Por la mañana siguiente un maullido de Oreo y el mismo frotándose contra su mano que colgaba del sofá, habían logrado despertarlo.
—Joder— soltó con voz ronca y todavía con sueño.
Escuchar el sonido ligero de agua corriendo lo hizo desperezarse y sentarse. Vio a Aura pasearse por la cocina cuidando de no hacer mucho ruido y se extrañó de verla, ¿qué hora era? Bajó su mirada al reloj en su muñeca y se dio cuenta que ya pasaban de las ocho y media «maldición» pensó fastidiado al darse cuenta que ya estaba tarde para presentarse en la oficina.
Avanzó un par de pasos hasta detenerse detrás de la barra y observar a Aura cocinando del otro lado — ¿Tienes clase? — preguntó saltándose el saludo que generalmente ella no le respondía.
Ella giró su rostro y lo vio con el cabello revuelto y apoyando una de sus manos en el marco de la barra, su ropa estaba arrugada y cuando regresó sus ojos a aquellos pozos azules, tragó ligeramente y tuvo que regresar su atención al sartén de comida en sus manos.
—Sí, comienzan después de las diez— informó al tiempo de dejar de servir la comida y girarse con el sartén hasta dejarlo en el lavaplatos.
Cedrick la vio ya bañada y lista para ir a la universidad y no dejó de extrañarle su presencia ahí, generalmente Aura solía comer algo ligero y marcharse, casi siempre mientras él se duchaba.
—Ah, me daré un baño— anunció sin lograr deshacerse de lo ronca de su voz, Oreo caminó por sus pies y él tuvo que esquivarlo para comenzar a caminar.
—No… ¿no quieres desayunar? — se apresuró ella a preguntar.
Él frunció el ceño y volteó a verla, Aura se veía incómoda e incluso el ambiente seguía sintiéndose tenso entre ambos.
Cedrick no tenía hambre y sabía que se le hacía tarde pero definitivamente que Aura buscara un momento para compartir con él, era algo que no había visto en el último mes, de hecho, ellos dos no compartían alimentos desde que habían vuelto de su viaje a principios de año.
Entonces asintió despacio y ella le sonrió.
—¿Qué preparaste? — le preguntó al ingresar a la cocina y desapareciendo un poco la sonrisa de la cobriza.
—Ah… pues, pues sólo pan tostado, huevos revueltos y tocino con un jugo de naranja— dijo y vio los platos servidos en la mesa «demonios» se lamentó, no era un desayuno tan bueno si lo veía bien «¿en qué estaba pensando?»
—Se ve bien— el rubio cortó sus pensamientos y se sentó a la pequeña mesa en esa cocina, sin molestarse a ir al comedor principal, se sirvió un vaso de jugo y lo bebió.
Ella lo imitó con media sonrisa, seguía sintiéndose extraña pues llevaban casi un mes sin convivir de ese modo, luego de esas peleas que ambos habían mantenido.
—Y, ¿hoy no trabajas? — preguntó ella luego de un par de minutos en silencio.
Cedrick asintió —Me quedé dormido, estaba muy cansado y…
—Entiendo— interrumpió ella y bebió de su jugo al mismo tiempo que le evadía la mirada.
Él volvió a extrañarse y Aura pretendió concentrarse en sólo comer y no atragantarse por sentir algo tan contradictorio por haberlo visto haciendo esas cosas la noche anterior.
—Aura…— él la nombró sin darle importancia a la sensación extraña que se sentía entre ambos,
—¿Si? — preguntó ella ante la seriedad de su voz, alzó sus ojos a él y él ya la miraba.
—Hace días te dije que había cosas que no sabías y que…
—¿Eh?— el sonido del móvil del rubio llegó hasta ellos y Oreo se acercó al aparato que estaba colocado sobre la mesa ratona en el centro de la sala.
«Con un demonio» pensó el ojiazul al levantarse.
—Cedrick, ¿qué me querías decir? — ella también se puso de pie, pero no salió de la cocina.
El rubio observó el nombre de Stefano en el aparato y cortó la llamada, necesitaba más que unos malditos minutos para tocar ese tema con ella.
—El fin de semana habrá una recepción en la que seremos los anfitriones— dijo recuperando la frialdad de su tono al guardar su móvil en el bolsillo de su pantalón.
—¿Cómo? – le cuestiono.
Él suspiró desganado —Lo que oíste, el sábado por la noche habrá un evento de gala en el que nos luciremos por primera vez como el matrimonio que somos, es uno de los acuerdos a los que llegué con tu padre – dijo cansadamente y sabiendo que su joven esposa se enfadaría.
Aura sonrió con ironía —Supongo que estás bromeando— le dijo viéndolo a los ojos y con voz suave.
Él negó.
—Sé que es incómodo por la situación por la que sigues pasando — dijo recordando el luto que todavía envestía a su familia — y que también te prometí que nuestro matrimonio sería algo sólo nuestro, lo más privado que se pudiese, pero…
—Pero otra vez estás rompiendo tus promesas— interrumpió ella.
—No es así, las cosas no salieron como las planeamos — explicó secamente, él no olvidaba que, aunque Aura era su esposa, ella tenía dieciocho años y que recién comenzaba la universidad como para verse en ese tipo de compromisos — y esto de verdad no está en mis manos evitarlo –
Ella negó sin poder creer que luego de lo que ambos estaban pasando, ambos tuvieran que preocuparse de asuntos netamente sociales.
—Maldición— mencionó frustrada al entender que todo eso sólo podía provenir de órdenes de su padre.
—Aura— Cedrick la vio pasar a su lado directo a la habitación.
—Se me hace tarde— dijo ella para dirigirse por su mochila y una chaqueta.
El rubio cerró los ojos y resopló cansadamente al verla alejarse.
—Joder— soltó frustrado y la siguió al piso de arriba dispuesto a darse una ducha —. Necesitamos hablarlo— le dijo al detenerse a la mitad de las escaleras y verla bajar ya con su mochila al hombro.
—Seguro— mencionó ella al ni siquiera detenerse.
El rubio negó despacio y siguió también su camino «Bien, Aura, por lo que veo así seguirán las cosas» pensó fastidiado un momento antes de encerrarse en el baño.
Y es que así debía ser, ella apenas parecía bajar la guardia cuando él le informó del estúpido compromiso, uno que, para colmo de males, sería dentro de tres días.
—Debiste decirle antes, imbécil— se regañó al comenzar a despojarse de su ropa — Aunque tampoco es como si hubiese sido diferente— se justificó al dejar correr el agua tibia para luego deshacer su larga rubio –
«Joder» maldijo en su mente al darse cuenta que desde que Aura había aparecido en su vida, se había vuelto su constante dolor de cabeza.
—Estúpida niña— soltó con media sonrisa.
Era todo un caso, los orgasmos que le daba eran casi tan grandes como las molestias que le provocaba; negó en silencio al meterse a la ducha y dejar el agua rodar por su cuerpo, lo que más lo fastidiaba, era que extrañaba más a Aura en esos momentos tontos como compartir un desayuno no tan delicioso cocinado por ella, las charlas que comenzaban como algo serio y terminaban vagando sin sentido minutos después.
¿Cuándo se había convertido en su imbécil?
—Iré por café, ¿quieren? — preguntó Sasha una vez que entraron a la cafetería de la universidad.
—Yo sí –
—Yo también— respondieron las dos cobrizas —. Oye y, ¿entonces? ¿Qué hiciste?— preguntó Greta al tomar dirección a una mesa vacía, siendo seguida por Aura.
—Nada, bueno…
—¿Qué? –
—Anoche llegó tarde e intenté buscar un momento para hablar al bajar, fingiría tomar agua y…
—¿Qué? — presionó la pelicorta al notarle duda en su voz.
Aura se mordió un labio mientras se sentaban y colocaba su mochila en un espacio vacío.
—Nada está saliendo bien— terminó por decir al no atreverse a contarle lo que vio que Cedrick hacía, seguro Greta saltaría con alguna pregunta bochornosa como por qué no se le había unido, y la verdad ella todavía se preguntaba por qué no se había movido; si tanto hubiese sido su pudor, pudo salir huyendo, pero no lo hizo.
—¿Siguen molestos? — preguntó la otra con un poco de decepción.
—No tanto así – aseguro.
—¿Entonces? – cuestionaron ambas chicas al unisonó.
—En la mañana desayunamos juntos –
—Bien, eso es ganancia – suspiro Greta.
—Pero no fue espontáneo, yo se lo tuve que pedir— explicó Aura con cierta desilusión.
La pelicorta rodó los ojos —Joder, Aura, ¿y qué esperabas? Se la han pasado peleando y prácticamente lo botaste de su propia habitación, creo que hemos hablado ya mucho de ello –
—Eso lo sé – admitió la cobriza.
—¿Pero? –
—Pero siguen surgiendo detalles –
—¿Detalles? — preguntó ahora Sasha que recién llegaba con una pequeña charola y los tres humeantes vasos en ella —¿qué clase de detalles? — preguntó segura de lo que hablaban.
Greta devolvió su atención a Aura y ésta suspiró. El murmullo de las voces de sus compañeros llenaba el lugar, una lluvia muy ligera se dejaba caer en el exterior y era visible tras los grandes ventanales de esa cafetería.
—Al parecer habrá un evento el fin de semana, y según entendí, nos pasearemos por ahí como el matrimonio feliz… así, como si no estuviésemos en medio de una crisis por todo lo ocurrido –
—¿Y qué tiene de malo? — preguntó Greta extrañada sin saber si estaba entendiendo bien, porque para ella no representaba mayor problema.
Sasha observó de reojo a Aura beber un sorbo de su café.
—Mi familia, ambas— comenzó la cobriza y especificó — pasan casi por el ojo del huracán, yo misma he visto cómo me miran, incluso chicas de aquí; hay muchos rumores que seguro son lo que mi padre pretende desaparecer con todo ese circo, estaremos bajo muchas miradas y si tan sólo viviésemos una situación medianamente sana, no importaría mucho – admitió con dolor.
—Aura…
—No hemos podido arreglar nuestros problemas en este tiempo como para estar bajo la mirada, de fácilmente, medio millar de personas analizándonos y juzgándonos tras sonrisas complacientes, atentas a cualquier tropiezo en nuestras actitudes – realmente aquello la molestaba.
—Joooder— alargó Greta al medianamente entender —¿Y no se pueden saltar ese compromiso? –
Aura negó al fijar su mirada en su café y Sasha vio con reproche a la pelicorta.
—¿Qué? –
—¿Crees que si se lo pudiera ‘saltar’ estaría así de incómoda? — preguntó con un tinte de ironía y haciendo comillas con sus dedos.
Greta rodó los ojos y luego devolvió su atención a Aura —¿Entonces dices que algo de esto es por tu padre? –
—Casi todo, estoy segura— respondió con poco ánimo mientras volteaba a la puerta que en ese momento se abría.
Su mirada, que buscaba distraerla, se encontró con una mirada seria y ambarina.
—Entonces no te queda de otra— dijo Greta y después torció los labios pensativa, Aura seguía pendiente a Stephen que por unos segundos se mantuvo ahí de pie, impidiéndole la entrada a quienes lo seguían, lo ultimo que deseaba, era tener que verlo — ¿Has pensado cómo actuarás? –
—…
—¿Aura? — volvió a hablar la pelicorta y ante el mutismo de la chica, Sasha volteó a ver lo que veía — No es tiempo de distraerse con tonterías— agregó Greta que también se percató de la presencia del ambarino.
Aura suspiró cuando dejó de verlo y posteriormente el pelinegro desvió su mirada para dirigirse a comprar algo de comer.
La cobriza tragó discretamente, hacía mucho que no veía a Stephen y no sabía que volver a verlo la iba a regresar al inicio de todo, ¿quién iba a decir que el “amor” que le tuvo a ese chico la tendría amando y sufriendo por otro?, era hilarante.
—Aura— la voz seria de Sasha la sacó de sus pensamientos.
—¿Eh? –
La castaña suspiró y cerró los ojos — Bien, esta vez debo al menos reconocer que Greta tiene razón— dijo para beneplácito de la pelicorta —¿Has pensado cómo actuarás? ¿Fingirás delante de toda esa gente? – cuestiono.
Aura negó despacio —¿Tengo otra opción? –
—Vaya…no lo creo – dijo Greta con pesar.
—Pues sólo te queda intentar mirarlo por el lado amable, ¿no? ¿No crees que después de esa noche todo se arregle? Ya habías puesto un poco de tu parte para regresar a la normalidad su relación, ve esto como el último deber, quiero suponer que luego de superarlo ya todo debería de mejorar— dijo Greta que al menos se alegraba de ver un vestigio de luz en la actitud no tan cerrada de su amiga — Insisto, si quieres que las cosas se solucionen, ambos deben poner de su parte – aseguro.
Los ojos inseguros de Aura dejaron a Greta para fijarse en Sasha.
—¿Qué quieres que te diga? A mí sigue sin caerme bien, pero al idiota ese pareces necesitarlo— dijo desanimada, aunque le molestó reconocerlo —… y él también a ti— soltó para finalizar y apoyar sus codos en la mesa, al estar más que segura que esos dos eran tan opuestos, pero habían alcanzado el punto exacto donde se volvieron uno solo. Aura lejos de él no era feliz y eso era lo que le preocupaba, ella, aunque no lo aceptara, estaba buscando alguna palabra que la animara a dejar su maltratado orgullo de lado para perdonarse y perdonarlo, porque lo amaba.
—Mmm— Greta frunció los labios pensando en algo que decirle y Aura resopló desanimada.
—¿Y has pensado qué lucirás? — entonces Sasha soltó la pregunta que animaría a la pelicorta y preocuparía a la otra cobriza.
—¡Joder, ¿cómo lo pasé por alto?!— Greta casi se puso de pie.
Aura cerró los ojos por la efusividad mostrada por la más atrevida de sus amigas.
—¿Lo has pensado? –
—¿No, verdad? –
Entonces ella negó en despacio.
—¿Y tienes dinero?, porque si no yo podría…
—No, sí tengo dinero— interrumpió a Greta que seguro lo que buscaba era irse con ella de compras — tengo algo mío y además Cedrick desde hace tiempo me dio una tarjeta –
—Entonces, molestémoslo— sugirió Greta con una enorme sonrisa malvada, ganándose la atención de sus dos amigas.
—No voy a gastar dinero de forma innecesaria — aclaró de inmediato Aura.
—¿Y quién habló de molestarlo de esa manera? –
—Ay, no— se lamentó Sasha al reconocer la picardía en el tono de la pelicorta.
—… ¿Qué? — Aura pretendió no entender a lo que se refería.
—Puedo saltarme las clases de la tarde, ¿qué dicen, vamos hoy mismo? — preguntó y les guiñó un ojo.
Sasha sonrió y tras encogerse de hombros, asintió.
Y entonces Aura supo que estaba en otro problema.