3. ¡No la dejen ir!

1400 Words
Sally Danilo me mira confuso —¿Qué has dicho? —Que estoy embarazada —repito —no sé como ocurrió, bueno si se —me mofó, me asesina con la mirada —para mi también ha sido una sorpresa, creo que después de todo si podías tener hijos, de otra manera no me explico como es que estoy embarazada. Me estudia con la mirada, muerde su labio inferior llevándose los dedos a su barbilla. —Eso no puede ser —camina hasta donde estoy sujetándome los brazos, aunque no con mucha fuerza, pero si me molesta su agarre —¿Estas diciendo que yo soy el padre? Asiento. —Si, con nadie más he tenido relaciones en las últimas semanas más que contigo… —Dime la verdad, ¿no hiciste algún procedimiento extraño para embarazarte? Sus preguntas comienzan a molestarme, ¿me esta llamando mentirosa? Me zafó de su agarre con rapidez. —No hice nada, bueno si, después de que dijiste que no serías el donante, seguí preparando mi cuerpo, tenía pensado buscar a alguien más para que fuera mi donante, pero lo raro es que se suponía que tú no puedes tener hijos, ¿o me equivoco? —No puedo —gruñe. —Entonces, ¿Cómo es que quede embarazada? —Reto a Danilo con la mirada, si no fuera una situación tan delicada ahora mismo estaría divirtiéndome al ver todos los gestos de confusión en su rostro —en el laboratorio no tuvimos oportunidad de revisar tu caso, ni de hacer análisis o exámenes, por ello es que la única conclusión que existe es que tu si puedes tener hijos. Danilo lleva su mano hasta el rostro, lo frota con desesperación, da unos pasos hacia atrás y termina dejándose caer sobre el sofá de cuero que se encuentra a su espalda. Frunzo los labios al verlo de esa manera, una espinita me causa cierto remordimiento, pero ninguno de los dos esperaba esta noticia, también yo no lo podía creer cuando vi la prueba de embarazo, ni los múltiples análisis de sangre a los que me sometí para estar cien porciento segura de que en mi vientre ya se estaba formando un bebé que llevaba la sangre de Danilo y la mía. Niega. —Es que… —pasa saliva, esta en shock, camino despacio y me siento a su lado, pongo una mano en la espalda —se cuánto deseas ser padre, lo dijiste una vez, ¿recuerdas? —ahora mis ojos se humedecen, yo también lo deseo con toda mi alma —tal vez antes hubo algo, no sé, algún medicamento, la alimentación o el estrés lo que no te permitió tener hijos en el pasado, pero la realidad es esta, y lo he pensado mucho, tal vez podríamos compartir la custodia de este bebé si tanto deseas participar en su vida como padre. Gira su cabeza para verme. —¿A qué te refieres? —A la custodia compartida que ejercen los padres que viven separados. —¿Crees que abandonaré a un hijo a su suerte? —se pone de pie al mismo tiempo que exhala, también me pongo de pie —el punto es que, antes querías que sólo fuera el donante, como presidente del país ahora necesito una familia, y por supuesto que quiero ser parte de la vida de ese hijo si es mío. La colera comienza a recorrer todas mis venas. —¿Aún estas dudando de mi palabra? Si vine aquí a notificarte fue por esa maldita clausula del contrato que me hiciste firmar, así que si no me quieres creer esta bien, me voy y no me volverás a ver. —Espera… Danilo me regresa a mi lugar jalando de mi brazo, nuestros rostros quedan apenas a unos centímetros de distancia, el aroma de su perfume que antes me hacía sentir espasmos en mi vientre bajo ahora me causa algo de nauseas, un efecto del embarazo. Lo miró desafiante, no me importa que sea el presidente del país, yo ya cumplí con decirle. —¿Qué? —Hay algo que debes saber… Alzó una ceja, ¿Qué es eso que tiene que decirme? —¿Qué? —Estoy a punto de comprometerme… En mi frente se dibuja un signo enorme de interrogación. —¡Queeé! —Es por mi imagen, si deseo reelegirme necesito una familia, aunque sea de mentira. Frunzo el ceño. —Pensé que no eras de ese tipo de políticos, Danilo. Sus labios dibujan una fina línea en su rostro que muestra algo de incomodidad. —Es lo que se debe hacer para no permitir que los corruptos lleguen al poder, prefiero hacerlo, antes de ser el presidente, este país era un caos, lo hemos estado limpiando, ahora estamos mejor, quiero ser un buen hombre y presidente para mi país, un ejemplo para otros pero a veces tengo que admitir que una imagen cuenta mucho más que mi profesionalidad, mi imagen se mancharía por completo si alguien se llegará a enterar que tuve un hijo fuera del matrimonio. —Por mi no hay problema en ser madre soltera, puedo perfectamente con el papel, no te molestare en nada ni a ti ni a tu prometida. Esboza de pronto una sonrisa juguetona. —Es un matrimonio arreglado, pero ahora que lo pienso, mi gente te enviará a que te hagas un examen de ADN… —Si lo necesitan lo haré, por mi no hay problema —respondo. Camina unos pasos hacía mí haciéndome sentir un cosquilleo en mi estómago. Su mirada me tienta, pero luego recuerdo que fue el ex de mi cuñada con la que estuvo por tres años y ese pensamiento me regresa a la realidad. Acaricia mi cabello con suavidad sin apartar su vista de mí, ¿Qué esta haciendo? El ambiente de pronto se vuelve tenso, demasiado tenso. —¿Por qué no nos casamos? —suelta de pronto, haciendo que casi me atragante con la saliva. —Es una broma —reclamo con sorna. —No, tendremos un hijo, eres soltera… —Pero tú no… —Puedo arreglarlo, es un compromiso falso, lo que digo es que por que no nos casamos, nuestro hijo tendría el renombre de mi apellido, protección y un futuro asegurado. Esbozó una sonrisa, ¿Qué acaso se le olvido quien soy? —Yo también puedo darle eso. Niega. —No lo entiendes, ser el hijo de un presidentes es mucho más complicado, necesitas seguridad y protección extra, mucho más la madre del niño, me aseguraré de que ambos estén bien… Abro la boca tratando de decir algo, no me esperaba eso de su parte. —N… no… ahora necesito yo una prueba de ADN, sabes perfecto que tendría que venir a vivir aquí, a esta ciudad, La Capital y mi trabajo están a diez horas en auto, una hora en avión, es demasiado lejos —Siento como los nervios comienzan a apoderarse de mi de pronto —tengo proyectos, planes… —Piénsalo Sally, Catrina vivió conmigo tres años, y nunca se quejó de mí. Cada vez me sorprendo más de sus comentarios. Imaginarme a Danilo y a mi cuñada juntos me revuelve el estómago. Ella una vez me dijo que nunca tuvo algo verdadero con él, ni si quiera sexo, pero es que se me hace muy difícil creer que jamás hayan intimado. Caty era muy joven y él es un hombre demasiado atractivo. —No puedo con esto, es mi cuñada de quien estás hablando…. —Pero ella y yo nunca mantuvimos relaciones, todo fue un acuerdo, cuando estuve con ella fui senador de Florencia, podemos tener el mismo acuerdo entre nosotros, tú y yo, al menos hasta que terminé este periodo y el siguiente como presidente. Niego de nuevo. —Será custodia compartida o nada… yo no me casaré contigo, no seré tu esposa falsa —Necesito pensar, él también lo necesita, no podemos casarnos, así como así, al menos yo no puedo. Necesito amar a esa persona, de lo contrario no podría —deberíamos vernos mañana de nuevo, más tranquilos, nos vemos Danilo —le digo antes de encaminarme hasta la puerta cerrada del recibidor. Pero mi cuerpo se detiene de manera abrupta cuando escucho a mi espalda su voz “No la dejen salir”. Me giro de inmediato, me reta con la mirada, ¿Qué demonios cree que está haciendo?
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