Danilo Ferrer
Chasqueó mi lengua mientras miro a través del cristal oscuro y blindado del auto presidencial. Hacía dos semanas que no sabía nada de ella, de Sally. Desde que la conocí, siempre me parecía una mujer demasiado intrigante, su sonrisa y su mirada hipnotizaban, era demasiado hermosa, había escuchado que era una de las investigadoras del laboratorio de los Brin y la encargada del mismo, eso me hizo que me atrajera aún más, su parte intelectual, charlamos apenas un par de veces.
El día que me hizo la proposición de ser el donante para su hijo me tomó por sorpresa. La manera en la que me explicó el proceso y la emoción con la que lo hizo… no pude resistirme, yo necesitaba una familia, ya me lo habían dicho antes mis consejeros de partido para que pudiera reelegirme como presidente del país, además necesitaba la imagen de una familia ya que era el único presidente actual que estaba soltero, había muchas personas que me criticaban por eso y ponían en duda su confianza para conmigo. Pensé que si todo salía tan bien como ella lo decía, sería la madre perfecta, la mujer que yo necesitaba, inteligente, hermosa, alegre, mi primera dama y la del país.
Pero sus planes no eran los mismos que los míos, un día ella comentó que sólo necesitaba de mi donación de e*****a, no quería un hombre en su vida, ni un padre para su hijo, ella solo necesitaba un donante que le ayudara a cumplir su sueño de ser madre. Ella deseaba ser madre soltera, esa fue una de las razones por las que decliné mi apoyo, no engendraría un hijo si supiera que no podría participar en su vida.
Esa noche que apareció en la puerta de mi habitación, me tomó por sorpresa, llevaba mucho tiempo sin tener relaciones con una mujer, un hombre tiene necesidades. Ella era muy atractiva y su vestido n***o ceñía sus curvas invitándome a que pasara mis manos por su cintura. Adoré cada parte de su cuerpo con mis labios, mis dedos acariciaron hasta el último poro de su piel con benevolencia. Cierro los ojos un momento, su piel era suave como la seda, sus besos como terciopelo, fueron algo adictivo para mí.
Lo que sentí con ella, sólo una vez antes lo había sentido, y eso activo en mi la advertencia que me había hecho antes de no volver a amar a una mujer. Yo no podía darles lo que su naturaleza deseaba, no podía tener hijos, esa fue la razón por la que mi primer matrimonio fracaso.
Suspiro.
Pienso que tal vez fue lo mejor, que Sally saliera enfurecida de mi habitación por haberle pedido que firmara el contrato de confidencialidad. Se sintió humillada, pude verlo en sus ojos, pero no puedo arriesgar lo único por lo que me levanto cada día, la política es mi única motivación de seguir viviendo, aquí he encontrado mi motivo.
De pronto el auto se detiene en un semáforo de la ciudad, vengo de una reunión muy importante con la cámara de senadores, un golpe en el cristal del auto y aquel rostro conocido me sobresalta, Sally golpea el cristal de la ventana con las palmas de las manos abierta.
¡Con un demonio! ¿Qué esta haciendo?
Ella no me puede ver pues los cristales están polarizados, pero yo veo perfectamente lo que ocurre afuera en la calle. Veo como uno de mis hombres de seguridad la toma por la cintura, un gesto que me incomoda, la alza y la aleja mientras ella se remueve entre sus brazos.
Pongo mi mano en la puerta con intención de salir, pero la mano de Javier me detiene.
—No lo hagas —me dice —esta loca, esa mujer es un problema andando.
Miró a Elena mi asistente, quien organiza toda mi agenda presidencial. También me mira negando con la cabeza. Paso saliva, veo nuevamente a Sally ahora esta llorando, suplicando que la suelten, la están maltratando como si fuera un delincuente y no soporto esa escena. El semáforo se pone en color verde. Abro la puerta, el auto se detiene.
Salgo inmediatamente, la mirada de Sally se ilumina cuando me mira y eso hace que algo en mi interior se remueva de una manera violenta.
—¡Danilo! —llama por mi nombre al mismo tiempo que esta llorando.
—Déjenla —ordeno.
Javier baja del auto también al igual que mi asistente ambos miran a Sally con reproche.
—Por favor necesito hablar contigo de algo muy importante… —dice intentando que su voz no se quiebre.
—Señor, tiene una reunión muy importante en veinte minutos en palacio nacional —me recuerda Elena.
—Por favor, Danilo, es importante, si no lo fuera no te hubiera venido a buscar —suplica.
—Danilo como tu abogado te sugiero que nos marchemos pronto, antes de que la prensa se percate del escandalo que esta ocasionando la hermana de Elian Brin.
—Danilo… —repite.
Me froto el rostro con desesperación, se que es incorrecto lo que haré, pero soy el presidente, eso debe tener también alguna ventaja para mí.
—Elena, reprograma mi reunión para mañana, y todas las demás, me tomaré la tarde libre ——Javier y ella me miran perplejos —pueden regresar a palacio nacional en uno de los autos de atrás, llevaré a Sally a la casa blanca.
—Pero… —espeta mi primo.
—Pero nada, la escuchare antes de que esto se convierta en un escándalo, tu mismo lo has dicho.
Abro la puerta del auto y la miro, ahora parece más serena. Ya no esta llorando.
—Entra.
Asiente, entra rápido al auto, Cierro la puerta una vez dentro. La miro con atención lleva el cabello castaño recogido en una coleta con pequeños mechones sueltos a los lados, un vestido sastre azul marino con el que su silueta se ve muy femenina. El rubor durazno en sus mejillas me recuerda a aquella noche que pasamos juntos.
—Gracias —espeta exhalando aire aliviada —es muy difícil llegar hasta ti, hable infinidad de veces, fui a palacio nacional a la casa blanca y nadie quiso atenderme, casi me doy por vencida, estaba a punto de decirle a Catrina que ella te hablara para que me buscaras.
Alzó una ceja.
—¿Qué es eso tan importante que necesitas decirme?
—Aquí no… necesito que no haya nadie.
Entrecierro los ojos confundido, una sonrisa socarrona y altanera se dibuja en mi rostro de pronto —¿es que te has enamorado de mí? ¿es eso?
Sally abre los ojos a unos enormes —¿Queee…? ¡Nooooo! —suelta furiosa.
Frunzo el ceño, ¿Qué demonios es lo que va a decirme si es que no es eso? En mi mente trato de pensar en alguna posibilidad, aunque confieso que me hubiera encantado que de alguna manera me declarara su amor. Mis ojos van a parar de vez en cuando hasta sus piernas.
—¿Entonces?
—Cuando estemos solos…
Desvió mi vista, para evitar fantasear con sus piernas abiertas y mis caderas entre ellas, ¿Qué es eso tan importante que tiene que decirme? Si se acostó conmigo sólo para convencerme de que sea el donante de e*****a para fecundar a su hijo esta muy equivocada, con sexo no me va a comprar. No a menos que me asegure que yo sería parte de la vida de ese niño. Seguramente es eso. Me tranquilizo.
El resto del camino no hablamos.
…
Cierro con llave las puertas de mi recibidor en la casa blanca y apago los micrófonos y las cámaras que monitorean mi seguridad.
—Habla ahora si Sally, por ti he tenido que reprogramar varias reuniones importantes que tenía, espero que en verdad eso que tienes que decir si sea importante —mi voz suena severa.
—Estoy embarazada...
—¿Qué?
Como si la cabeza me diera vueltas, todo de pronto se paraliza. ¿Embarazada he escuchado? ¿Escuche bien? ¡Embarazada! ¿De quién? Veo la manera en la que me mira esperando que diga algo de mi parte ¡Tiene que ser una jodida broma!