ese día él se había molestado y la había culpado de la absurda situación por la que pasaban, ella aun sintiéndose mal regresó a la habitación dejándolo solo y luego de varios minutos cuando regresó, él ya no estaba.
—Prácticamente esa fue la última vez que nos vimos— recordó desanimada.
Pensar en lo que pasaban había logrado aminorar su pena por el continuo rechazo de su padre, para colmo, también la había hecho prestar menos atención a sus clases y los constantes ‘te lo dije’ de Greta comenzaban a preocuparla de verdad.
¿Por qué era tan difícil bajar y decirle que hablaran?
Con el pasar de los días, la forma tan autoritaria como volvió con él, dejó de tener el peso inicial, la verdad era que lo extrañaba mucho, la inquietaba estar molesta con él, y la enojaba mucho que Cedrick se mostrase tan indiferente, pues creía que habían pasado ya muchos días.
—¿Tú qué dices, Oreo? — le preguntó al gato recostado en la cama con ella —¿Bajo pretendiendo sólo buscar agua para encontrarme con él? — añadió dudosa.
«Seguro ya está dormido» pensó al ver la hora en su móvil, eran cerca de las dos de la madrugada, Cedrick esta vez había llegado más tarde que de costumbre, ¿qué habría estado haciendo hasta esa hora?
Se puso de pie sin resistir la curiosidad y ganas de verlo, tal vez sólo por la necesidad de saber si estaba bien, o cerciorarse que sí había llegado y no había sido sólo su imaginación, después de todo él ni siquiera había subido.
—Vas a quedarte aquí, ¿de acuerdo? — le dijo al gato al momento de cerrar la puerta y dejarlo dentro del cuarto. Lo que menos quería es que hiciera algún tipo de ruido que delatara su presencia ahí abajo.
Cedrick se había dejado caer en el sofá que había sido su cama por casi dos semanas, no se molestó en cenar, encender el televisor o asomarse a ver a Aura, le había bastado ver el coche que usaba estacionado afuera para saberla en la casa.
Acomodó uno de los cojines y se recostó sobre él, estaba cansado, molesto y frustrado, no necesariamente en ese orden, los días eran un fastidio y aquella maldita chica no hacía más que provocarlo con su sola presencia en el lugar, tal vez pensando en no presionarla, era que evitaba estar presente en esa casa, Aura debía decidir y él lo sabía, aunque eso no le quitara las ganas que tenía por meterse en su cama por las noches.
La deseaba tanto, añoraba esas noches con ella, sus erecciones matutinas eran cada vez más dolorosas y lo frustraba calmarse solo en la ducha.
—Sería tan diferente…— susurró mientras echaba su cabeza suavemente hacia atrás y cerraba los ojos mientras pensaba en esa chica —Aura— la nombró al mismo tiempo que con su pulgar apretaba su m*****o que había comenzado a endurecerse.
Sin pretenderlo estaba recordando aquella noche cuando se dio cuenta que la quería, luego de que habían discutido, recordó cómo fue a buscarla y la vio besándose con Stephen, como Aura había salido corriendo y cómo él fue tras ella, la forma como se la llevó con él y le hizo el amor en su coche, estando ambos en el estacionamiento de la universidad, sin miedo a ser descubiertos.
Recordó el cuerpo desnudo de Aura bajo él, la forma casi violenta en la que la había penetrado y no se dio cuenta cuándo fue que había expuesto su m*****o y había comenzado a acariciarlo, Aura había gemido bajo su cuerpo y él la hizo reaccionar a él, a cada beso; recordó cómo había marcado con sus labios su blanca piel y cómo había seguido penetrándola tan fuerte, arrancándole gemidos y volviéndose a extasiar, le resultaba tan sensual la forma como ella gemía, la forma como su interior lo recibía, abriéndose por y para él, apretándolo.
Se acomodó en el sofá, así, con una pierna pendiendo de él y siguió frotando la longitud de su m*****o, sus ojos cerrados dejaron vivir la visión de Aura montándolo; ahí, sobre él, con sus senos redondos moviéndose en los casi salvajes movimientos como su mano indicaba, la vio desnuda y sudada sobre él, con su cabello revuelto bañándole los senos, con sus labios entreabiertos y jadeantes, y su puño se cerró más sobre su caliente m*****o, brindándose más placer, casi pudo escucharla gemir y bajar a seguir gimiendo en su oído, aplastando sus senos sobre su pecho y seguirse moviéndolo.
Su m*****o palpitó y todo su cuerpo se calentó sobremanera.
—Agh— gruñó sin poder controlarlo.
Los ojos de Aura se abrieron grandemente al estar paralizada en la pared cercana a la sala, minutos antes había bajado y lo escuchó nombrarla, se había quedado quieta pensando que había sido descubierta, pero Cedrick no apareció, había mordido sus labios silenciando cualquier sonido que delatara su presencia y su sangre se heló al verlo, la suave luz del exterior iluminaba parcialmente el lugar y ella lo vio recostado sobre el sofá y… y masturbándose con su nombre entre los labios.
Escucharlo una vez más la hizo jadear y recargarse en la pared, una sensación electrizante se apoderó de su pecho y no se marchó, estaba con una mezcla extraña de excitante temor, aquello era un acto tan privado y aun así no dejó de escucharlo y un par de veces incluso se atrevió a asomarse y verlo.
Un gruñido tan ronco y profundo le erizó la piel y casi pudo imaginarse estando ella bajo él, disfrutando de su fuerza.
«Ay, no… Greta realmente me está pervirtiendo» pensó preocupada pues se suponía que ellos estaban molestos todavía; y es que, aun cerrando sus ojos podía ver ese perfecto rostro masculino contrayéndose al estar casi gruñendo de placer, mientras se tocaba.
Lo escuchó respirar agitado, casi jadeante y supo que debía huir de ahí… ni siquiera sabía si sería capaz de verlo mañana por la mañana a la cara luego de haberlo visto en ese acto tan bochornoso.
¿Por qué todo tenía que ser así de difícil con Cedrick?
Subió las escaleras con sumo cuidado y aun sintiendo su rostro ardiendo y su corazón muy acelerado, se permitió cerrar los ojos al llegar arriba. Era tan tonta, Cedrick podía tener mil defectos, pero ella siempre estuvo dispuesta a quedarse con él, porque así era… así lo amó; así, entre momentos bochornosos y fuertes discusiones, ella parecía siempre rendirse a él, se preguntaba si algún día eso cambiaría… ojalá que no.