34. HIJA NO QUERIDA

1868 Words
Faltando solo semanas para el nacimiento, Ivana volvió a caer en las drogas, el alcohol e incluso supe que se prostituía a mis espaldas, por desgracia el cuidarla a tiempo completo hizo que yo perdiera mi trabajo y nuestro sustento, y para colmo de males, un día cuando volví de comprar unos víveres, vi a un hombre correr despavorido de nuestra casa. Yo corrí encontrando mucha sangre en el suelo y a ella arrastrándose dolorida, había entrado en parto y quizás el sexo la lastimó, por lo que no perdí tiempo y la llevé lo más rápido posible al hospital donde tuvo un parto doloroso, pero yo no solté su mano un instante ni dejaba de alentarla a pujar, entonces ese hermoso llanto resonó sacándonos una angustiosa sonrisa, la enfermera me entregó a la bebé y yo a su vez la dejé sobre el pecho de Ivana. —Es hermosa. —Es perfecta —dijo ella acariciando la manito de su hija, pero una profunda tristeza la invadió al instante. —¿Qué pasa? —No puedo hacerlo… no puedo… —Claro que puedes, yo estoy contigo y seguiré contigo… En eso sonaron las alarmas, los médicos comenzaron a correr por todas partes, una enfermera se llevó a la bebé e Ivana palidecía en la camilla. No sabía qué le pasaba, tampoco entendía lo que ellos decían, solo escuchaba que mencionaban mucho una hemorragia, pero no pude prestar atención pues ella se aferró desesperada de mi mano. —Júrame que la cuidarás, no permitas que conozca este mundo tan horrible al que la arrastré. —No digas eso, cometiste un error, pero esta vez lo haremos bien y ves que aquí sigo contigo, con ustedes. —Júramelo, Olya, júrame que cuidarás de mi hija y no importa lo que pase, no le hables de mí, no hay nada bueno que puedas decirle y no quiero que tenga la peor imagen. —No digas tonterías, tú cuidarás a tu hija y… —¡J-Júramelo! —el dolor en su súplica me hizo dudar, pero no podía abandonarla. —Te lo juro. Ivana estaba segura de que moriría y por un instante yo también lo creí cuando se desmayó, a mí me obligaron a salir de inmediato dejándome con la horrible sensación de vacío al apartarme de su lado, pero pronto la enfermera fue por mí a la sala de espera para llevarme de nuevo con la bebé. En cuanto la tuve en mis brazos, pude detallar mejor que era tan hermosa como su madre, no sacó nada de Muses y es algo que agradecí por primera vez a Dios, así como también agradecí que le permitiese a Ivana salvarse en esa ocasión, pero cuando fuimos a visitarla, ella me pidió que me llevara a la bebé a casa, no quería que estuviera en un hospital tan horrible e igual le dieron salida a la niña a los dos días. La primera noche que pasé con ella a solas, supe que si no hay dinero, nadie se fija en ti, nadie está dispuesto a ayudarte y algo me decía que Ivana no la pasaba bien en ese el hospital, menos porque estaba sola, por eso volví a los días (después de haber limpiado la casa y comprado unas cosas para las tres), quería darle una sorpresa a Ivana enseñándole un bonito gorro que encontré para la niña, así podríamos bordearlo con el nombre que ella le diera. Por desgracia su situación se complicó, vi a los médicos correr hacia el cubículo donde estaba ella, hablaban de nuevo de una hemorragia, después un paro y en lo que yo me había pegado a una pared viendo la vida de Ivana desvanecerse a la distancia, también pude sentir una fuerte mirada sobre mí desde otro punto. Al buscar la fuente, encontré a una mujer que era parecida a ella, pero no tenía que preguntar para saber que se trataba de su hermana. No sé cómo dio con nosotras, tampoco sé qué había hablado con Ivana, pero en cuanto la enfermera que se le acercó y me señaló, supe que las cosas se complicarían, más, porque ella se acercó hecha una furia gritándome que yo había llevado a su hermana a esto y por mi culpa había muerto, pero yo no lograba asimilar nada, entonces vi de nuevo la camilla donde reposaba el cuerpo inerte de Ivana mientras los médicos se alejaban sin más. En ese momento me quise morir, anhelé correr a cualquier esquina para ahogarme entre el alcohol y las drogas, no quería escuchar los gritos de Sonja acusándome de matar a su hermana, aunque pronto esas ideas se disiparon cuando escuché la palabra “bebé” a lo lejos. —¿Qué…? —¡Te dije que me des a mi sobrina! —gritó Sonja colérica— ¡No tienes derecho a tenerla y mi hermana me pidió cuidarla antes de morir! —ella intentó tomar a la bebé, pero yo me aferré a esa vida y el juramento que le hice a Ivana. —¡No! —¡Dámela! ¡No dejaré que esté con una drogadicta como tú! —¡NO! No sé de dónde saqué la fuerza o por qué lo hice, pero aparté tanto como pude a Sonja mientras resguardaba a la bebé en mi pecho y corrí con todas mis fuerzas de vuelta a casa, pero no para quedarme, sino para empacar lo que pude y huir cuanto antes de la ciudad. Estuve casi dos semanas viajando sin rumbo fijo gastando el poco dinero que tenía mientras me ahogaba en llanto al haber perdido a Ivana y para colmo, cargar con una bebé que no era mía. Agotada, decidí quedarme en un motel, esa noche la bebé lloraba demasiado y yo estaba desesperada, ya no sabía qué más hacer y estaba atormentada entre los recuerdos, las palabras de mis padres, las de Sonja, la muerte de mi única amiga y una bebé que me odiaba. Estaba tan cansada de todo, que salí presa del pánico de la habitación dejándola sola, no sabía a dónde ir, pero la respuesta la encontré cuando vi a un sujeto vendiendo droga y no dudé en comprar algunas papeletas de lo que tuviese, entonces volví a la habitación pensando solo en el viaje que tendría al inyectarme. Es curioso cómo ocurren las cosas, pero el silencio que había cuando llegué a la puerta me hizo sentir extraña, siendo ahí cuando recordé a la bebé e ingresé rápidamente descubriendo que, de alguna forma, la almohada le había caído encima callando su llanto. En ese instante arrojé la droga y la jeringa y corrí queriendo salvarla, pero ella no respiraba, yo no sabía qué hacer, no podía llevarla a un hospital y lo único que hice fue caer de rodillas sin dejar de abrazarla mientras le suplicaba a Dios que la salvara, yo haría lo que sea con tal de mantenerla viva sin importar cuánto tuviese que sufrir, pero quería que me la devolviera. Siempre renegué de Dios por las enseñanzas de mis padres, pero fue esa noche que en verdad creí en él con todo mi corazón al sentir unas manitas tocándome mientras su boca buscaba mi pecho, entonces bajé la mirada y sentí la conexión más hermosa del mundo a través de esos ojitos rasgados, sonreí como nunca lo hice en mi vida, vi la esperanza en ella, la oportunidad de una nueva vida y supe cómo la llamaría. —Edén, desde hoy serás mi bello Edén, mi hija, mi vida entera y juro que me aseguraré de hacerte feliz y que no te falte nada, mi bebé. Me encantaría decir que a partir de ese momento todo mejoró para nosotras, pero no fue así… No era fácil tener un trabajo con una bebé en brazos, nadie quería contratarme y resultaba difícil superar cada día mientras escuchaba esa voz en mi cabeza que me incitaba a drogarme, por desgracia llegué a un punto de desesperación en que debí recurrir a la prostitución, me vendía por cualquier billete que me dieran con tal de obtener algo para las cosas de mi hija. Fueron meses tan denigrantes en la calle, que ella resultaba ser el único faro que seguía encendido para mí, sus risas, sus aplausos, cada gesto, el calor que transmitía ese pequeño ser me ayudaba a soportarlo todo. Sin embargo, Sonja, no sé cómo, volvió a encontrarnos cuando daba un paseo con mi hija, de nuevo todo fueron gritos con ella, amenazas y lo que más me sorprendió era que ella sabía lo que hacía para subsistir, a lo que, irremediablemente según ella, estaba segura de que también me perdía en el alcohol y las drogas. La verdad, no hubo un día que no pensara en hacerlo, pero mi hija era el mejor motivo para negarme, para soportar, para luchar por una mejor vida con ella y por eso conseguí huir tantas veces de los constantes acosos de Sonja hasta que por fin, dos años después, pude viajar a Albania y registrar a mi hija cuando hice mi cambio de identidad, renunciando a ser Olya Melnichenko para ser Carmen Ruso, pues quería que Edén tuviese un pedacito de Ivana, aunque no podía poner el apellido original o Sonja nos encontraría más fácil… y esto funcionó por un tiempo… Cada año trajo sus obstáculos, cada año pensaba en renunciar a Edén y ella siempre hacía algo para alentarme a seguir juntas, cada año Sonja lograba dar con nosotras obligándome a cambiar de estrategia en cada mudanza, pero cada año desde que Ivana murió y aun cuando perdí la fe en la religión, creía en Dios gracias a Edén, porque mientras ella tuviera una sonrisa en su rostro, yo sabía que él seguía dándome el milagro de seguir con mi hija para verla crecer y darle la felicidad que una vez Ivana y yo quisimos darle. Ha sido casi imposible cargar con una cruz tan grande en la vida al ser perseguida por la muerte de Ivana, el que quieran arrebatarme a mi hija y ahora que aparezca un sacerdote a ocupar el imaginario puesto de un padre en la vida de Edén, es algo que todavía me resulta complejo de asimilar, pero que Sonja nos encontrara tan rápido en Rumanía, solo quiere decir que tiene un mejor método o contacto para dar con nosotras… (…) Oradea, Rumanía – Actualidad —Eres increíble, Carmen, me hiciste un adicto a ti. Las palabras de Duca me eran tan lejanas gracias al alcohol bebido, así como los recuerdos se desvanecían de mi mente con la droga que hemos consumido a lo largo de la noche mientras lo dejaba hacer lo que quisiera conmigo, aunque al menos le agradezco que no me maltratara. —Otra vez… hazme tuya otra vez para no pensar en nada… —supliqué con una lágrima recorriendo mi mejilla mientras me ponía en cuatro. —Será un placer… En lo que sentía su ser ingresando de nuevo en mi cuerpo, mis ojos posaron su atención en rayo de sol que ingresaba por la ventana iluminando un espejo y con ello me perdí del mundo como hace tantos años no lo hacía.
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