Sally Brin Su mano se desliza buscando mi sexo, el calor de mi cuerpo debajo de las sábanas me vuelve más sensible encendiendo un leve cosquilleo en mi intimidad… No se que hora era, por la noche Danilo y yo nos dormimos sin hablar nuevamente sobre el tema, él había querido zanjarlo, notaba su mirada triste y decepcionada, aunque me había dicho que estaría bien, lo notaba serio. Me preguntaba si muy en el fondo también a mi me culpaba. Quise darle su espacio, no presionarlo. Pero ahora era de madrugada y sentía su mano recorriendo cada curva de mi cuerpo. —¿Ya no estas enojado? —pregunto con timidez, detiene el movimiento de su mano y cierro los ojos. —¿Cómo podría enojarme contigo si eres más de lo que necesito? —dice de pronto —quisiera tratar de borrar de mi memoria esos besos,