5. ¡SOY EDÉN, TU HIJA!

1976 Words
Oskar Aun cuando el padre Enrique se había podido adaptar a la ciudad, me encontraba bastante inquieto por mi viaje ya que sus terrores nocturnos continuaban y pronto los niños de la primera comunión debían comenzar sus cátedras, lo que lo tenía bastante desanimado y estresado, fingía estar bien, pero yo sabía que vivía un calvario por dentro. Aun así, intenté animarlo en aras de que no perdiese la fe, le decía que esta era su prueba final y debía confiar en sí mismo, pero no parecía ser suficiente, también insistí al padre Claude que me permitiese hacer el curso evitándole ese calvario al padre Enrique, pero lo único que conseguí fue un regaño que casi me deja sordo. —Debo hacer algo como sea… —murmuré consternado, pero me detuve en seco al ver a una niña afuera del gimnasio. Ella ingresó con una bolsa en la mano acompañada de Andrei, lo que me inquietó ya que no debería haber niños, quizás sea un familiar y por eso suele venir en ocasiones. Continué mi camino ingresando al lugar, la pequeña parecía tímida porque ellos le insistían en hablar, pero al parecer no salía una palabra de su boca, a pesar de eso, es bastante hermosa. —¿Qué pasa aquí? ¿Abrieron una sección para niños? —bromeé ganándome la atención de todos, en especial la de ella. —Sabes que no, es solo que está buscando a alguien, pero no quiere decirnos quién —comentó Dacia con su habitual coqueteo. —Padre, quizás usted pueda ayudarnos, ¿no ha escuchado de alguien que pueda conocerla? —la pequeñita se me acercó detallándome de pies a cabeza y sacó una cámara tomándome una fotografía que pareció alegrarla. —¿A quién buscas? —pregunté hincándome frente a ella, pero no hubo respuesta—. ¿Buscas a tu hermano? —negó con una sonrisa tímida, a lo que copié el gesto alegrándola más— ¿Buscas a tu padre? —asintió más feliz—. ¿Podrías decirme su nombre? —Ni lo intentes, ya probamos de todo y no ha soltado una palabra —insistió Dacia. —Es probable que lo conozcas, si ella viene en este horario es porque su padre también lo hace —informó Andrei. —Pequeña, ¿quieres que te ayude a buscarlo? Quizás sea amigo de tu padre y podría decirle que venga —negó silenciosa. —Quiero entrar —murmuró sonrojándose un poco. —Por fin escuchamos tu voz, es muy bonita como tú —sus mejillas se colorearon más, aunque ya me preocupaba el ingreso de tantas personas—. Mi nombre es Oskar Lemaire, si quieres puedo llevarte adentro para que busques a tu papá, no es bueno que ingreses sola. —¡¿De verdad me ayudarías?! —exclamó entusiasmada. Creo que ya sé cómo sacarle las palabras. —Sí, Andrei nos dará permiso y yo te acompañaré, pero primero necesito saber tu nombre. —Soy Edén y esto es para ti —me extendió su bolsa y enseguida la apartó—, pero solo te lo daré si me llevas con mi papá, es un obsequio de una amiga para ti. —¿Qué amiga? —Llévame con él y te diré quién es, yo sé que eres amigo de mi papá, pero no sabía que también eras padre, ¿eso te haría mi padre también o mi tío? —imposible no reír por su inocencia. —Soy padre porque soy sacerdote, pero estaría encantado ser tío de una niña tan hermosa como tú, ¿puedo cargarte? Así evitaré que otros te lastimen cuando entremos —asintió con una enorme sonrisa estirando sus bracitos y la alcé encantado recibiendo un fuerte abrazo de su parte. Sin duda sería un tío afortunado. Con el permiso de Andrei, ingresamos al gimnasio buscando en cada uno de los tres pisos del gimnasio, la llevaba por cada sector insistiéndole en que me dijese el nombre de su padre y más si se supone que era amigo suyo, pero ella estaba reacia a decir cualquier cosa más, entonces llegamos al último piso que estaba atiborrado de gente al haber una clase especial hoy. —Edén, este es el último piso, si no está aquí es probable que tu papá se haya ido. —No, él está aquí, lo sé. Por mucho que buscamos fue imposible encontrar al hombre y ella parecía triste por el hecho, lo que me era extraño porque no concebía que un padre dejase a su hija sola en este lugar. Si bien Oradea es una ciudad muy segura y los niños pueden transitar solos sin problema, la vida me ha enseñado que tampoco debemos confiarnos del todo y menos si se trata de infantes. —¿Sabes en dónde más podemos buscarlo? No es bueno que te quedes sola —quedó pensativa sin saber la respuesta, pero entonces pareció dar con una idea. —Catedral St. Nicholas, él va allá después del gimnasio. —¡Excelente! Yo también voy allá, déjame ir por mi morral y partimos, ¿quieres? —asintió esperanzada y nos devolvimos al primer piso con ella abrazándome del cuello. Sé que nunca podré comprender la agonía del padre Enrique, pero tampoco sé por qué se deja ganar de sus miedos si un niño es lo más puro y maravilloso que hay y sé que él no quiere lastimarlos, así como también sé que el tratamiento que tuvo con el padre Claude lo ayudó demasiado. (…) Edén Jamás creí que estar en los brazos de mi tío Oskar se sentiría increíble, ahora sé por qué a Mina le gusta tanto los hombres musculosos, seguro a ella también le gusta que la carguen como a mí, pero esta vez le gané porque él me cargó primero. —Tío Oskar, ¿me llevas cargada todo el camino? —¿Tío Oskar? ¿Tan rápido soy tu tío? —Sí, dijiste que también eras mi padre, pero no puedo tener dos papás porque ya tengo uno y a él no lo cambiaré, pero puedes ser mi tío —él tenía una sonrisa bonita y era mucho muy lindo conmigo. —Por mí encantado de ser tu tío, pero ahora enfoquémonos en buscarlo para saber por qué tanto misterio contigo. —¿Eso o quieres el postre de Mina? —¿Quién es Mina? —tapé mi boca olvidando que no debía decírselo—. ¿Te refieres a tu amiga? —asentí—. No la conozco, pero imagino que hará postres ricos. —Son los mejores, sé que te gustarán más que los postre de Dacia. —¿Los postres de Dacia? —Sí, creo que por eso no sales con ella, porque sus postres son feos, pero los de Mina son deliciosos y ella los hace con mucho amor, y también alegran mucho a los clientes. Creo que al tío Oskar sí le gusta Mina porque se puso rojito igual que ella cuando le mostré una foto de mi tío la primera vez. —Ahora me dieron más ganas de probar ese postre —él besó mi frente y señaló una iglesia muy grande—. Esa es la catedral, quieres entrar caminando o quieres que te lleve cargada. —Caminaré. Él me bajó sin soltar mi mano e ingresamos a la catedral donde había poquitas personas, pero no veía a mi papá por ningún lado, le entregué la bolsa y corrí por todo el lugar buscándolo, mi tío decía que no lo hiciera, pero necesitaba encontrarlo. —Edén, creo que tu papá no está aquí, ¿segura no trabaja en los edificios aledaños? —No, él está… —mis ojos se abrieron mucho cuando vi la enorme figura de mi papá en la entrada de la iglesia, pero vestía diferente, tenía un vestido oscuro muy largo y brillaba mucho por el sol—. Papá… —¿En dónde está? —¡Papá! —corrí con todas mis fuerzas dejando atrás al tío Oskar porque papá salía rápido del lugar, pero mis piernas son corticas, no como las suyas que son muy largas y grandes—. ¡Papá! ¡Papá! —él se detuvo en las escaleras y mi tío quedó a mi lado, mi corazón latía mucho muy rápido al tener a mi papá tan cerca. —¿Él es tu padre? —preguntó mi tío y asentí sin dejar de ver a mi papá. —¿Qué significa esto? ¿Quién es esta niña, Oskar? —preguntó papá un poco asustado. —¿No me recuerdas? Me saludaste en la mañana, no pudiste olvidarme. —No sé quién eres, no te conozco —no puede ser… ¿Por qué? Se supone que es mi papá, tiene que saber quién soy, ¿o será que Dios le borró sus recuerdos cuando lo envió? ¿Por qué lo hizo? —. No sé qué clase de broma es esta, Oskar, pero es de pésimo gusto, así que lleva a esta niña con su madre y luego tú y yo hablaremos. ¿Por qué se enojaba? ¿Por qué no me recordaba? No lo entiendo, se supone que él y Dios me cuidaban en el viento, no pudo olvidarme tan rápido, ¿o sí? —Disculpe, padre, pero no sé qué decirle, es solo que ella… bueno… —¡Recuérdame! —grité y ellos se callaron— Te esperé toda mi vida, quise verte muchas veces y le pedí a Dios que me dejara conocerte, quería estar contigo, pero no un día, sino todos los días y aquí estás. —P-Pequeña, no sé quién eres, quizás sea parecido a tu padre, no lo sé, pero no soy él, eso te lo aseguro. —¡Sí lo eres!… S-Sí lo eres… —tenía muchas ganas de llorar, pero no me rendiré, lo esperé mucho, lo busqué mucho y no podía dejarlo ir— Si quieres te ayudaré a recordar quién soy, pero no te vayas, te perdono por olvidarme, pero no te vayas. —Pequeña, entiende, jamás te he visto en mi vida, pero sé que tu mamá debe estar preocupada, así que mejor ve con Oskar, él te llevará con ella. —No quiero. —Muñequita, creo que sí te confundiste, él es padre, pero igual que yo, no tu papá sino un sacerdote —dijo mi tío limpiando mi cara porque me dolía que mi papá no me recordara y por eso lloraba. —No me confundí, él es mi papá. —Oskar, llévatela de inmediato, sabes que no puedo lidiar con esto ahora. —Por favor, no te vayas. —Lo siento, pequeña, vuelve a casa con tu madre y espero que encuentres a tu padre —él se alejó de nosotros mientras el tío Oskar me abrazaba al llorar más. No, esto no puede ser, ¿por qué Dios es malo conmigo? ¿Por qué hizo que mi papá me olvidara? —Tranquila, te llevaré con tu mamá, solo dime dónde está. —¡No! —me solté de su abrazo limpiando mi cara y corrí rápido intentando alcanzar a mi papá—. ¡Mírame, papá! —él se detuvo y me miró asustado— ¡Soy Edén, tu hija, y no dejaré que te vayas otra vez! —¡Oskar, llévatela de inmediato! Papá cruzó muy rápido la calle, mi tío Oskar intentó detenerme, pero me moví mucho como me enseñó mamá soltándome de su agarre y corrí cruzando la calle como papá, pero un carro hizo mucho ruido asustándome, me quedé quieta y vi unos ojos color sol adentro, pero no podía moverme al ver el carro tan cerca y cerré asustada los ojos esperando que mi papá viniera, pero no lo hizo, entonces un horrible chirrido de las llantas me asustó mucho más. Sálvame, papá…
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