4. Era la amante del presidente

1384 Words
Sally Brin Me doy la vuelta, miró a Danilo con reprimenda. —¿Qué haces? Frunce los labios desviando su vista. —¿Crees que voy a dejar que te vayas sola? Necesitamos hacerte ese examen de ADN cuánto antes, antes de que todo se vuelva un caos y alguien se de cuenta de que esperas un hijo del presidente. Alzó una ceja, me acercó quedando justo frente a él. Nos miramos. —Un examen de ADN se puede realizar sólo hasta después de la decima semana de gestación, si mis cálculos no me fallan estoy por terminar la cuarta semana, no puede ser ahora. —Tu eres doctora, te creo —dice —entonces quédate aquí, al menos hasta que cumplas esas semanas y podamos comprobar que el bebé es mío. —¿Aún no crees en mi palabra? Tomo de su brazo para que me mire. —Si te creo, pero hay personas que buscan dañar mi imagen, tú más que nadie debería comprenderlo, tuviste un hermano senador —asiento, eso es verdad —cuando apareciste en mi habitación esa noche en el hotel, estaba vulnerable —¿vulnerable dijo señor don perfecto? —hay días en los que… —calla. Danilo baja la vista, para después desviarla, le cuesta trabajo admitirlo, yo se como se siente. Sin intención de nada, cuando el se sienta sobre el descansabrazos de uno de los sillones de piel paso mi mano por su espalda, frotando con delicadeza. —Te entiendo… —digo en voz baja. Niega. —Tu tienes a Elian, a Cat, a Sophie y a tus sobrinos cerca, en cambio yo… no sabes lo difícil que fue para mi acostumbrarme a estar solo de nuevo —ver a Danilo de esa manera me entristece. —Ya no estarás solo… ya no lo estaremos, vamos a ser padres… —le digo con cierta emoción, notó como sus ojos se humedecen esbozando una leve sonrisa. En ese momento alguien llama a la puerta. Danilo carraspea, pasa una de sus manos por el rostro, camina a la puerta acomodando su saco. Cuando abre allí esta esa mujer, la que estaba con él y con su primo en el auto. —Elena… —la saluda. —Disculpe señor… —No me llames señor, quedamos en eso —frunzo el ceño, ¿quedamos en eso? La chica se sonroja, es una mujer un poco más bajita que yo, pero un cuerpo bien proporcionado, su melena es castaña como la mía, sus facciones finas, es muy atractiva. —Danilo, decidí venir a la casa blanca, por si necesitas algo, te fuiste demasiado deprisa. Luego voltea a verme, reconozco las miradas entre mujeres, a ella le gusta él, será que… —Si necesito algo Elena —Danilo me dirige una mirada rápida —te presento a Sally Brin, es tía de Sophie. —Mucho gusto. —Sally ella es Elena, es mi asistente personal, es la encargada de llevar toda mi agenda presidencial —sonrió a manera de saludo — Sally se quedará unos días aquí, puedes mandar a que preparen una habitación para ella, por favor. —¿Aquí se quedará? —pregunta como si no le sentara muy bien la noticia. —Si, es mi invitada. Elena hace un gesto juntando sus labios —ahora mismo lo hago —dice sin dejar de mirarme. —No —interrumpo antes de que se vaya —no me quedaré aquí, hoy me quedaré en un hotel, Danilo necesito regresar a la Capital, hablaré con mi hermano, en unas semanas puedo regresar… —Sally… —dice tomando mi mano, notó como Elena se incomoda, no deja de verme de manera extraña, es como si estuviera celosa, yo no quiero tener su mirada encima de mí todo el tiempo. Además, entre Danilo y yo sólo ocurrió un acoston, no hay nada más. —Es mi decisión, por favor respétala. Danilo suspira, a este hombre no le gusta que lo contradigan, eso lo tenemos en común. —Esta bien, te enviaré al mejor hotel de la ciudad, al menos hasta que regreses a la Capital, pondré una escolta que custodie el edificio. —¿Qué lo custodie? ¿Para qué? —me cuesta entender esta vida que tiene. Entorna los ojos dirigiéndome una mirada y un gesto en el rostro —esta bien como digas —supongo que son los nervios de padre primerizo, eso se escucha raro. He visto a Danilo como es con Sophie siempre atento y cariñoso, como un padre protector, ahora teniendo un hijo propio no quiero ni imaginar como será cuando nuestro hijo nazca, “nuestro hijo” me repito en la mente sintiendo cosquillitas en el estómago. … El chofer de Danilo, me trajo a un hotel en el centro de la ciudad, es uno muy cómodo, las habitaciones enormes, claro, para Danilo todo es fácil, es el presidente del país. Camino unos pasos hacia el espejo, tocó mi vientre con las manos mientras me imagino como me veré dentro de unos meses con mi estomago enorme. Una sonrisa se dibuja en mi rostro. Anhelo a este bebé con todo m corazón, “prometo que trataré de ser la mejor madre para ti, cariño” le digo mientras acaricio mi vientre con suavidad. Es una sensación extraña el saber que tengo un ser muy pequeñito dentro de mí. Salí de la ducha, la necesitaba, miré la enorme cama haciéndome cariñitos para que en un rato me fuera a dormir me sentía muy cansada. Mientras me cepillaba el cabello encendí la tv, mis ojos se abrieron como platos al ver en las noticias el edificio del hotel en el que me estaba hospedando. Subí el volumen. Mi espalda se paralizó por completo al escuchar que alguien le había informado a la prensa que la amante del presidente del país estaba hospedada en este hotel y estaba esperando un hijo de él. Mi rostro se descompuso al instante. Fui a ver por el balcón, confirme las noticias, el hotel estaba rodeado por muchas personas, había autos, cámaras, paparazzis, mi estomago se revolvió. ¿Podrían averiguar en que habitación me encontraba? ¿Sabrían quien soy? Pero mi mayor duda es como se habían enterado si sólo se lo había dicho a Danilo, ni si quiera a mi familia se lo había comentado y no creo que Danilo quisiera que hubiera un escándalo, todo era muy raro. Rápidamente me puse unos jeans, una playera y mis tenis. Estaba a punto de llamar a Danilo para decirle que me iría del hotel, no podía seguir aquí con todas esas personas tratando de acecharme. Busqué mi libreta en donde anoté su número, en eso unos golpes en la puerta sonaron. —¿Quién es? —pregunté angustiada. —Sally ábreme… —la voz de Danilo me tomó por sorpresa. Abrí enseguida. Apenas entró, cerró la puerta —¿Cómo es que la prensa esta afuera del hotel? ¿A quien le dijiste lo del bebé? Su voz sonaba cruda y molesta, él odiaba los escándalos ahora me daba cuenta, caminaba de un lado a otro con angustia llevándose la mano al cabello mientras lo revolvía. —A nadie, no le he dicho más que a ti. Se detiene de pronto mirándome fijamente. —Alguien les aviso. —Es que no se quien… —afirmo —te juro que no le dije a nadie, ¿ahora que? —Afuera hay demasiadas personas —Suspira —Guarda tus cosas, nos vamos. Frunzo el ceño. —¿A dónde? —A mi casa, no te dejaré aquí sola… Miro a Danilo, saca su móvil y comienza a teclear algo, parece estar sereno pero en su voz pude notar su preocupación, al menos el bebé le importa y para mí eso es más que suficiente. Termino de guardar las cosas. Él toma la maleta y mi mano, acción que me sorprende. Entramos al elevador y oprime el botón hacía la azotea, lo que me hace estremecer. La puerta se abre dando paso a ver un helicóptero cuyas aspas ya están en movimiento. Me quedo boquiabierta, ahora caigo en cuenta del lío en el que me he venido a meter, él es el presidente del país y yo una mujer que quiso darse un gusto culposo al seducirlo.
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