—No tengo nada de qué hablar contigo, Sonja, así que déjame en paz. ¡¿Hasta cuándo me seguirás atormentando por la muerte de Ivana?!
—Ella y mi sobrina son el único motivo para estar detrás de ti después de tantos años y no dejaré que me sigas alejando de lo único que me queda de mi hermana.
—¡Ella es MI hija, he hecho todo por ella y no dejaré que me la arrebates, le juré a Ivana que la cuidaría y eso seguiré haciendo!
Corrí desesperada de vuelta al local, por suerte encontré a Duca en la entrada principal y le supliqué que me esperara en lo que le pedía a mi jefe el dinero del turno, dándole como excusa mi ausencia unos días por una emergencia con mi hija, después me fui en el auto de Duca en cuanto Sonja logró verme.
—¿Qué te pasó?
—Por favor, sácame de aquí cuanto antes y no dejes que nadie nos siga, te lo suplico, Duca.
—Pero, Carmen, explícame para poder ayudarte.
Me odio por pensarlo y me odiaré más por lo que haré, pero ver a Sonja hacía todo más difícil en mi vida, en especial ahora que Claude revivió tantos tormentos en tan pocas palabras.
—Dijiste que tenías algo que podía ayudarme… ¿Todavía lo tienes? —el asintió ansioso— De acuerdo, acepto tu propuesta, pero te saldrá más caro de lo que imaginarás.
—Carmen…
—Llévame a tu casa, pasaremos algunos días juntos, Duca.
Sabía que no debía, pero después hablaría con Mina para que buscara a Edén ya que Enrique viajaría mañana y una vez yo pudiese recaer y desintoxicarme en dos o tres días, volvería con mi hija para darle dos decepciones más que la harían perder la esperanza: que tendríamos que mudarnos a otra ciudad y que su padre Enrique se iría para siempre de nuestras vidas…
—Si lo deseas, puedes empezar ahora —dijo él sacando una bolsa con cocaína en lo que yo me sumergía de nuevo en los recuerdos…
(…)
Leskova, Serbia – Ocho años antes
—¡Apresúrate o nos alcanzarán! —grité entre los nervios y la alegría.
—¡No puedo dar un paso más!
—¡Sí puedes!
La policía estaba cada vez más cerca de nosotras, a lo que tiré del brazo de Ivana y doblamos en una esquina encontrándonos con un desfile donde pudimos escabullirnos.
—D-Dime que lo conseguiste —apenas pude hablar de lo agitada que estaba por la increíble carrera que tuvimos.
—Me ofendes, Olya, sabes que tengo buena mano —alardeó en cuanto sacó la bolsa meneando orgullosa nuestro nuevo bebé.
—¡¡Sí!! ¡Vamos a divertirnos en el festival! —la abracé fuerte robándole un beso.
Ivana y yo no tardamos en repartir la dosis de Molly que conseguimos robarles a unos policías cuando capturaban a un dealer, fue demasiado arriesgado, pero bien valió la pena en cuanto la felicidad recorrió nuestros cuerpos.
—¿Lista para divertirte? —preguntó Ivana dándome un delirante beso pasándome a su vez la pastilla.
—No lo dudes…
El tiempo se tornó inexistente una vez más en mi vida gracias a las drogas y el alcohol que conseguíamos en el festival, siendo esta la mejor forma de olvidarme de mis padres, de la horrible vida que llevé con ellos al querer controlar cada aspecto de mí con sus ridículas reglas ortodoxas y, de no ser porque un día conocí de casualidad a Ivana en una fiesta, no estaríamos hoy divirtiéndonos en los brazos de dos hombres que nos fornicaban de la manera más exquisita hasta la mañana siguiente. No sabía qué hora era, no sabía en dónde me encontraba, pero no pude evitar despertar al escuchar a alguien vomitar a lo lejos y después unas manos me movieron bruscamente.
—¡Despierta, tu amiga está vomitando! —gritó el sujeto que estuvo con ella anoche.
Él salió corriendo de la habitación y yo hice lo mismo, pero fui al baño donde encontré a Ivana en el suelo devolviendo todo.
—Ivana, ¿qué tienes? —pregunté angustiada intentando organizarle el cabello.
—Seguro comí algo que estaba dañado, no lo sé.
—Esto no es normal, ya llevas muchos días así, me preocupas.
—No es nada, mejor vamos a fumar, ya se me pasará.
—Pero…
—Olya Melnichenko, estoy bien, solo necesito un baño, cepillarme los dientes y un poco de marihuana.
—Ivana Rus, no importa cuántas veces lo digas, esta vez sí compraremos algo en la farmacia o iremos a urgencias —advertí tan seria como preocupada ayudándola a bañarse.
Me apresuré en arreglarnos y con el dinero que robamos ayer en el festival, salimos del motel buscando una farmacia en tanto ella palidecía cada vez más, por suerte encontramos una y le pedí que me esperara en un banco en lo que yo buscaba ayuda, pero fue al llegar al último pasillo que vi las pruebas de embarazo y caí en cuenta de algo que me aterrorizó. Compré cinco pruebas, medicamento para las náuseas y un suero que me recomendó el encargado, pero en cuanto le mostré la compra, ella se percató horrorizada de lo mismo que yo.
—¿C-Crees que…?
—No lo sé, pero inténtalo —alenté.
Después de diez cervezas y casi cuatro horas encerradas en el motel, pude convencer a Ivana de hacerse las pruebas, pero ninguna de las dos se atrevió a abrir la bolsa con los resultados, y de eso, ya habían transcurrido otras dos horas donde nos habíamos quedado abrazadas en la cama en mitad del silencio.
—Tengo miedo —dijo ella abrazándome más fuerte.
—Yo también, pero aquí estoy —tomé la bolsa queriendo sacar una prueba, pero ella me detuvo—. Cuando más necesité una amiga, tú fuiste la única que se quedó conmigo, Ivana, y así ha sido aun después de tanto tiempo, ahora déjame estar contigo —dije lo más confiada posible, ella asintió y saqué la primera prueba.
—¿Q-Qué dice? —no respondí enseguida, pero sí volví a abrir la bolsa viendo una a una las demás pruebas—. ¡Dime!
—Positivo… Todas…
No era para menos que se echara a llorar en mi pecho diciendo que lo había arruinado todo, que no podía ser madre y menos con la vida que llevábamos. Es cierto que ninguna tiene un hogar al cual volver, mis padres me dieron por muerta después de todos los problemas que les causé y ella también se alejó de su familia, aunque de vez en cuando lloraba por su hermana Sonja, se sentía culpable porque decía que le había fallado muchas veces y cuando recayó, tras el último proceso de desintoxicación, Ivana se fue de la casa para no volver.
Ella ha sido la única amiga que he tenido en mi vida, me enseñó a robar para comer, a divertirme en cada fiesta entre las drogas, el alcohol y el sexo, siendo esto lo que pagaba las noches en una cama y los constantes viajes que hicimos a lo largo del país, pero lo que más me encantaba de Ivana, era su entusiasmo ante la vida y la relación que teníamos, pues era una amistad sólida que ningún hombre o droga consiguió arruinar.
Quizás por eso me resultaba tan doloroso verla sufrir mientras intentábamos recordar quién podría ser el padre del bebé, pero la única opción que teníamos era su ex novio Muses, un idiota que la golpeaba y prostituía para quedarse con su dinero, hasta que un día la encontré malherida y golpeé al infeliz consiguiendo escapar con ella.
—¿Estás segura de que no puede ser de otra persona? —pregunté suplicante, pero ella negó.
—La última vez que volvimos, todos nuestros encuentros fueron sin condón y yo acepté de idiota creyendo que él había cambiado, lo peor fue que no quise inyectarme ni tomar las pastillas.
—Está bien, tranquila, pero si haremos esto, debemos hacerlo por tu hijo.
—No puedo ser madre, Olya, ¡soy un desastre! —la abracé más fuerte buscando ánimos para darle.
—¿Y qué harás? ¿Piensas abortar? —se notaba conflictuada ante la idea y más porque ella nunca estuvo de acuerdo con eso, pero tampoco quería ser madre—. Piénsalo bien, Ivana, quizás este bebé traiga algo bueno para ti y te juro que estaré contigo. Seremos dos desastres cuidando tu pequeño desastre —reímos entre el llanto sin más por hacer.
Sabía que Ivana cargaba con mucho y esta noticia era demasiado para ella, así que le di un tiempo para que la asimilara en lo que íbamos a un hospital y fue en la primera cita donde descubrí una indescriptible felicidad que se dibujó en ella en cuanto vimos al bebé en el monitor, las dos lloramos y le juré que estaría en cada paso si decidía tenerlo, a lo que ella accedió encantada.
Así, pasamos unos duros primeros meses en lo que ella se desintoxicaba para no afectar el embarazo y yo hice lo mismo para apoyarla, la quería demasiado y siempre la alentaba a continuar. Los meses siguientes nos propusimos conseguir un pequeño departamento con una habitación, no teníamos mucho, pero lo arreglamos tanto como pudimos para la llegada de la bebé que sería en un mes.
Hasta ese punto todo parecía perfecto y por primera vez las dos teníamos una esperanza en la vida que crecía a la perfección en su vientre, pero todo cambió cuando ella comenzó a obsesionarse con la idea de buscar a Muses porque, según Ivana, él merecía saber que sería padre y aunque yo sabía que sería una pérdida de tiempo, preferí acompañarla a dejarla sola con ese imbécil, así que viajamos hasta su casa, pero como era de esperarse, ese cretino negó ser el padre, le dijo que seguro sería de alguno de sus clientes y ella solo quería sacarle dinero (como si él tuviese en dónde caer muerto).
Fue horrible la forma en que la trató, la pobre quedó destrozada, pero yo creí que al menos así se le quitaría la idea de seguir con él para enfocarse en su hija, sin embargo, los problemas se agradaron, cuando una noche que volví del trabajo encontré a Ivana en el suelo con una botella de vino, ella dijo que solo sería esa vez, pero solo una basta para caer y eso fue justo lo que pasó…